96.- Una autentica estupidez.

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Tío Michael se levantó de su asiento, mirándome con una advertencia como aquella vez que le pedí entrar en el negocio.

— ¿Qué vas a hacer qué, cariño? —pregunto analítico. Tome aire decidida a contestarle lo más firme que mi voz me permitiera transmitirle.

—Iré a sacarlo del buro de investigación.

— ¿Y cómo pretendes hacer eso si está detenido?

—Si tengo que sacarlo por la fuerza, así lo hare—dije resoplando a lo que Patrick me susurro.—Relájate preciosa, no estás pensando con la cabeza fría.

—Porque no hay tiempo para eso Pat.

—Vas a sacarlo por la fuerza, sabes que con eso tendrás a toda la policía de Nueva York tras de ti.

—Si lo sé, pero no me importa, lo quiero conmigo para saber qué puedo hacer algo para impedir que Henry le haga daño—dije suplicante y segura mirando a tio Michael que me miraba con una negativa impresa en el rostro.

—Cariño, te amo, pero sabes que no puedo dejarte cometer semejante estupidez, no solo arriesgas tu vida, arriesgaras la de todos nosotros, arriesgas el patrimonio de Isabella, de Iker, de Leila y de Grecia, y con ello también su bienestar, Isabella podría terminar en una casa hogar después de todo esto si haces eso.

—Estas viendo por el bien común y te entiendo, pero si algo le pasa a Alec mi estabilidad emocional es la que está en juego, necesito escuchar que me apoyas.

—No me hagas esto Miranda no puedo arriesgarlos a todos cuando podemos buscar soluciones más viables para sacar a Alec.

—No hay tiempo para pensar, es ahora o quizá sea demasiado tarde—dije pero sonó como una orden.

—No puedes ir a pararte al buro de investigación con un arma y pretender sacar a Alec sin que te sigan.

—Lo sé, pero es un riesgo que estoy dispuesta a correr—el tiempo seguía transcurriendo y yo lo estaba perdiendo, pidiéndole permiso a tío Michael cuando era una adulta que podía tomar sus decisiones por si sola.

—Pues yo no voy a correr ese riesgo—sentencio tío Michael, observe como todos estaban expectantes, decidiendo entre opinar o no hacerlo. Una oleada de impotencia y frustración se apodero de mí.

— ¡¿Qué harías si la que estuviera en el lugar de Alec, fuera Leila y una mujer obsesionada contigo la buscara para terminar con su vida?! Entonces si tomarías los riesgos, pero como la que está en juego es la vida de Alec, te cruzas de brazos a esperar lo mejor—grite sintiendo un nudo en la garganta, jamás había tenido que gritarle, siempre me había apoyado, y ahora que me daba la espalda me estaba doliendo en lo más profundo del alma.

— ¿Pero sabes que tío? No te necesito, no necesito a nadie para ir por él y no espero que me apoyes, ya me lo has dejado muy claro, tampoco estoy pidiendo tu aprobación, no me hace falta para tomar decisiones—estaba furiosa, impotente y unas ganas inmensas de llorar se hicieron presentes. La parte razonable de mi sabía que tío Michael tenia razón, pero estaba lo suficientemente furiosa como para ignorarla y dejarme dominar por la ira.

—­­Miranda...—musito tío Michael conteniendo un grito.

—No quiero escucharte, desde ahora estoy sola e iré por el, con o sin tu ayuda—espete por última vez antes de comenzar a caminar escaleras arriba. Cerré de un portazo la puerta de mi habitación, pegando la espalda a esta resbalándome hasta el piso, mientras dejaba fluir el llanto contenido. Era llanto de impotencia y desesperación. Esperaba que todo el mundo me diera la espalda menos tío Michael. Limpie las lágrimas furiosas con el dorso de la mano y me cambié de blusa de manera fugaz. Fui al apartado de mi armario que estaba oculto y saque un arma y un par de cartuchos, una pistola de sedantes y me puse una cazadora de cuero y salí furiosa. Baje las escaleras, pase frente a la estancia mientras escuchaba como distintas voces incluida la de tío Michael coreaban mi nombre.

—¡Miranda! ¡Miranda! —no me detuve seguí caminando hasta el garaje, fui a la pequeña caja que estaba cerrada bajo llave, para mi suerte no tenía el candado puesto. Tome las llaves de la Yamaha negra, tenía mucho que no la usaba, aunque me encantaba.

Había sido uno de mis tantos caprichos de hace un par de años y me costó mucho trabajo dejar de usarla, la usaba incluso para ir a la oficina y subir con vestido o falda a esta era una tarea titánica. Pero no deje de usarla por ello, sino porque un día tuve un accidente que me rompió un brazo y tío Michael me obligo a dejar de usarla.

Tome el casco que descansaba sobre un perchero que estaba sobre la pared y me lo puse en un movimiento ágil y casi instantáneo. Subí a la moto encendiéndola furiosa, active el manos libres que estaba integrado en el caso y comencé a recitar el número de teléfono de Taylor, que al segundo timbrazo me contesto.

— ¿Miranda? ¿Todo va bien?

—Si Taylor, todo va bien y te necesito—logre escuchar como contuvo la respiración, a través de la línea, pero termino por aceptar. Siempre que me observaba, veía un poco de fascinación en sus ojos y Alec mismo me había dicho en una ocasión que el había dicho que cualquiera podría quedarse fascinado con mi belleza que casi parecía irreal. Taylor era muy atractivo, demasiado atractivo sin duda. Pero Alec ya ocupaba la mayor parte de mi alma, no había espacio para alguien más y ni siquiera para pensar en esa posibilidad.

— ¿Qué puedo hacer por ti?

—Más de lo necesario si accedes.

—Dime—dijo sin titubear, supongo que podría sacarle provecho a la situación de que me considerara una belleza extraordinaria.

—Necesito entrar al buro de investigación y sacar a Alec, a como dé lugar—dije mientras maniobraba por la iluminadas calles de Nueva York a una velocidad de infarto. Las luces de las calles se habían convertido en una línea de luz que no me esforzaba en prestarle atención, si lo hacía, mi cabeza daría vueltas y perdería el control de la motocicleta y un accidente era lo último que necesitaba en ese momento. Escuche un suspiro frustrado del otro lado de la línea y casi pude observar su silueta pasando la manos por su cabello desordenándolo.

—Miranda, eso es complicado, sabes...debo—titubeo sin saber que decirme, no podía darme la espalda, sin el respaldo de tío Michael, era tan solo una asesina diestra que entraría al buro de investigación sin la garantía de salir.

—Taylor, te necesito—aquello sonó con un doble sentido, pero no había nada de doble sentido en él, no lo necesitaba de la manera en que el quería que lo necesitara. Simplemente lo necesitaban para llevar acabo mi descabellada idea. —No te involucrare, ayúdame a sacarlo sin tantos heridos, y prometo que no te mencionare, no arruinare tu carrera—Taylor volvió a resoplar y un largo minuto en silencio transcurrió, soltó el aire contenido y rompió el silencio.

—Está bien.

—Gracias Taylor, cumpliré mi promesa.

—Y tendrás que explicarme porque te viste obligada a tomar esta decisión, Miranda

—Lo prometo—dije aliviada mientras aceleraba al tope la motocicleta.

—Ahora escúchame, entraras por la salida de emergencia, te esperare ahí, espero poder meterte sin levantar sospechas, para tu suerte ya es tarde y hay poca gente en las oficinas, deberemos de tener suerte, el buro de investigación está repleto de cámaras de seguridad, así que si no es de momento, aun así te verán—resoplo inseguro, estaba dudoso de haberme dicho que sí, pero ya no había vuelta atrás.

—Bien estaré ahí en un minuto—dije terminando la llamada. Hablándole al mando el en casco. —Terminar llamada—baje la rampa, del estacionamiento desacelerando y entrando lo más silenciosa posible, pero aun así había un vigilante, dispare a la yugular con la pistola de sedantes sin detener la moto, cayó al suelo inconsciente y baje de la motocicleta apagándola al mismo tiempo. Observe a Taylor que observo al policía tirado.

—Ahora tenemos menos tiempo Miranda, las cámaras captaron eso, debemos darnos prisa, en menos de 5 minutos tendrás a toda la plantilla de policías de la ciudad siguiéndote.

—Bien, algo de adrenalina—sonreí picara, pero la única realidad es que estaba ansiosa por sacarlo de ahí, aunque acariciaba la posibilidad de no salir ninguno de los dos...

PREFIERO MORIR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora