49.- Me canse de ser débil.

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Miranda


—¡Emboscada, señor!—grito uno de los hombres de Henry abriendo la puerta. Henry miro hacia la puerta viendo como otra figura masculina pateaba la mandíbula de su hombre dejándolo inconsciente. Aún seguía sobre mí, se acercó a la mesita de noche y saco un arma corta que cargo de manera muy ágil, se levantó haciéndose a un lado sin dejar de sujetarme las manos.

—Hoffmann...lamento que hayas tenido que presenciar esta escena, ­­­Miranda y yo pensábamos decírtelo pronto—me incorpore para observarlo, decidido, enfadado y lleno de ira dispuesto a asesinar a Henry.

—No me digas Wilson, supongo que los moratones y las marcas de tu poca hombría en ella van incluidos en el paquete—dijo irónico Alec, sin dejar de apuntarle, yo no dejaba de sollozar y me odiaba por eso.

—Hagamos esto por las buenas, Henry; si me la entregas ahora hare que tu muerte sea rápida y no tan dolorosa—dijo Alec sin titubear dando un paso hacia la cama. Acto seguido Henry me tomo por el cuello obstruyéndome el respirar con total libertad.

—Veras... eso suena generoso de tu parte, pero no pienso entregártela, me la llevare y quizá no vuelvas a verla.

—Henry, tomamos la mansión, no tienes manera de salir de aquí por lo menos no de otra manera que no sea en un feretro directo a tu entierro—Henry sonrió desvergonzado y me presiono más provocando que tosiera por la presión.

—Henry...me...lasti...mas—dije con la voz ahogada, pero no pareció importarle, me levanto de la cama de manera brusca obligándome a que me pusiera de pie, lo cual me costaba mucho trabajo sentía las piernas temblorosas y débiles, a eso habia que agregarle que estaba semidesnuda de la cadera para abajo, lo que quedaba del vestido apenas si me cubría el torso. Una persona más entro en la habitación apresurada empuñando un arma con firmeza, subí la mirada y observe a una tensa y agitada Grecia, no sabía usar un arma que yo supiera pero a pesar de eso no le temblaba la mano. No supe si era su autocontrol o tenía un don nato para utilizar armas de fuego. La mire sorprendida, horrorizada porque no quería que le hicieran daño.

—Grecia Christensen ¿desde cuando eres de las que dispara armas? —dijo Henry divertido apuntándole.

—Desde que un hijo de puta secuestro a mi mejor amiga para satisfacer sus enfermizos deseos por la fuerza—dijo Grecia tan segura de sí misma. Estaba ahí exponiendo su vida porque quería rescatarme. Era mi mejor amiga, mi hermana y la amaba como tal. Alec la observo estupefacto, supongo que jamás creyó que la dulce Grecia tuviera ese lado salvaje. Un instante después antes de que Henry pudiera dar una respuesta a lo que Grecia le había dicho entro Patrick también agitado, primero me observo a mí y me dirigió una mirada de pesadumbre por verme en el estado en el que me encontraba, después observo a Alec y al final a Grecia para sorprenderse muchísimo con esta última.

—Grecia, ¿Cómo demonios llegaste aquí? —espeto Pat preocupado.

—Eso no importa, Pat—le contesto Grecia.

—Patrick, pensé que nunca llegarías, esperaba con ansias que la vieras en este estado...de hecho le comentaba que se veía fatal, pero aun así me hace desearla—dijo Henry burlón mientras pasaba su lengua por mi oreja, me removí asqueada mientras observaba como la ira pura ardía en la mirada de Alec. Su mirada conecto con la mía y por un momento me hizo sentir tranquila, me hizo saber que no me abandonaría y que todo estaría bien. Grecia y Patrick miraban asqueados a Henry.

—Ella te hace desearla, es una lástima que ella no te desee y más importante que no te desee ninguna mujer a menos de que no les pagues por el placer de su compañía—dijo Pat despreocupado mientras echaba mano de su chaqueta, para sacar su móvil, marco algunos números.

—Michael, la encontramos, estamos en la planta alta, al final del pasillo en la recamara del fondo—colgó el teléfono para volver a guardarlo.

—Dime, Alec ¿habías visto esta bonita lencería que lleva puesta? —dijo Henry mientras acariciaba el encaje de mis bragas con el cañón de la pistola, Alec no contesto incluso pude notar que comenzaba a temblar de coraje.

—Cuando me deshaga de estas bonitas bragas te las enviare por correo y podrás conservar la prueba de que la hice mía y no pudiste hacer nada—subió acariciándome con el cañón de la pistola desde el encaje de mis bragas hasta mi barbilla para detenerla en mi sien, Alec adelanto un paso, Henry le apunto y Patrick lo detuvo.

—Si das un paso más te volare los sesos aquí mismo, Hoffmann. No querrás que ella te vea morir como vio morir a su padre ¿verdad? —Evan y tío Michael entraron en la habitación apuntando en dirección a Henry y en esta ocasión me pareció escuchar a Henry tragar con dificultad.

—La familia y los dos enamorados aquí juntos en la misma habitación, ¿acaso es hoy mi cumpleaños? Asesinarlos aquí y ahora sería el regalo perfecto—dijo con sorna mientras retrocedía un paso, arrastrándome con él, tío Michael me miro con ansiedad e impotencia en la mirada, pero seguía impasible a los ojos de todos, solo yo que lo conocía tan bien podía darme cuenta de lo que sus ojos me trasmitían, después situó su mirada en Grecia y la misma emoción lo inundo: sorpresa y miedo.

—Henry, muchacho, ¿crees que a tu padre le agrade saber de la forma en la que estás jugando y más importante con quien estás jugando? —dijo tío Michael frio y seguro.

—Tampoco es como que le haya pedido permiso, Michael. Papá es muy aburrido y no le interesan "mis juegos" —dijo Henry haciendo énfasis en las últimas dos palabras.

—Me sorprende que sabiendo lo que le paso a los Ferrara pretendas hacer lo mismo que ellos, Henry, sabes mejor que nadie que si yo quiero puedo ser tu peor enemigo y aún más sorprendente que te hayas aliado con Samanta...—Henry apretó más el agarre en mi cuello sofocándome, estaba poniéndose nervioso pero no quería demostrarlo.

—Piensa bien, analiza y hazte estas preguntas ¿Qué es lo que me dejaba la alianza que tenía con los Anderson? —tío Michael hizo una pausa y continuo hablando—Yo contestare por ti, si me lo permites; varios millones de dólares a la semana, una buena vida, llena de lujos, viajes y todas las mujeres que tu quisieras...bien...ahora pregúntate ¿Qué es lo que me deja la alianza con Samanta? Contestare esa pregunta también...nada, Henry, no tiene ni en que caerse muerta, está llena de deudas y su madre es alcohólica, a menos de que te haya ofrecido un buen polvo, no le veo motivo suficiente como para que nos traicionaras de esta manera—dijo tío Michael mientras permanecía impasible, los demás estaban en silencio, escuchando atentos las palabras de tío Michael—Ahora, te diré lo que haremos; dejaras ir a mi hermosa sobrina e iras corriendo con tu padre a decirle que acabas de cometer la estupidez más grande jamás cometida.

—Me temo que eso no será posible, tengo planes para ella muy lejos de aquí y las cartas están echadas—dijo Henry arrogante.

— ¿Y cómo pretendes salir de aquí, Henry? Somos mayoría, no seas idiota y déjala ir—dijo Evan seguro.

—Evan querido amigo, deberías estar feliz porque por fin tengo a mi lado a la mujer que me hace feliz.

—Tú ya no eres mi amigo, Henry y mucho menos después de ver cómo es que las has dejado—dijo Evan señalándome.

Me canse de escucharlo, me canse de sentirme débil y vulnerable, me canse de sentirme la princesa que tiene que ser rescatada <<soy Miranda Anderson y luchare hasta mi último suspiro por salir de aquí>> dijo mi subconsciente decidido, seguro y confiado de sí mismo. Mire a tío Michael que me descifro la mirada y asintió en señal de que estaban preparados para comenzar la pelea y yo también estaba lista, la adrenalina comenzó a correr ansiosa por mis venas, tome un gran respiro e hice lo que debía de hacer.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now