31.- Tenemos que hablar.

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Miranda



La seguridad con la que me habló, como confirmando que me tenía en sus manos me enfureció, aunque así fuera no se lo haría saber.


—Debes creer que me tienes a tu merced Alec. Pero no te equivoques conmigo, quizá tío Michael te haya aceptado de vuelta, pero yo no te seré tan fácil...a él le fue fácil perdonarte porque a él no le rompiste el corazón...pero a mi si, te burlaste de mí y aun así tienes el descaro de pedirme que hable contigo, deberías de estar más que avergonzado por eso—cada palabra que salió de mi boca me lastimo con una fuerza titánica que pensé que en cualquier momento comenzaría a llorar, emplee la poca fuerza que me quedaba para contener las lágrimas y no llorar frente a él, su expresión cambio, se sentía desesperado por mi necedad y lo entendía, podía llegar a ser todo lo obstinada y terca que quisiera, tomo su barbilla mirando al suelo y se puso de pie dispuesto a irse, me beso la frente de manera tan fugaz que me fue imposible esquivar el beso, se dirigió a la puerta y desde la puerta me hablo.


—Puedes ser muy terca Miranda, pero yo también puedo serlo y te aseguro que no descansare hasta que me escuches—me tire de nuevo en la cama con un dolor punzante en el costado, una lagrima resbalo por mi mejilla recordando el tierno beso en la frente, cerré los ojos para intentar no pensar en él y gracias al cielo, Pat entro en mi habitación con una bandeja con mi desayuno.


—Buenos días encanto ¿cómo está la mujer más maravillosa del mundo?—dijo energético y totalmente de buen humor, sonreí sentándome de nuevo mientras Pat dejaba la bandeja en la mesita de noche y tomaba asiento a mi lado, beso mi frente y se acomodó a mi lado.


—Estoy bien, creo, solo me molesta un poco el costado pero estoy bien...¿qué fue lo que dijo Andrew de la herida?


—Dijo que no fue nada grave que prácticamente la bala entro pero no muy profundo, pero que al mismo tiempo rozo una arteria importante por eso perdiste demasiada sangre y caíste inconsciente, llegamos a tiempo y pudo atenderte sin mayores consecuencias.


— ¿Cuánto tiempo estuve dormida, Pat?


—Lo que restaba de la tarde de ayer y toda la noche, hermosa.


—Me parece haber dormido una eternidad—me sonrió y atrajo la bandeja para que desayunara.


—Ahora come, necesitas recuperar fuerzas, Andrew dijo que estarás en reposo por lo menos un par de días.


— ¿Un par de días por un rasguño? Es demasiado Pat. —me queje.


—Cállate y come, preciosa—hice un falso puchero y comí lo que había llevado. Retire la bandeja de encima de mis piernas y me acomode para hablar con Pat sobre el altercado.

—Pat, Samanta tenía la firme intención de asesinarme, creo que esto es solo el comienzo de una guerra que no terminara bien.


—Tranquila hermosa, afortunadamente fallo en su intento, ¿no viste como le temblaba la mano cuando te le acercaste? No hubiese disparado.


PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now