18. Tan solo una niña.

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Miranda

Entre en la casa donde Mike me recibió con una despampanante sonrisa como siempre lo hacía.

-Buenas noches, señorita Miranda ¿cómo estuvo la velada?

-Supongo que no pudo haber estado mejor Mike... ¿dónde están tío Michael y Pat?

-Están en sus correspondientes recamaras haciendo las maletas, en cualquier momento Mateo los llevara al aeropuerto.

-Bien, gracias Mike, ¿reservaron vuelo?

-No señorita, se irán en el jet privado-camine escaleras arriba y me encontré en el camino a tío Michael y Pat que venían cargados con su pequeña maleta, listos para irse.

-Cariño no quería irme sin despedirme, qué bueno que ya estás aquí-dijo tío Michael guiándome hacia la estancia de nuevo, donde nos encontramos a Alec conversando con Mike y Mateo que ya los esperaba listo para llevarlos al aeropuerto.

-Mateo, lleva las maletas a la camioneta-dijo Pat amable extendiéndole la suya, Mateo se acercó y las tomo cargándolas hacia afuera seguido por Mike.

-Cariño, hiciste un muy buen trabajo con la inauguración, todo salió perfecto-dijo tío Michael mientras me abrazaba cariñoso, me soltó para seguir hablando.

-Sé que tenías planes de regresar mañana a Nueva York, pero me gustaría que supervisaras y dieras órdenes precisas de cómo es que funciona el hotel, explícales cuales clientes tienen membresías, y que habitaciones siempre deben estar disponibles para cualquiera de nosotros.

-Tendré que avisarle a Daisy, pero está bien tío, así lo hare.

-No te preocupes cariño, yo personalmente iré a tu oficina mañana temprano y le avisare que no llegaras hasta pasado mañana, que se encargue de todos los asuntos y que te envié los de carácter urgente-asentí mientras sonreía, me acerque a Pat para abrazarlo, me preocupaba que el asunto que tenía que arreglar comenzó a punta de mano armada y no dudaría que así terminara el altercado y aunque sabía de sobra que Pat es lo suficientemente capaz no dejaba de angustiarme por él.

-Pat, cuídate mucho por favor, espero que no hayas perdido la práctica para disparar.

-Claro que no, preciosa, aprendí de la mejor-dijo mientras me guiñaba el ojo y correspondía a mi abrazo levantándome del suelo, besando mi mejilla, aunque me bajo cuando escuchamos que Alec comenzó a hablar.

-Señor Anderson ¿necesita que vaya con usted?

-Sin duda me serias de gran ayuda Alec, pero prefiero que te quedes con Miranda. Tienen mucho de qué hablar, además con Samanta merodeando por Dubái me voy mucho más tranquilo de saber que está contigo...aprovechen el tiempo-los dos asentimos casi al mismo tiempo, los acompañamos hasta la puerta, observamos como subían a la camioneta y se despedían agitando la mano, cuando nuestra vista ya no alcanzo la camioneta entramos en la casa, y mientras caminábamos hacia la escalera me agache para quitarme un zapato y luego el otro, Alec me observo curioso sonriendo.

- ¿Qué? Me encantan los tacones, pero también me encanta andar descalza por la casa.

-Vaya manera de perder quince centímetros de un momento a otro-reímos y seguimos escaleras arriba, cuando me percaté de que Alec tenía los nudillos heridos, así que tome su mano para mirarla más de cerca.

-Alec... ¿qué te paso en la mano? -pregunte con un toque de preocupación en el tono de voz que no pude evitar emitir, me miro y quiso restarle importancia al asunto hablando despreocupado.

-No te preocupes linda, no es nada.

-Está herida... ¿tiene que ver con el estruendo que salió de tu recamara esta tarde?

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now