45.- Fuera de combate.

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Alec

Después de ver como se la llevaban de rehén con los ojos cristalizados, y de saber que se había sacrificado para mantenernos con vida, una opresión en el pecho no me dejaba respirar, el hecho de saberla a merced de Samanta significaba un asesinato inminente. Cuando escuche arrancar el automóvil en el que se supone se la llevaron y que los hombres me soltaron apenas podía ponerme de pie, pero reuní las ya escasas fuerzas que me quedaban para ponerme de pie y caminar con dificultad hacia Michael.

-Michael...debemos...rescatarla...debemos ir por ella...antes de que...la asesine-dije hablando en pausas, el dolor que sentía en las costillas me impedía, moverme, hablar e incluso respirar, pero el dolor de imaginar que el beso de hace un rato podría ser el último que recibiría de ella, de saber que se la habían llevado y yo no había podido hacer nada me quemaba con la fuerza de mil soles, Michael me sostuvo cuando estuve a punto de desplomarme.

-Lo haremos Alec, pero necesito que los atiendan, así de heridos no me sirven de nada-la señora Leila Maxwell se abrazó a su hija y la lleno de besos por toda la cara sollozando, Patrick y Evan seguían en el suelo intentando ponerse de pie y lo lograron entre quejidos de dolor, lo que quedaba de los equipos de seguridad de ambas familias (Hamilton y Anderson) entraron apresurados para ayudarnos a caminar hacia una camioneta donde nos metieron a los tres hombres y Michael Anderson con nosotros, como pude me incorpore un poco para notar a donde nos llevaban, cuando la camioneta se detuvo me percaté de que era la casa de Miranda, nos llevaron adentro donde ya nos esperaba Andrew y algunos de sus colegas, detrás de nosotros llegaron Leila y Grecia con un semblante, preocupado y desanimado. Dsspués de una larga hora ya nos habían curado las heridas y nos habían dado analgésicos para el dolor, el dolor seguía ahí, no lo eliminaba y después de un rato volvía si no tomábamos otra dosis, pero por lo menos nos permitía movernos con normalidad por un rato, me acerque a Patrick que sostenía su cara entre sus manos apoyadas en sus rodillas, le dedique unas amables palmadas ocasionando que me mirara, tenía la mirada ausente, estaba mortificado por no haber podido hacer nada para evitar que Samanta se la llevara.

-La encontraremos antes de que le haga daño, Patrick-dije tratando de consolarlo, quería creerme esas palabras para poder mantener la esperanza de recuperarla con vida pero me costaba mucho trabajo.

-Eso espero, Alec-dijo totalmente melancólico, Evan se encontraba mirando por la ventana de la gran sala que daba al iluminado jardín, me acerque a él no para darle unas palabras de consuelo, no tenía esa intención pero tampoco pelearía con el considerando la situación en la que estábamos, levanto la mirada para que su vista alcanzara la estrellada noche que nos cubría.

-Debemos de trabajar juntos para traerla de vuelta, Alec-dijo sin mirarme, cruce los brazos a la altura del pecho sintiendo unas pequeñas punzadas de dolor, el efecto del analgésico empezaba a pasarse-Por ese amor que decimos sentir por ella debemos unir fuerzas y dejar de pelear por lo menos en tanto la recuperamos-en la estancia entraba y salía gente, Michael caminaba de un lado a otro hablando por teléfono, Grecia y Leila y estaban en el otro extremo de la sala abrazadas, Grecia lloraba inconsolable y Leila intentaba calmarla a como diera lugar, aunque era inútil, podría jurar que ella también quería llorar aunque intentaba mantenerse fuerte para que su hija no se desplomara.

Los padres de Evan habían llegado un rato después de que terminaron de atendernos, Michael y Steven Hamilton charlaban mientras también hacia llamadas telefónicas, la casa estaba hecho un desastre, llena de personas que trataban de evitar que lo que entrara por esa puerta fuera el cadáver de la heredera Anderson, pensar aquello tan solo hizo que hiperventilara-La traeremos con vida Alec no podemos permitirnos lo contrario-esta vez sí me miro, era extraño hablar con el como si nos lleváramos bien.

-Y así será, Evan-nos dedicamos unas suaves palmadas que me dolieron como golpes y pude notar que él también estaba igual de herido, nos giramos cuando vimos que en la sala entraban Andrew, sus colegas, Steven y Michael guardando sus teléfonos celulares, Patrick levanto el rostro para mirarlos, Grecia hizo lo mismo dirigiendo la mirada hacia donde estaban los hombres y Evan y yo caminamos con dificultad para desplomarnos en el sillón junto a Patrick.

-Considerando el estado en el que se encuentran seria idiota tratar de atacar a Samanta-dijo Steven mirándonos a Patrick, Evan y a mí.

-Hemos movilizado a todos nuestros contactos para que puedan rastrear el vehículo y la trayectoria que tomo cuando se la llevaron, ingresamos a las cámaras de seguridad del salón y a las de la ciudad...ahora mismo están rastreándolo. Alec necesito que hagas unas cuantas llamadas a tu gente, que lo hagas parecer un secuestro, quiero que boletines a los hijos de perra que se la llevaron incluyendo a Samanta, quiero a toda la maldita ciudad de Nueva York buscándolos-dijo Michael levantando la voz, estaba desesperado por encontrar a Samanta y hacerla pagar por habérsela llevado, podía leerlo en sus ojos, saque mi teléfono celular y di las ordenes necesarias para que hicieran lo que Michael me había pedido, no tuve ningún problema para conseguirlo-Alec ya mande custodiar y proteger la casa de tus padres, tememos que tomen represalias como garantía en contra de tu familia, pero no te preocupes de ser necesario los traeremos a vivir aquí también.

-Gracias Michael-Michael asintió para mirar a Andrew que le hablaba.

-Michael quiero que consideres que ninguno de los tres está en condiciones de contribuir en la pelea si se diera una...los tres están fuera de combate-dijo Andrew señalándonos a lo que contestamos con reproches.

-No puedes dejarnos fuera de esto-dijo Evan enfadado.

-No me importa morir de dolor, tengo que traerla, no me quedare de brazos cruzados-espete enfurecido.

- ¿Y qué dijiste Andrew? Les digo que están fuera de combate y se echan a dormir como si la mujer más importante de nuestras vidas no estuviese en manos de una loca que quiere asesinarla-expreso Patrick obviamente sarcástico.

-Hay una solución, una droga-medicina en la que estoy trabajando que aún no ha sido legalizada pero que ha funcionado a la perfección-dijo Andrew acercándose sigiloso junto con sus colegas.

-Espero que no sea un sedante, eso nos dormiría y estoy seguro que hablo por los tres cuando digo que no dormiremos hasta traerla de regreso-dijo Patrick. Evan y yo asentimos para apoyar su moción.

-Sí, eso creímos-expreso Steven mirándonos. Sentí una aguja atravesar mi yugular, trate de luchar pero la cosa que me habían inyectado empezó por inmovilizar mi cuerpo completo de manera muy veloz y eficaz, quitándome fuerzas, haciendo que mis ojos comenzaran a cerrarse gradualmente, parecía ser que a Evan y Patrick les habían inyectado lo mismo, porque por lo poco que alcance a ver también estaban desplomando la cabeza en el respaldo del sillón, nos habían sedado y no habíamos podido impedirlo.

-Cuando despierten me lo agradecerán, caballeros-fue lo último que escuche cayendo en las garras de la inconsciencia imaginando sus ojos y su sonrisa.

Desperté y el sol ya se encontraba en un punto muy alto debería de ser mediodía, no nos habían movido del sillón donde nos habían dormido, me levante y no había nadie más en la sala que Grecia que me miro cuando desperté.

-Buenos días, Alec-dijo más por educación que creyéndose lo de "buenos"

- ¿Nos sedaron verdad? ¿Cuánto tiempo dormí? ¿Qué ha pasado?

-Sí, toda la noche y no ha pasado nada-dijo contestando todas mis preguntas.

-Será mejor que te duches, te cambies y desayunes algo, te necesitan para ir por ella...-dijo con un toque de esperanza en el tono de voz. Hice lo que me dijo, en una de las habitaciones de huéspedes, y note que el dolor casi había desparecido, los hematomas y manchas enrojecidas seguían ahí por todo el cuerpo pero no me molestaban, termine de vestirme y fui directo al comedor donde me encontré con Evan, Patrick y Michael que comenzaban a desayunar cuando yo entre, desayunamos juntos, en total silencio, terminamos y nos levantamos, fuimos al despacho a prepararnos, tomamos armas y cartuchos y armados hasta los dientes salimos de ahí dirigiéndonos a la puerta, donde estaban Leila y Grecia.

Michael se dijo un par de cosas con Leila y Grecia se dirigió a los tres tomando una de nuestras manos.

-Tráiganla con vida-dijo casi suplicando con un toque de melancolía en el tono de voz, no tenía que decírnoslo, ese era nuestro único objetivo.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now