80.- No la volverán a ver.

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Miranda


Intente hacerme creer que era la intensidad del momento y que por un milisegundo yo había estado tan alterada como para notar su pulso, pero era estúpido. El amor de mi vida, el único hombre que de verdad he amado estaba tirado en el suelo inconsciente y sin pulso, el aire comenzó a faltarme, la cabeza comenzó a darme vueltas y las lágrimas empezaron a rodar sin remedio y sin control por mis mejillas, los gritos contenidos y el nudo en la garganta estaba terminando por ahogarme y asfixiarme al punto de sentirme al borde del colapso, habría estado lista para cualquier cosa, menos para no sentir el pulso de su corazón, de un corazón que me pertenecía y ahora estaba inmóvil, sin señal de vida alguna, sin señal de que fuera a despertar para reconfortarme. Sentí el mundo desmoronarse a mi alrededor, todo dejo de existir para mí, y lo único que quería y deseaba con todo mi ser era ir tras él, con él y junto a él donde quiera que se estuviera dirigiendo ahora. De cualquier forma estaría muerta en vida sin el conmigo, sin su sonrisa, sin su hermosa mirada, sin todo él. Me sentía incompleta, indefensa, vulnerable y débil. Me recosté en su pecho buscando algún vestigio de latido de su corazón, pero no escuche nada más que silencio y eso termino por superarme, levante la cara húmeda de lágrimas y mire a Tania enfurecida. — ¿¡Qué demonios fue lo que le hiciste maldita perra!? —pregunte colérica sin soltar a Alec, mi mirada irradiaba ira, sentía que los ojos se me saldrían de orbita al mirar a Tania como lo estaba haciendo, mis manos temblaba del cólera y un instinto asesino se empezaba a apoderar de mi.

—Si no era para mí, no sería de nadie, Miranda—dijo tranquila con la mirada perdida sin mirarme, todos se mantenían en silencio incluso Henry que mantenía la mirada en Marco.

—¡Eres una hija de puta...maldita!—grite enfurecida, con el dolor y la impotencia ahogándome, me levante y fui hasta ella, ella retrocedió unos pasos pero fue demasiado tarde, actué más rápido y me fui sobre ella, la empuje con tal fuerza que cayó al suelo y yo encima de ella, cerré la mano y estampe mis puños con fuerza en su cara, quería que me devolviera a Alec, quería desahogar todo este dolor de haberlo visto morir y de estar sola para cuidar al bebé que llevaba en las entrañas. Por culpa de esta mujer frustrada mi bebe jamás conocería a su maravilloso padre y yo no vería jamás lo bueno que sería como tal, jamás tendría una familia con él, como tanto la había soñado, jamás me casaría con él, jamás nada, no sin él. Y quizá estaba siendo egoísta pensando solo en mí, pero en este momento, lo único que quería era morir junto con él, para estar juntos para la eternidad. Sentí el líquido caliente salir de la nariz y la boca de Tania pero no me importo yo seguía golpeando tanto como mis puños y mi fuerza me lo permitía hasta que comencé a escuchar a Pat gritar, no sé si antes lo había estado haciendo, estaba demasiado absorta en mi sed de venganza y en mi intento de aliviar el dolor que estaba sintiendo golpeándola, en un claro intento en vano. Las lágrimas salían y salían sin poder controlar el flujo. Recuerdos de Alec y yo juntos se agolparon en mi mente de repente deseando poder retroceder el tiempo y volver a vivirlos y revivir las sensaciones y emociones que me hizo experimentar en cada uno de ellos.

— ¡No la toques, cabrón!—dijo Pat enojado mientras me tomaban por los brazos y me levantaban de una agitada y muy muy ensangrentada Tania que no podía incorporarse. Forcejee para ser liberada y seguir golpeándola hasta que perdiera el conocimiento pero no me dejaron hacerlo, me soltaron a lado del cuerpo inerte de Alec, si querían verme destrozada y destrozarme todavía más, les había salido bien, lo habían logrado y ahora me torturaban poniéndome al lado del cuerpo sin vida del hombre que amo. Apoye mi cabeza en su pecho intentado encontrar un suspiro en su interior que me diera las esperanzas de que seguía vivo. Quería obligarme a pensar que estaba teniendo una pesadilla, una horrible pesadilla y quería despertar pero desgraciadamente esto era la realidad, tan real como el dolor que estaba experimentando.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now