81.- Pronto estaremos contigo.

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Miranda


***Tiempo después***


Había pasado aproximadamente un mes y medio desde la última vez que había visto a toda la gente que me importaba, un mes y medio desde que había perdido mi libertad completamente, un mes y medio de ser prisionera de Henry Wilson en un lugar que desconocía, conservando los mismos lujos, pero que no eran nada para mí, privada de mi libertad viviendo con Henry y con la muerte de Alec atormentándome cada día y cada noche que respiraba. Se me había hecho una costumbre llorar hasta quedarme dormida desde entonces. No podía evitarlo, haberlo visto morir había sido un golpe muy fuerte para mí, fue la gota que derramo el vaso. Desconocía el lugar donde estaba, llevaba un mes y medio dando vueltas por cada rincón de esa grande mansión que no sabía dónde estaba, a cada segundo del día había alguien cuidándome hasta que Henry llegaba a casa haciéndose creer que lo amaba y que ansiaba su regreso, me había sido imposible pensar en escapar, las primeras veces que lo había intentado me había desgarrado un musculo de la pierna, por querer subir en una barda y precisamente cuando el doctor me reviso el desgarre me confirmo que estaba embarazada. Me dijo que tenía 9 semanas de gestación y que había sido un completo milagro que no lo hubiese perdido por la caída. Cuando Henry se enteró de que estaba embarazada quería obligarme a abortar, pero no se lo permití, no permitiría que me arrebatara a lo único que me quedaba de Alec en esta vida, ya era suficiente con tener que cargar con la muerte del único hombre que he amado como para también cargar con la muerte de mi bebé. Cuando se convenció de que no podría obligarme a abortar decidió resignarse con la condición de que llevaría su apellido en lugar del de Alec, obviamente mi respuesta fue negativa, pero eso ahora no me preocupaba mucho para cuando mi bebé naciera lo más seguro es que ya estuviera de regreso en casa. O por lo menos eso esperaba. El vientre aún no estaba muy abultado, pero estaba ahí y eso era lo único que me interesaba, lo cuidaría con la fuerza de ambos y lo amaría de la misma forma.


La muerte de Alec me había hecho débil, tan débil y vulnerable que me desconocía, ya no podía estar sin él y eso era un tormento, mi cuerpo funcionaba en automático porque la fuerza de mis latidos se habían marchado con él y su imagen inmóvil alejándose de mi a medida que Henry me arrastraba con él, a una vida que dejaba de ser vida sin EL. Perdí la voluntad de vivir cuando lo perdí a él, no quería despedirme de él...no todavía...de ser por mi jamás me despediría, lo peor de todo era que no había estado en su velorio para llorarle todas las lágrimas que había llorado bajo este amplio techo y las frías paredes que me resguardaban como jaula de oro, en la que era infeliz y desdichada, trataba de mantener las fuerzas para mantener a mi bebé con vida. Los primeros días que llegamos aquí, me había propuesto dejar de comer quizá así la parte humana de Henry <<si es que aún tenía una>> me dejaría ir, y regresar con las personas que de verdad me amaban y que amo. Pero no fue así, me medicaron un suero con proteínas por dos semanas, las inyecciones eran dolorosas, así que decidí comenzar a comer. Por mi bebé, no por mí.
Me era muy difícil asimilar todo lo que estaba pasando, nada había salido como lo había planeado todo había terminado en desgracia y desastre.


En un principio cegada por el enojo y la desesperación había decidido entregarme, pero luego había pensado mejor las cosas y había optado por sacar a todos con vida de ahí sin tener que sacrificar a nadie, especialmente a mi bebé. No permitiría jamás que llevara el apellido del hombre que me hacía infeliz y que había hecho todo para hacerme la vida miserable, y mucho menos permitiría que mi bebé lo viera como su papá, mi hermoso cariñito tenía un solo padre y se llamaba Alec Hoffmann.

—Señorita hace frio aquí afuera...debería de entrar...o prefiere que le traiga una manta—dijo la dulce voz de una mujer adulta; se llamaba Doris, ella era la encargada de estar al pendiente de mí, y para trabajar con Henry era demasiado amable y atenta conmigo. Me encontraba sentada en el jardín mirando el ocaso, solo en ese momento podía sentirme libre, hubo un tiempo en el que incluso me había prohibido salir al jardín, temía que pudiera ser rastreada vía satélite o con un helicóptero.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now