26. No hay nada que explicar.

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Miranda


Pestañee un par de veces consecutivas para asegurarme de que no era una ilusión y que quizá lo extrañaba tanto que ya lo imaginaba, pero no era así,  mis piernas y mis brazos dejaron de responder, mis ojos se cristalizaron sin remedio e instintivamente di un paso hacia atrás, sin duda no me permitiría llorar, no lo haría no frente a él y todos los policías, me sentía engañada, defraudada me sentía estúpida por haber caído en su juego, por haberlo aceptado.

—Alec...  ¿qué demonios estás haciendo? —espete furiosa y al borde del llanto.

—Miranda... yo...déjame explicarte...—dio un paso hacia mí pero me aleje dando uno hacia atrás, observe que el oficial hizo una seña para que todos esperaran afuera solo se quedaron la mujer, el oficial y Alec, dejo caer su arma al suelo y quiso tomar mi mano pero la retire agresiva.

—¿Qué me vas a explicar Hoffmann? que me viste la cara de idiota, que te burlaste de mí en mi cara y yo fui tan tonta como para creerte.

—No, espera tienes que escucharme...—convertí las lágrimas que estaba conteniendo en las fuerzas suficientes como para hablarle como lo estaba haciendo, aunque mis ojos seguían cristalizados no lloraría,

—Ya he escuchado suficiente Alec...ya me trague tus mentiras...no creo que quede nada más que escuchar.

—Hay mucho más detrás de todo esto, sé que se ve horrible pero no lo es del todo—dijo esto acercándose para susurrarme asegurándose de que solo yo escuchara, un ataque de cólera me inundo al escucharlo susurrándome, levante la mano y le plantee una bofetada bastante fuerte y sonora, Alec tomo su mejilla y me miro de nuevo.

—Supongo que me lo merezco, desquítate, hazlo...pero escúchame—el labio inferior me temblaba como cuando tienes frio, pero no tenía frio, me temblaba de coraje de ira, de impotencia.

—Alec...como...¿cómo pudiste?—titubeo Pat igual de  desconcertado que yo mientras me tomaba por los hombros, el nudo en mi garganta no cedía y yo solo quería lanzar todo lo que hubiese a mi alcance, todo fue una mentira, me había mentido y yo ni siquiera había sospechado de él.

—Señorita Anderson, debemos irnos—dijo el oficial con el que había discutido, mire a Alec de reojo y tenía una gran marca roja justo donde le había plantado la bofetada.

—Extienda las manos, señorita—extendí las manos pero antes de que me esposara articule con enfado. —No oficial deje que él lo haga—dije señalando con ira a Alec, el oficial accedió a mi petición y le entrego las esposas a Alec, se me acerco una vez para susurrarme mientras me miraba fijamente a los ojos, sus ojos también estaban cristalizados pero trate de no sentir compasión por él.

—Miranda no me hagas esto...yo no puedo esposarte...no puedo—Alec rechazo las esposas regresándoselas al oficial que estaba dispuesto a tomarlas cuando reclame de nueva cuenta.

—Escúcheme bien oficial, si el agente Hoffmann no me esposa, me niego a ser esposada y me niego también a acompañarlos—el oficial volvió a ofrecerles las esposas a Alec pero esta vez acompañado de una orden.

—Agente Hoffmann...espósela—dijo autoritario, Alec me miro con una disculpa reflejada en su expresión pero me limite a mirarlo desinteresada, le di la espalda poniendo las manos detrás de mí, sentí sus manos tocar las mías y después el frio metal de las esposas, mientras recitaba.

—Tiene derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra ante un tribunal. Tiene derecho a consultar a un abogado y/o a tener a uno presente cuando sea interrogado por la policía. Si no puede contratar a un abogado, le será designado uno para representarlo—su roce me estremeció y el calor que desprendía me recordó a las veces que habíamos pasado la noche juntos, los recuerdos vinieron a mi mente como un balde de agua fría y una lagrima se escapó de donde las estaba reteniendo, Pat lo noto y se acercó para limpiarla porque ya estaba esposada, me abrazo con fuerza y me susurro.—Voy a estar contigo preciosa, no te dejare sola...pero te necesito fuerte, te necesito entera, fría, sarcástica y calculadora para que estos bastardos tengan que pedirte disculpas...cuando todo esto termine...puedo ver el dolor que te causa la traición de Alec y no recuerdo haber visto tanto dolor en tus ojos desde que te conozco, pero no te puedes derrumbar ahora...hazlo por tío Michael, por mí y más importante por ti—asentí ante las palabras de Pat que beso mi frente cariñosamente, Alec intento tomar mi cintura para guiarme pero me aparte chocando con Pat que me tomo por los hombros, aunque de inmediato la mujer lo aparto y me tomo por los hombros, se quitó el pasamontañas y note que sonreía desvergonzada.

PREFIERO MORIR ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora