—Sí, estoy bien Alec—contesto picara y coqueta con una media sonrisa, mientras comenzaba a caminar a la puerta, camine a su lado. —Vámonos ya.

—Bueno pues vámonos, Dubái nos espera—dije con una ancha sonrisa. Llegamos al aeropuerto y nos dirigimos a comer algo ya que Miranda me había dicho que tenía hambre y que no le gustaba comer en el avión, así que comimos algo, tan solo un snack nada que eliminara nuestra hambre, pero que nuestro estomago lo olvidaría por un rato. Abordamos el avión y como era de esperarse viajamos en primera clase, durante el camino Miranda y yo conversamos de muchas cosas respecto a nosotros, le recite la falsa historia de vida que la CIA me había designado, esperando que ella correspondiera de la misma manera contándome de ella más a fondo, pero no fue así se limitó tan solo a escucharme y hacer preguntas sobre mi historia.

—Pues tu vida no ha sido fácil, pero mírate ahora Alec, tienes una economía solvente, eres independiente y sobre todo maduro en algunas ocasiones—dijo mientras sonreía al mencionar lo de la madurez.

— ¿Y tú dime has tenido una vida interesante? —le cuestione esperando que me revelara información clave para la investigación del caso Anderson.

—Sí, bastante interesante, ya que siempre he tenido lo que he querido, una vida cara, llena de lujos, soy consentida en muchos sentidos por mi tío así que…si me lo preguntas he tenido la vida de la típica adolescente que lo tiene todo pero que no es una malcriada, además cuando iba a la escuela tenía las mejores notas de mi clase—agrego, levantando los hombros.

—Yo diría más bien que has tenido la vida que cualquier chica desearía, Miranda.

—Quizá Alec, pero yo habría cambiado todo eso por crecer a lado de mis padres, porque ellos estuvieran aquí conmigo, que me hubieran visto graduarme.—dijo Miranda casi en un susurro lleno de melancolía, observe como sus ojos se cristalizaban, aparto su mirada tratando de ocultar la lagrima que resbalo por su mejilla pero que rápido limpio con su mano, un sentimiento de empatía y compasión me acogió, el deseo de abrazarla para hacerle sentir que no estaba sola se apodero de mí, sin embargo no me moví de mi asiento y me limite a tomar delicadamente su mano que descansaba en el antebrazo del asiento esperando que no fuera a sacar un pequeño revolver de su bolsillo por tomarme esas atribuciones con ella, cuando sintió el roce de mi piel se estremeció y de inmediato me miro a los ojos pero no retiro su mano de la mía así que lo considere buena señal.

—Lo siento mucho, Miranda, no quise tocar fibras tan sensibles de tu pasado, no era mi intención­.

—No te preocupes Alec, creo que a veces el hecho de no tener a mis padres conmigo me abruma demasiado y me pongo sentimental, en todo caso no es tu culpa—esbozo una media sonrisa y una última lagrima resbalo por su mejilla, antes de que ella pudiera limpiarla, acerque mi mano a su rostro y de manera suave con mi dedo pulgar la recogí, sus ojos se abrieron de la impresión por un momento pero luego relajo la expresión, sonriéndome me miro a los ojos y poso su mano sobre la mía que todavía descansaba en su mejilla, en ese momento la azafata se acercó a preguntar si se nos ofrecía algo, ella en un acto reflejo retiro su mano de la mía y yo la retire de su mejilla, el resto del vuelo nos mantuvimos en silencio ella tenía la mirada perdida en la ventanilla y yo fingía dormitar.

Llegamos a Dubái, bajamos del avión y subimos a una camioneta que ya nos estaba esperando fuera del aeropuerto.

— ¿Y dónde nos hospedaremos Miranda?

—Mi tío tiene una propiedad aquí, nos quedaremos ahí.

— ¡Oh sí! Era de esperarse ¿y nos quedaremos en la misma casa Miranda? —pregunte con sorna, la verdad es que la idea de dormir bajo el mismo techo que Miranda me entusiasmaba a sobremanera.

—Si Alec en la misma casa, pero no en la misma habitación así que elimina tus sucios pensamientos. Pero si te molesta puedo hacerte una reservación en un hotel cercano.

—No por mi está perfecto Miranda, era solo curiosidad, y sobre los “sucios pensamientos” no te aseguro nada—hice énfasis en “sucios pensamientos” lo que logro que sonriera divertida y coqueta. Cuando me miraba con esa sonrisa coqueta era como si algo dentro de mí se descongelara, como si algo dentro de mí se encendiera y no estaba seguro si quería sentirlo.

—Mateo… ¿has sabido algo de tío Michael? —escuche como Miranda le preguntaba al hombre que conducía la camioneta, el hombre la miro por el retrovisor.

—Sí, señorita, hace unas horas para avisar que usted llegaría.

— ¿Y no dijo nada más?

—No, solo que llegaría acompañada—me dedico una mirada fugaz para después mirar al parabrisas.

— ¡Oh sí! Por poco lo olvido Mateo. Él es Alec tiene poco trabajando con nosotros, pero mi tío ya lo estima bastante—Mateo asintió en forma de saludo ya que no podía retirar la mirada de la calle.

—Espero que sepas que estas en territorio Anderson Alec, un paso en falso y terminaras con una bala en la cabeza.

—Si, digamos que esperaba ese tipo de bienvenida de tu parte, Mateo.

—Me caes bien muchacho, tienes sentido del humor.

—Supongo que puedo decir lo mismo de ti, Mateo—los tres reímos al unísono mientras la camioneta atravesaba dos grandes puertas eléctricas, llegando a una pequeña glorieta que se encontraba frente a una gran puerta de madera, bajamos de la camioneta y me quite los lentes de sol para poder cerciorarme de que era real, si la fachada de la casa era apantallante que podría esperar del interior de la gran casa que se extendía después de la puerta de madera.

—Bienvenido Alec, esta será tu morada más o menos por tres días.

—Miranda yo podría vivir aquí toda la vida.

—Si a mí también me encanta la casa de Dubái, pero disfruta tu estancia aquí Alec y agradece que mi tío te adora, nadie más aparte de nosotros conoce las propiedades y al paso que vamos esta es la primera de todas las que tendrás que conocer—termino de decir esto y acaricio mi mejilla delicadamente cuando paso a mi lado para caminar hacia la gran puerta, el roce de su piel estremeció la mía, acelero mi pulso e hizo que mi corazón diera un vuelco. Y eso era lo que necesitaba para darme cuenta que no había marcha atrás, Miranda se estaba metiendo en mis entrañas y yo tendría que tomar una decisión.

PREFIERO MORIR ©Where stories live. Discover now