Esperando respuestas

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-Gracias por anoche -repetí una vez más.

-Ya lo has dicho como cuatro veces -Valerie me sonrió tiernamente.

-Lo sé, ¡lo sé! -seguí caminando en círculos -pero si no me entretengo con algo creo que realmente me pondré a planear algo para torturar a ese maldito gordinflón y que sufra así como ahora se está divirtiendo haciéndome esperar.

-¿A qué hora dijo que te recibiría?

-A las cuatro. Dos horas de espera. Como si no supiera que la paciencia no es mi fuerte -saqué un cigarrillo y empecé a fumar marcando toscamente cada pitada.

-No creo que lo haya hecho por molestar... debe estar bien ocupado -intentó calmarme.

-Hernán está por ahí -contesté -y ya me dijo que el muy desgraciado está jugando Tetrix en su computadora. Lo hace porque quiere verme de mal humor, para sacarme de mis casillas y tener una excusa más para expulsarme.

Valerie mantuvo el silencio dejando que me tranquilizara solo un rato.

-¿Le piensas dar el gusto acaso?

-Claro que no -fruncí el ceño y me apoyé en la mesa en la que ella estaba sentada.

-¿No convendría entonces que en serio pienses en otra cosa?

-No tengas siempre la razón ¿Sí? -dije entre fastidiado y divertido lanzándole una ojeada.

Ella contuvo a duras penas una sonrisa.

-Eres un asco -susurró con bastante seriedad.

Me giré en pleno para poder mirarla cara a cara. No estaba seguro de haber detectado algún timbre bromista en su tono.

-¿Cómo?

-Me dijiste que no tenga la razón. No eres un asco ni te acercas a serlo -se encogió de hombros sonriendo dulcemente -como ves, me he equivocado. O al menos, no tuve la razón.

No pude evitar sonreír.

-Me han dicho cosas peores antes -le guiñé un ojo.

-No me sorprende -balanceó sus piernas.

-¿No? -fingí exageradamente estar ofendido a modo de broma.

-Ni un poquito. Yo misma pude haberme superado, pero soy una chica educada -se puso de pie de un salto y tras avanzar algunos pasos, se giró para dedicarme una mirada juguetona.

-¿Me explicas cómo es que eres mi novia?

-Tuviste la brillante idea de pedírmelo -dijo moviendo la cabeza negativamente como diciendo "pobre iluso".

-¿Por qué accediste?

Me acerqué lentamente obligándola a retroceder hasta que su espalda chocó con el pizarrón.

-¿Pena? -sugirió.

Apoyé uno de mis brazos sobre su cabeza y mi otra mano junto a su cintura.

-¿Estás buscando mi límite? -susurré rozando su oreja con mis labios.

-¿Tienes límite? -respondió de igual manera.

Sonriendo engreídamente retrocedí muy ligeramente, lo suficiente para poder mirarla cara a cara.

-¿En serio crees que fue una idea brillante?

-Quizás no, pero sí de las mejores decisiones que has tomado -imitó mi sonrisa.

-¿No crees que debería ser yo quien defina eso?

-¿Puedo ayudar un poquito?

Estaba a punto de besarme cuando oímos el chirrido de la puerta del salón abriéndose. Valerie se separó de golpe con las mejillas totalmente teñidas de carmín.

-¿Castiel? -se asomó un profesor -El director dice que ya puedes pasar.

Asentí y tras lanzarle una mirada a Valerie, me encaminé hacia el despacho. Oí como ella salía poco después siguiéndome a una distancia prudente, dispuesta a esperar lo que demorase mi conversación con el director. Intentando mantener la calma, llamé a la puerta de la oficina y esperé hasta que me dieron el pase.

-Bueno, bueno, el señorito problemático supo esperar.

"Viejo cojudo, te aprovechas para burlarte" logré ocultar el desprecio de mi mirada mientras mantenía la boca cerrada.

-¿Qué ha decidido, señor? -me esforcé por controlar mi tono de voz en un susurro monótono.

-Tus profesores, para sorpresa hasta de ellos mismos, vinieron en tu defensa como bien podrás recordar.

Asentí.

-Hace un par de meses, ninguno de ellos hubiera asomado un dedo a tu favor. Solo repito -levantó las manos -Ha sido su actitud estos últimos tiempos lo que los ha impresionado muy favorablemente.

-Entonces... ¿Qué va a pasar conmigo?

-Sin embargo -me ignoró totalmente y siguió con su discurso -su comportamiento ha sido, en los años que lleva aquí, bastante... insatisfactorio. No dudo en que es usted consciente de que merece un severo castigo.

-¿Me echa?

-Por otro lado -siguió sin tomar en cuenta mi pregunta -Siempre hemos estado orgullosos de decir que valoramos los esfuerzos individuales de cada alumno. Y usted... usted se ha superado como nadie.

Ya me estaba volviendo loco. ¿Me iba a expulsar o no?

-No hay que dejar de lado, a pesar de esto, que usted es definitivamente el problema más grande que ha tenido esta institución en varios años. Incluso las relaciones con sus compañeros han sido complicadas en ocasiones. Otra cosa que consideramos a la hora de evaluar su caso, fue precisamente esa.

Hijo de la grandísima. Lo hacía adrede para fastidiarme. Apretando la mandíbula y los puños intenté descargar la rabia que parecía querer adueñarse de mi. Realmente me estaba poniendo tenso. Una y otra vez me repetí que no debía darle el gusto al muy desgraciado. Su jueguito de "todo esta a tu favor, mentira, todo está en tu contra" estaba desarrollando una especie de instinto asesino en mi.

-¿Qué decidieron?

-Entenderás que no es una decisión sencilla de hacer.

Asentí.

-Además, hemos tenido que evaluar varios detalles.

¿Tan difícil era contestar? Podía decir muy fácilmente "sí" o "no" y luego lanzar su discursote explicatorio.

-Revisar papeles.

Cada minuto me costaba más mantener el rostro inexpresivo.

-¿Quiere decir algo al respecto, joven? -me preguntó.

Respiré fuertemente antes de contestar calmadamente.

-No. Yo escucho, señor. Solo espero saber qué decidieron.

El director apoyó sus manos regordetas sobre la mesa dejando caer en ellas buena parte de su peso.

-Teniendo en cuenta que solo quedan pocas semanas para las vacaciones, su esfuerzo y, sobre todo, la buena opinión de sus maestros, he decidido que puede quedarse.

A duras penas contuve un "¿No podía empezar por eso?". Solté un buen suspiro, aliviado. Eran buenas noticias a fin de cuentas. Casi inconscientemente me revolví el cabello.

-¿No dirá nada? -me preguntó mirándome atentamente.

-¿Ah? -me desconcerté unos instantes -¡Ah! ¡Claro! Gracias, señor.

-Puede retirarse -señaló la puerta.

Me apuré en salir y en cuanto cerré la puerta empecé a maldecir por lo bajo. Alcé la mirada buscando con esta a Valerie. Ella me esperaba, de pie, a unos treinta metros.

-¿Y? -inquirió en un susurro cuando me acerqué.

-No te librarás de mí tan fácilmente, angelito.

The Real Bad Boy (PUBLICADO)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant