Pequeños problemas

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Rato más tarde estábamos nuevamente en el mismo plan. Las chicas tomando sol y nosotros conversando. Mónica y Andrei no volvían aún. Habían con las justas mandado un mensaje más como para que nos mantuviéramos tranquilos (en realidad, para tranquilizar a las chicas) y hasta ahí llegaban nuestras noticias de ellos.

 A cierta hora nosotros nos metimos en la piscina y podría jurar que una mamá obligó a su hijo a salir del agua en ese mismo momento. Reímos divertidos de que lo alejara como si fuéramos un peligro. Las chicas se nos unieron tras un rato en el que tuvimos que pedirles e insistir. Tomás y Javier fueron los más entusiasmados en la labor. Sus extranjeras habían congeniado con el grupo a pesar de entendernos a duras penas y ellas terminaron convenciendo a las demás. En distintas ocasiones una u otra persona salía para acercase a la barra a pedir un trago. Cuando Valerie hizo lo propio, aproveché que los demás estaban muy distraídos discutiendo entre risas alguna tontería para seguirla.

-Tengo un... pequeño problema -susurré al acercarme, abrazándola de la cintura por detrás y depositando un beso en su pelo.

-¿Cuál? -preguntó recostándose contra mí sin apartar su mirada del barman que la estaba atendiendo.

-Desde anoche no dejo de pensar en ti.

-Me ofendes. ¿Recién desde anoche? -bromeó -Así es como debe ser -pude imaginarme su sonrisa burlona, riendo por dentro a mi costa.

-No tienes idea de lo que estoy imaginando ahorita, entonces.

La sentí estremecerse.

-¿Quiero saber?

-Tú dirás... -murmuré.

-Adelante -me apremió, divertida.

-Tú y yo. Solos. Aquí mismo. Tú sentada sobre esta barra... gimiendo mi nombre...

-¡Castiel! -intentó girarse en mis brazos para poder mirarme, medio desesperada por callarme.

-...mientras que yo -probé continuar con una sonrisa de satisfacción algo engreída que ocupaba mis labios.

-¡Mejor no sigas! -esa vez sí logró alejarse un poco y voltearse, tapándome la boca con ambas manos.

Estaba completamente roja. Dejé escapar una risa a carcajadas. Ignorante de nuestra conversación, el barman se acercó para tenderle a Valerie un vaso. Ella le agradeció con una sonrisa, apurándose a regresar sus ojos a mí para lanzarme una mirada de advertencia. Tomando un sorbo, probó la bebida.

-¿Quieres? -me preguntó ofreciéndome el vaso.

-¿Intentas emborracharme? -exclamé fingiendo estar ofendido.

-¿Qué? No -rió -Solo quería saber si querías... tampoco es como que tú te fueras a emborrachar con un sorbi...

-¡Pervertida! -le guiñé un ojo saliéndome dos segundos de mi papel de escandalizado -¡Quieres emborracharme!

Algunas personas empezaron a mirar a su alrededor como buscando al culpable del escándalo.

-¡Quieres aprovecharte de mi! ¡Asegurarte de que esté bien borracho para...

-¡Oh Dios! ¡Cállate! -riendo, se apuró en besarme impidiendo que continuara.

Hice un leve intento de apartarme para seguir pero mis labios decidieron que habían encontrado una ocupación mucho mejor. Sin importar que nos pudieran estar mirando seguí el beso, esforzándome por no cargarla ahí mismo y llevármela al cuarto. Nos separamos lentamente, dejando nuestras frentes apoyadas. Ella acarició tiernamente mi nariz con la suya, robándome una rápida sonrisa y tentándome a besarla de nuevo.

The Real Bad Boy (PUBLICADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora