Papá Castiel y Mamá Valerie... los papás Noeles modernos

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-¿Guardaste los disfraces? -le pregunté riendo entre dientes.

-No he tenido tiempo de devolverlos -seguía jalándome de la mano.

-Hey, tranquila -reí alargando las vocales -sé que mueres de deseo, pero no me tienes que arrastrar así a tu cuarto, contrólate.

-¡Eres una bestia! -rió también, soltándome al instante la mano.

La seguí aún bromeando hasta su habitación.

-¿Puedo pasar? ¿O prefieres que me quede afuera?

Vi que dudaba, y bastante.

-Pasa -dijo tras unos minutos -pero no toques nada -se apuró en añadir.

Naturalmente lo primero que hice fue ignorar su pedido. Me dejé caer en su suave cama ocasionando que Valerie desespere.

-¡Se va a destender! -soltó un chillidito.

-¿Destender existe? -pregunté para fastidiarla.

-No sé -contestó mirando angustiada su cama -¡No importa! ¡No te burles de mí! -me reprendió con una sonrisa que no pudo aguantar.

-Solo son unas arruguitas, angelito -reí -relájate.

-No son "solo unas arruguitas" -protestó -mírala.

De mala gana me puse de pie y giré para ver mi "terrible" crimen. Debo reconocer que eran un poco más de unas arruguitas y que el edredón sí se había desacomodado desconsideradamente pero no era nada tan trágico. Un par de manotazos y problema resuelto.

-¡Auch! -exclamé cuando de pronto algo me cayó encima.

No tardé en comprobar que era el disfraz de papá Noel. Valerie me miraba con una sonrisa inocentona, cargando su traje.

-¿Quieres que te ayude a cambiarte, angelito? -le guiñé un ojo, sonriendo engreídamente.

-No creo que sea buena idea -contestó sonrojándose ligeramente.

-Es verdad, no llegaríamos a bajar nunca -solté como si nada.

-¡Castiel!

No pude contener una risa entre dientes que aumentó al verla intentando mantener una mirada de reproche y ocultar una sonrisa sin éxito alguno.

-Ahora mismo voy a cambiarme al baño. ¿Por dónde es?

-Saliendo, por el pasillo de la derecha. Solo hay dos puertas, una es un armario de sábanas y la otra es el baño. Confío en que te alcance la habilidad para llegar.

-Muy graciosa, angelito. Vengo en ocho minutos. Pienso entrar tanto si estás lista como si no -le advertí mientras salía.

Estaba a punto de encaminarme cuando escuché unos pasos en la escalera. Al girarme, me encontré cara a cara con la mamá de Valerie quien se sonrojó notablemente.

-Yo... subía por una pastilla a mi cuarto... Veo que aún no están listos... -balbuceó sonrojándose de una manera que la hacía parecerse bastante a su hija.

-Claro... Yo estaba justo por ir al baño para cambiarme.

Ella asintió y cada uno siguió por su camino. Me resultó obvio que no había subido por ninguna pastilla desde el momento en que justificó su subida. ¿Por qué tendría que darme explicaciones de lo que hacía en su propia casa? Era evidente que le preocupaba la... integridad de su hijita. Con una sonrisa burlona, me dispuse a cambiarme. Tardé mucho menos que la vez pasada porque ya tenía una idea de cómo funcionaba ese horroroso traje.

The Real Bad Boy (PUBLICADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora