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85. Perecer como el monstruo más fuerte

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Disfrútenlo, monstruitos <3


***

¿Suo?

Si mal no recordaba, el Suo era la parte que confería a los monstruos su naturaleza salvaje y su percepción de miedo y deseo de vivir.

—De él le quería hablar —prosiguió Gael, haciendo una breve pausa para inhalar aire e irla soltando despacio—. Un suo concentrado puede ser peligroso incluso para mí. No tienen raciocinio, son solo bestias salvajes.

No me lo parecía. Realmente no parecía que fuese solo una bestia salvaje.

—¿Eso es cierto? —inquirí, dudosa.

—No tiene Ki.

—Pero dijiste que Sauto podía crear su propio Ki o Suo, lo que hiciera falta.

—Una versión de ambos.

—¿Entonces? ¿Y el Ki de Sauto está...?

—En la otra habitación.

Aparté las sábanas de inmediato dispuesta a bajar de la cama. Cuando creí haber entendido un poco cómo funcionaba el Ki o Suo, lo que fuese que eran realmente, me topaba con una pared enorme que me imposibilitaba llegar a la verdad. Parecía estar fuera de mis limites entender la verdadera naturaleza de los monstruos. ¿Cómo funcionaban realmente? ¿Todo se resumía en el Ki o suo?

¿La magia de los monstruos nacían de esos dos elementos?

¿Cómo funcionaban?

No. Quizá la complejidad del asunto aplicaba a Sauto nada más. Parecía ser que todas las leyes conocidas no le afectaban, ni se incluía en el mismo grupo que el resto de monstruos, como si él fuese hecho de manera distinta.

Bajé los pies descalzos al suelo, me acomodé el vestido de dormir de seda blanca para cubrir bien mis piernas.

—¿A dónde va? —preguntó Gael.

—Dices que dormí dos semanas, ¿Sauto sigue en la otra habitación?

Gael asintió, extrañado.

Me encaminé hacia unas de las ventanas abiertas, me atreví a mirar el exterior con una expresión triste. Descubrí el mismo escenario que la última vez. Nada había cambiado. Los monstruos permanecían aglomerados frente al castillo, soltado quejidos y caminando sin dirección alguna. De no ser por la información que Gael me proporcionó del tiempo, jamás me hubiese percatado de la cantidad de días que había transcurrido.

—¿Por qué no hacen nada? —quise saber, refiriéndome a los monstruos.

—Por desgracia, no poseo la sangre de Sauto para responderle esa cuestión. Sauto... estará bien —agregó no muy seguro.

¿Bien?

Tal vez necesitaba una nueva definición de lo que era estar bien. Los monstruos actuando extraño, la información del Ki y Suo, el monstruo escondido en una cueva, el sueño y el hecho de que el cuerpo de Sauto seguía en la otra habitación a pesar de estar muerto... todo eso era realmente imposible de creer y asimilar.

—¿Te importaría explicarte? —pedí.

—Creo haber dicho lo necesario.

—No, no es así.

Él soltó un bostezo bastante largo.

—Créame, si Sauto estuviera muerto... usted lo sabría. Yo lo sabría, ellos... —señaló los monstruos hacia el exterior—, se lo dirían.

Princesa de un castillo de monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora