Princesa de un castillo de monstruos

63. Beso apasionado

Pá que vean cuánto los adoro, monstruitos. 

Tendrán algo más que lamidas esta vez. 

Espero sus votos y comentarios 7u7

***

Para cuando volví a abrir los ojos, me encontraba recostada sobre una manta con la túnica de Sauto sobre mi cuerpo; y estábamos al aire libre. Me senté, soltando un bostezo.

—Por fin despierta... —habló. No sabía si era impresión mía o si realmente había cierta angustia en su tono que logré percibir.

—¿Llevo mucho tiempo dormida? —pregunté.

—Solo un poco.

—¿Dónde estamos?

—¿No recuerda este sitio? —me devolvió la pregunta, viendo a los lados.

Antes de analizar el lugar, froté los ojos con la punta de mis dedos para despejarme la vista. Tan pronto lo hice, reconocí aquel sitio inconfundible. Era el lugar favorito de Sauto para pasar el tiempo, me abrumó la familiar sensación de sorpresa al estar a la altura y con tremenda vista de un castillo majestuoso.

—Me gusta mucho —admití.

Él estaba de pie y, sin embargo, se sentó a mi lado, rozando apenas mis dedos con los suyos. Estaba siendo cauto.

—¿Tiene miedo de mí? —quiso saber.

—No —respondí.

—¿Entonces siente lástima?

—Por supuesto que no.

—¿Puedo saber por qué tiene esa expresión si no es por miedo ni por lastima?

Me volví hacia él, asombrada. No sabía que estuviera preocupado por eso. No sabía que estuviera siendo tan precavido por temor a lo que sintiera por él ni sabía qué expresión tenía en el rostro ahora o qué impresión le estaba mostrando, pero en definitiva mis sentimientos y pensamientos no le hacían comparación a lo que se le ocurría. Jamás le temería. Tomé una de sus manos con las mías y le dejé un beso en el dorso, acto que le sorprendió.

—Me compadecía a mí misma por no ser lo suficientemente fuerte... —comencé a decir. Solté una risa nerviosa—. Y me preguntaba si yo... siendo tan débil, podía ayudarlo un poco, pero acabo terminando siendo una inútil. Me preguntaba cómo pedirle disculpa...

—¡Shh! —Colocó uno de sus dedos sobre mis labios, silenciándome—. Calla. Nada de lo que pasó fue culpa suya.

—Pero si yo no hubiera sido tan insistente y comprendiera mejor sus sentimientos... usted no se habría molestado tanto con Nord.

—No se culpe por nada.

—Aun así...

—No insiste ahora.

Asentí con un ligero rubor en las mejillas. Bajé la cabeza y apreté en una línea fina mis labios, sin saber qué hacer o qué decir. Sin embargo, los pensamientos fueron innecesarios cuando sentí el cuerpo de Sauto acercarse y empujarme hacia atrás, sobre la manta tendida en el suelo. Caí acostada despacio.

Sauto tiró de la túnica que me cubría para liberarse de cualquier cosa que se interponía entre nosotros, teniendo cuidado de mantener su peso en sus brazos colocados de lado a lado de mi cuerpo, se posicionó sobre mí.