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67. El secreto bajo la rosa

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Mis doncellas me peinaban y maquillaban a un costado de la cama. Una de ellas colocaba color a mis labios y a mis pómulos para avivar la palidez de mi rostro.

—El amo podría borrarle las cicatrices, hacerlas desaparecer; usted volvería a su antigua belleza —comentó la mayor de mis doncellas, cuyo nombre no recordaba. Repasaba el contorno de mis cicatrices con la punta de sus dedos, desde un extremo a otro—. El maquillaje que nosotras creamos no es suficiente para ocultarlo.

Una de las muchachas miró a su compañero con desdén. Disgustada, ella agregó:

—No le plantes ideas a la cabeza.

Tarde. Lo había escuchado y me interesaba. Si Sauto poseía tal poder, ¿por qué jamás había mencionado nada?

—¿Puede? —quise saber, ilusionada.

—Si se lo pide —admitió entonces. Su disgusto se desvaneció despacio hasta que ella se vio atormentada—, pero dudo mucho que a usted le guste el método o que el amo apruebe la idea.

—Nos castigará —habló otra de ellas, sonaba asustada—. No debiste decir nada, Quïïn. Nos silenciará.

Quïïn refunfuñó antes de agregar:

—Ella debe saber que la posibilidad existe.

—¿Pero a qué precio? —respondió nuevamente la que se había disgustado—. ¿Pensaste en eso?

—Tranquilas, no peleen —demandé—. Hay demasiados conflictos en el castillo y no me gustaría que las únicas personas en quien confío también se peleen.

—Perdone nuestra impertinencia —dijeron casi todas al unísono, haciendo una leve reverencia para acompañar la disculpa.

Reí un rato.

—Quiero un espejo —solicité.

Aunque dudaron un rato e intercambiaron miradas furtivas entre ellas, no me hicieron esperar y alguien me pasó un objeto redondo. Una orden era una orden, mis doncellas debían acatar cada uno de mis mandatos y deseos. Mis manos temblaron ante la idea de verme a mí misma una segunda vez. Ya había visto mi rostro con anterioridad, conocía de memoria las marcas espeluznantes que surcaban mi piel; y las únicas veces en las que olvidaba ese hecho ocurría cuando estaba al lado de Sauto.

Aunque él me hacía olvidar la vanidad que provocaba la belleza de lo físico, también me hacía sentir insignificante. Sauto me recordaba lo bella que era para él, mas sus palabras no eran lo suficiente para hacerme recordar la sensación de haber sido hermosa en una ocasión. Era fácil decirlo pero aceptar el elogio de alguien que mantenía los ojos cerrados la mayor parte el tiempo y que además fuera bello, resultaba casi imposible.

Era mi rostro el que se reflejaba en el espejo y lo único que encontré familiar eran mis ojos que me devolvían una mirada vacía. Nada en esta cara resultaba conocido. Pensar que apenas la noche anterior me atreví a besar a Sauto con estos labios partidos y sin forma concreta. Me sorprendía que Sauto no se sintiera asqueado.

Tal vez por esa razón no me besaba.

Sacudí la cabeza a los lados mientras dejaba el espejo en las manos de una mis doncellas. Ellas siguieron en su intento por arreglar lo irreparable, por ocultar lo imposible de esconder. Cerré los ojos para darles total libertad, lo que me servía para fantasear y revivir lo ocurrido la noche anterior.

Lo salvaje, lo obsceno y perverso.

No había conocido la definición exacta de esas tres palabras hasta que Sauto se abalanzó sobre mi cuerpo, dejándome en total evidencia. Me explicó con sus acciones que él era esas tres descripciones. Mi mente, mi cuerpo, mis sentidos: todo mi ser recordaba con tanta viveza la irracionalidad de sus acciones, la dureza de sus movimientos y la necesidad de sus arrebatos.

La humedad de sus labios sobre mi piel se había sentido exquisita cuando iba con tranquilidad, sin prisa; el roce de sus labios causaron cosquillas y enviaron estremecimientos placenteras en cada rincón de mi cuerpo; su ronroneo cerca de mi oreja fue una melodía que adoré escuchar. Mi alma había grabado cada instante.

Aunque duraron tan poco las emociones, ese momento de placer y gozo, supe de inmediato que nada de eso era suficiente para satisfacer a Sauto. Si se debía a mi naturaleza humana que me conformaba con la delicadeza de sus caricias o si se trataba de algo más profundo como sentirse amada.

Yo era humana en todos los sentidos posibles.

Sauto era humano solo en apariencia.

No entendía la diferencia que había entre un monstruo y un humano, no había podido comprender que la línea que separaba el uno del otro era inmensa hasta que los besos se convirtieron en lamidas y leves mordiscos.

Pronto los labios de Sauto fueron sustituidos por su lengua, que recorrió las partes visibles de mi cuerpo; el tacto suave se convirtió agarres fuertes y salvajes, por un instante creí que sus garras se clavarían en mi piel en un descuido; el sonido suave que provenía desde su garganta cambió a gruñidos, mugidos. Mi alma guardó también estas sensaciones.

Yo era humana, una mujer frágil; Sauto era un monstruo, una bestia incontenible.

Jamás me pregunté en qué mundo me había metido hasta la noche anterior. Mi corazón aún golpeaba mi pecho con dureza ante la intensidad de los sucesos, mi respiración desbocada no cedía. ¿Tenía miedo? ¿Me arrepentía de haberme quedado? ¿Tenía duda de mi decisión?

Quizá, después de todo, yo no podía entrar en ese mundo nocturno tan hermoso como el terciopelo. No estaba preparada todavía.

No quería ser devorada. Aunque Sauto me mostró su salvajismo y tuvo cuidado de no lastimarme, fue bastante notorio que se contenía. Él nunca fue específico respecto a sus sentimientos por mí, siempre daba respuestas vagas o se limitaba a decir que yo era su señora, pero quizá lo decía para tranquilizarme. Tal vez yo era a quien más deseaba devorar, haciendo del proceso un acto lento y divertido, un juego de predador a su presa, cual gato con el ratón: y lo estaba consintiendo sin saberlo.

Sin percatarme, sin haberlo advertido, su secreto bajo la rosa me absorbió por completo una segunda vez.

Pero en esta ocasión, muy en el fondo, comenzaba a desfallecerme ante la espera de una explicación. 


***

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¿Ya vieron a Nassen en instagram? 7u7

¿A que es lindo?

La forma humana de Naseen es lo maaaaaaássss y el mundo merece conocerlo (?

Fuera de esto, dejaré que se imaginen la noche traviesa de Sauto y Rías, pero que sí quiero que entiendan las emociones de ella al respecto. 

¿Creen que los pensamientos de Rías se está desviando o las acciones de Sauto apuntan a eso?

¿Ustedes qué piensan? 

Gracias por leerme y esperarme <3 

Los quiero un montón.

Princesa de un castillo de monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora