Wattpad Original
Te quedan 32 partes más de forma gratuita

57. Somos tres...

32.2K 3.2K 1K
                                    


Las palabras de Éfar me dejaron confundida, aunque no por mucho tiempo. Partimos tan pronto la conversación terminó, y no tuve oportunidad para preguntarle al respecto.

Nos detuvimos poco después de manera abrupta en cierta parte del bosque. Me caí de bruces contra el suelo, no había previsto que él se transformaría en su forma humana sin ningún aviso anticipado.

Él soltó una risa burlona.

—¿Por qué nos detenemos? —quise saber de inmediato. Mi expresión debía ser al de una niña enfurecida..

—Silencio —dijo con bravura, colocando uno de sus dedos sobre sus labios—, trate de no hablar, y si es posible, de no respirar.

Lo miré mal. ¿Eso tenía sentido?

—Mire por ahí —agregó después sin verse afectado por mi gesto desagradable.

Seguí la dirección de su mirada.

Sin contenerlo, algo en mi pecho se removió, se agitó de angustia y miedo. Sentí que a mi alrededor se desdibujaba para mostrarme con nitidez ese punto en particular, estábamos lo suficientemente cerca para observar con claridad lo que sucedía, pero también, lejos para pasar inadvertidos y no ser detectados.

Y lo que llegó a mi mente al ver la escena era que había llegado tarde. Era demasiado tarde.

—Todo está mal —dije con una expresión de dolor—. ¿Podemos hacer algo?

—No.

Quería ir, pero no podía; porque los habitantes del castillo estaban ahí, rodeando el cuerpo de Sauto.

Solo sería una molestia si no cuidaba bien mis acciones, un paso en falso podía arruinarlo todo, aunque no sabía qué exactamente. Solo tenía ese presentimiento. Esa sensación de que algo increíble sucedía. Quizá era la actitud pensante de Éfar lo que me hizo pensar que debía ser más precavida, porque era normal que los habitantes del castillo se preocuparan por su amo en todo momento.

Aun así, no dejaba de ser raro esta situación.

Estaba con Éfar oculta entre árboles, viendo el estado de Sauto a la distancia. La casa en ruinas de la señora Miriam se situaba a una distancia considerable, pero ahora estaba habitado por personas inesperadas.

—Lo hizo a propósito, así que no se preocupe mucho al respecto —comentó Éfar.

Debía ser de ese modo, ¿qué otra razón tendría Sauto para desplomarse en su sitio y fingir estar mal?

Aparte de su malhumor y enojo, su confusión y desconfianza, cuando nos despedimos se encontraba perfectamente bien de salud. Sin embargo, Sauto había vuelto a caer, boca abajo, en la misma posición y lugar en donde ocurrió la primera vez antes de cambiar. Con visitas inesperadas me refería a varios de los miembros del castillo.

En esta ocasión, Jhüen, Naseen, Nord y otros cinco hombres se encontraban arremolinados cerca de él; incluso el pequeño Magüen estaba.

—¿Por qué ellos están aquí? —quise saber.

—Por la misma razón que yo estoy aquí. —Fue su única respuesta. No me pareció pertinente seguir cuestionando si no quería que ellos sintieran nuestra presencia. En susurro, él continuó—: Usted debe entender que guardaré el secreto de mi amo incluso después de la muerte. ¡Y una humana no lo arruinará todo!

Comprendía su situación, realmente lo hacía, pero él debía confiar en mí esta vez.

—Haré lo que sea necesario. Hay algo que debo hacer en el castillo —accedí con desesperación.

Princesa de un castillo de monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora