Wattpad Original
Te quedan 39 partes más de forma gratuita

50. Lo que un ser humano jamás debe olvidar

36.7K 4.1K 1.1K
                                    

Sauto me pidió que le explicara cómo habían sucedido las cosas y el por qué estaba ahí en su castillo. Por un momento, realmente creí que él era tan olvidadizo como Jhüen lo había mencionado, pero Sauto no parecía ser ese tipo de personas. Debía haber algo más escondido, algo que él sabía y se negaba a decirme sin importar cuanto preguntara.

No le conté mi vida antes de la propuesta de matrimonio, solo cómo fue tras conocerlo y mi razón para aceptar casarme con un desconocido. No entendí la mayor parte de su reacción o las expresiones que hizo a medida que le relataba todo lo sucedido. Realmente se sentía igual al Sauto al que estaba acostumbrada, pero a la vez tan lejano. Quizá esa distancia que sentía con él, se debía a su falta de memoria, era casi como si compartiera con alguien algo que no era capaz de percibir. Eran limitados esos sentimientos, pues compartía con este Sauto algo mucho más íntimo, un secreto. Nuestro secreto.

Sonreí. En este momento, estábamos sentados viendo en silencio el castillo a la par de otro.

—Entonces lo recuerda —habló él finalmente, con una minuciosa sonrisa. De inmediato intuí que se refería al único recuerdo que compartíamos juntos.

—Sí —respondí.

—Entonces debe recordar lo que hay bajo esta venda.

—Sí.

—¿Y eso no la incómoda?

Me volteé a verlo, y él hizo lo mismo. Alcé la mano hacia la pequeña venda blanca que cubría sus ojos, me levanté de mi sitio y me incliné hacia adelante. Quizá era demasiado atrevido de mi parte hacer lo que tenía en mi mente, pero quería hacerlo, me sentía en la necesidad de llevarlo a cabo. Mis labios cosquilleaban, anhelantes, casi como si pidieran desesperados poder tocar cierta zona de su rostro.

Y lo hice, dejé un beso por encima de la tela, justo donde debían estar las cuencas de sus ojos.

Tal como lo había hecho de pequeña.

Él rio. Lucía un poco más tranquilo, relajado. Quería, yo quería estar así. No sabía lo que pasaba o lo que a él le pasaba, pero quería estar a su lado. Era presuntuoso de mi parte albergar ese deseo, pues Sauto para mí era difícil de alcanzar, como siempre fue, como siempre noté que sería. No importaba cómo me sintiera respecto, él jamás podría verme más allá de ser la niña indefensa que salvó por mera curiosidad.

—Puedo verlos —dijo él, interrumpiendo mis pensamientos—. Sus cicatrices —agregó.

Lo había olvidado por completo. La realidad de ese hecho me abrumó y me hizo sentir incomoda. ¿Realmente lo había besado con este rostro desfigurado? ¿Estaría Sauto asqueado?

—Lo siento —le dije. Me aparté de su lado, sin verle el rostro. ¿Qué había hecho? ¿En qué estaba pensando?

Con torpeza comencé a caminar sin rumbo alguno sobre las rocas, en un intento por evadirlo, por evitar que siguiera viéndome. Ya era demasiado tarde para impedir que viera mis cicatrices, sabía que ya las había visto, aun así, quería huir.

—¿Usted sabe que incluso cuando está de espaldas, puedo ver claramente? —preguntó con la voz fuerte, de modo que pudiera escucharlo con claridad. Seguí marcando distancia a grandes zancadas. Luego, riendo, él agregó—. Encuentro divertido el hecho que quiera ocultarlo esas marcas.

No se burlaba de mí, solo se reía porque estaba siendo patética, tan tonta. Sí, era eso. Quizá su risa era genuina, una manera para alegrarme, para pasar un rato agradable y restarle importancia al asunto. Sí, podría ser esa su verdadera intención también; pero existía algo más taladrando mi mente y corazón.

Princesa de un castillo de monstruosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora