Capítulo 85

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No puedo ver nada y eso me aterroriza.
Me llevan agarrada del brazo por lo que parece ser un largo pasillo, pero se me es imposible ver por donde voy debido al saco por lo que logró distinguir que me envuelve la cabeza.

Después de tropezar y dar muchos giros, nos detenemos.

La habitación es grande y tiene ventilación. Esto lo sé por la corriente de aire que sopla sobre mis brazos desnudos y por el eco que hacen los pasos por el lugar.

—Sabía que ibas a aparecer —el saco es retirado de un tirón causándome pequeños cortes debido a la aspereza de este, revelándome al captor de Todd sentado en un trono de piedra—. Sé que tú amor por ese bebé es enorme, pero me sorprende que no haya venido tu esposo. A menos que esté por ahí, vagando solo y... oh sorpresa, lo encontré.

Mientras se ríe veo como Tarik aparece por otro pasillos con la cabeza descubierta con un guardia.

—Cuanto tiempo sin verte, viejo amigo —le sonríe Dareh.

—¿Dónde está mi hijo? —Tarik ignora las formalidades y simplemente se comienza a hablar—. No veo a mi hijo contigo como teníamos acordado.

—¿Trajiste mi pago?

—No puedo traerte algo que no sé lo que es.

—Un barco lleno de oro —sonríe ampliamente—. Totalmente cubierto.

—Así que por eso has venido desde muy lejos a atemorizar a mi familia —se burla Tarik y se sacude al guardia quien al principio no lo suelta pero tras un movimiento de cabeza de Dareh lo hace—. Solo quieres dinero para que puedas volver al agujero de donde saliste, rata inmunda.

—Me alegra ver que me extrañas, pero no vine solo por un pequeño pago. Mis servicios fueron contratados y yo simplemente cumplo deseos —sonríe descendiendo los escalones—. Debo felicitarte, tienes un hijo muy hermoso y bien portado. No me ha dado ni una sola molestia en toda la noche.

—¿Dónde está? —intervengo adelantándome un paso.

—¿Dónde está mi oro? —me responde a su vez y en verdad tiene mucha suerte que no tenga nada que arrojarle porque si no, ¡ja! De ser así no habría más de él.

No soy muy conocida por mi temperamento tranquilo, y mucho menos por mantener las manos libres y el cielo despejado si es que me hacen molestar.

—Tendrás lo que quieras —digo con la voz comenzando a entrecortase—. Solo dime en dónde está mi hijo.

—Tu hijo está en lugar a salvo aquí en el palacio —me sonríe juntando las manos—. Cuando mi oro sea entregado, yo les diré en donde está el bebé.

—Si nos tienes aquí no puedes hacer que yo pueda dar la orden —interviene Tarik—. Necesito a mi gente aquí para que ellos preparen tu carga.

—Pero que casualidad que también me encontré a uno de los tuyos entre mis pasillos —sonríe juntando las manos mientras vemos como traen a rastras a un Thabit con cortes y moretones—. ¿Escondes más sorpresas? Porque me temo que sí es así nuestro trato se verá ligeramente afectado. Así que.... ¿hay más?

—No —miento con un nudo en la garganta—. No hay nadie más.

—Magnífico —sonríe y mira a Tarik—. Ahora, prepara tu comunicado que se está haciendo tarde y no tengo todo el tiempo del mundo.

Y con estos dos guardias se acercan a nosotros. A mí me toman por ambas muñecas y me llevan del otro lado mientras que el otro acerca a Tarik hasta donde se encuentra Thabit.

Por los dioses... espero que Tau este por los alrededores y haya podido escuchar la revuelta que se ha desatado, y esté buscando a Todd. O al menos rezo porque no lo encuentren antes de tiempo.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora