Capítulo 46

29.5K 2.5K 177
                                    

Mientras me encuentro con Tau en el altar, he apretado tanto el brazo de Narah, que temo haberle hecho daño.

Al momento de decir nuestros votos, sentí un nudo en la garganta que creí, no me iba a dejar hablar, pero me trague todos mis miedos y le prometí mi amor a Tau con los dioses como testigos.

Cuando salimos por la puerta del templo, éramos marido y mujer.

El abuelo y Narah nos felicitaron y tras despedirse nos dejaron en la isla.

—¿Qué es este lugar? —sonrío caminando por las calles agarrada de la mano de Tau viendo las calles desiertas.

—Es una isla —me sonríe y se acerca a darme un beso en la frente.

—Pero, ¿por qué está así de solitaria?

—Porque es una isla privada.

—¿Una isla privada?

—Fue un regalo de boda del tatarabuelo de mi tatarabuelo.

—Eso es imposible.

—Claro que no —sonríe deteniéndose frente a unas puertas—. Si fuera imposible, no estaríamos aquí. Ahora, bienvenida a nuestra luna de miel, esposa mía.

La casa, es simplemente magnífica.

Mientras veo todo, Tau se pasea detrás de mí y cuando llego a la única habitación que hay, Tau me carga sobre sus brazos.

Me deja caer suavemente sobre la cama y en un momento está encima de mi besándome con una intensidad que hasta los dioses se quedarían sin aliento.

Está recorriendo sus manos por mi cuerpo solo para volver a llevarlas a mi cara y besarme una vez, dos veces y sus dientes atrapan mi labio inferior por un segundo y me aferro a él, envolviendo mis manos alrededor de su cuello y pasándolas por su cabello, tirándolo hacia mí. Él sabe tan bien. Tan ardiente, tan dulce que podría embriagarme.

Con cada toque, una parte de mi túnica se va directo al suelo y en poco tiempo quedo desnuda debajo de su cuerpo y mientras susurra contra mi piel, no separa sus labios de los míos haciendo que mi compostura tiemble y no pueda mantenerse por mucho tiempo.

Sus manos están subiendo por mis piernas y la parte interior de mis muslos, y sus labios están haciendo su camino por mi pecho. Y está arruinando la poca cordura que me queda porque estoy segura que la compostura ya se fue por la borda y estoy tan adolorida, por todos lados, saboreando colores y sabores que ni sabía que existían.

Mi cabeza está presionada contra las telas y mis manos están apretando sus hombros, y él está caliente, por todos lados, gentil y de alguna manera urgente. Estoy tratando de no gritar y ya se está moviendo por mi cuerpo, está escogiendo donde besarme. Cómo besarme.

Besa mis hombros, mi cuello y cuando besa mi espalda y cicatrices, siento que estoy en un sueño.
Nadie puede desear a alguien así de destrozada como lo estoy yo, pero Tau no parece pensar así.

Lo empujó, fuera de mí. Me deshago de su túnica, mis manos temblando, buscando a tientas los cordones y me siento tan frustrada que solo la rasgo, jirones de tela volando por todos lados, y no tengo la oportunidad de quitar la tela de su cuerpo antes de que él me tire en su regazo.

Quedamos frente a frente y cuando mi mirada, encuentra sus ojos, de repente estoy petrificada.
De repente estoy nerviosa, asustada y segura de que haré esto de la manera equivocada. Con estos labios he saboreado, tocado y besado y los he presionado en las partes blandas de su piel, he hecho promesas y dicho mentiras. 

—Te quiero —digo, mi voz temblando—. Te quiero tanto que me asusta.

Estas palabras son las únicas que necesito para que nuestros labios se vuelvan a unir y cuando nuestros cuerpos embonan a la perfección, nunca creí experimentar nada como esto.

En ese momento y con cada movimiento, sentí que subía a los cielos al lado de la diosa Nut.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora