Capítulo 68

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A mitad de parto comienza a llover y cuando un grito de dolor desgarra mi garganta, un trueno ruge y tras el silencio que le sigue se escuchan unos fuertes llantos.

—Es precioso alteza —el sudor me perla la frente y mientras Tau me termina de limpiar deposita un beso suave sobre esta.

Veo por el rabillo de mi ojo a la comadrona tomar una manta y con ella, envolver a mi hijo. Nuestro hijo.

—Es un hermoso varón —informa depositándolo en mis brazos y una sonrisa cansada aparece en mis labios secos.

Lo que siento al verlo no tiene palabras. Es lo más hermoso que haya visto en mi vida y un deseo inexplicable de protegerlo y amarlo me invaden.

—¡Alteza! —entra un guardia muy presuroso pero no puedo apartar la vista de este hermoso bulto—. ¡Altezas! El príncipe a muerto hace unos minutos...

—Gracias, puedes retirarte —dice Tau calmo.

—Pero...

—Retírate —esto sale con mayor rigor y autoridad.

—Como lo ordene —hace una pequeña inclinación y cuando sale el guardia le sigue la comadrona.

—Deberías ir a ver a tu padre —le digo mientras toma al bebé entre sus brazos y un sentimiento de alegría y amor infinito me inundan pero es aplacado por el dolor—. Debes de estar con tu familia...

—Tu eres mi familia, ustedes lo son —sonríe mirando a nuestro hijo y le da un beso en la frente—. Y eso no... tienes dolor. Mucho dolor.

Su rostro se contrae al verme mientras se acerca.

—Estoy bien —miento, y a pesar de que la visita se me está nublando logro sonreír—. ¿Cómo lo vamos a llamar?

—No sé, ponle como quieras —su ceño no cambia y sé que no se traga mi calma—. Además, eso también lo debe de decidir mi hermano, no yo ya que él es el padre. Al menos el legítimo ante todos.

—Supuestamente —suelto un gruñido y aprieto la muñeca de Tau donde siento los brazaletes como si ardieran—. Pero él no importa, pronto dejará de importar...

—Estas helada... —su tono comienza a teñirse de preocupación pero no puedo hacer algo para calmar el dolor.

—Por favor prométeme algo —susurro, mirándolo a los ojos mientras una silenciosa lágrima se me escapa—. Prométeme que lo protegerás y lo amarás como nada en el mundo. Lo harás como tú me amas a mí.

—No digas eso —se le quiebra la voz, negando—. Juntos lo haremos, juntos le daremos el suficiente amor...

—Lo siento Tau —suelto un sollozo, retorciéndome de dolor—, pero duele mucho y no creo... no creo soportarlo más tiempo.

Cuando mi agarre se resbala de su brazalete mi mente se nubla completamente y mi cabeza cae sobre la dura superficie de la mesa.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora