Capítulo 39

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Nos metemos en un cuarto que se encuentra del otro lado del palacio donde casi nadie transita con mucha frecuencia.

Mientras me siento en el borde de la cama, veo a Tau caminar por la habitación.

—¿Por qué el abuelo aceptó  traerme aquí y ayudarme? —cuestiono mirándolo detenidamente—. No es simplemente porque tú se lo hayas pedido...

—Le recuerdas mucho a Nefertari, mi abuela y a mí madre Tisza —al escucharlo no puedo evitar abrir los ojos sorprendida.

—¿Tú madre? —susurro con un nudo en la garganta.

—Nea no es mi madre y en verdad Tarik es mi medio hermano —se encoge de hombros—. Casi nadie lo sabe, solo familia muy íntima y no todos ahora que lo pienso.

—¿Cómo...?

—¿Terminó Nea en el trono? —alza una ceja—. Como cualquier amante lo haría, matando a la esposa.

Al escucharlo sé que me estoy metiendo en recuerdos muy dolorosos y en la vida privada de Tau, pero necesito una muy buena explicación de todo.

—A mi madre la mato una Aspid "misteriosamente" —sin que tenga que decir algo, continúa—. Nadie supo cómo llegó allí, pero yo sí lo sé, estaba ahí cuando murió. Nea sospecha que yo lo sé, y creo que lo confirmó y temía que cuando estuviera en el trono, mi primer mandato hubiera sido mandar a matarla y por eso convenció a mi padre que me quitara el trono. No le importaba a mi padre si te tomaba como esposa ya que le recordaste a mi abuela y un poco a mi madre, pero mi padre cedió ante las garras de Nea como el buen muñequito en que se ha convertido. Nea te castiga cuando no está él porque sabe que la detendría y no permitirá que te haga algo...

—Has dicho que me parezco a tu familia —murmuro consternada—. ¿Cómo?

—Tienes el carácter de mi madre, y mi padre aunque no lo demuestre, sé que lo ve —sonríe de lado—, y mi abuelo tiene esa debilidad por ti porque en cierto modo eres como la reencarnación de mi abuela, aunque ella no tenía los ojos azules.

Al escucharlo no puedo evitar sonreír.

—Lamento tanto haberte hecho daño —susurra perdiendo la sonrisa—. En verdad eres la cosa más hermosa y preciada que pueda tener en mi vida y yo simplemente te amo, pero...

Guarda un momento de silencio y me quedo con la respiración contenida.

—Y yo... —parece continuar pero comienza a negar—. No, nada, olvida lo que te estaba diciendo... En verdad lamento haberte azotado y espero que puedas perdonarme por todo lo que te he hecho y haga en el futuro.

Me quedo consternada viendo cómo se levanta y sale por la puerta dejándome con los pensamientos todos revueltos y con las palabras en la boca.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora