Capítulo 52

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Esta noche no lo hago así que simplemente me recuesto a su lado sin poder pegar ojo la mayoría de la noche, por lo que a la mañana siguiente cuando Tarik ya estaba fuera de la cama, simplemente me quedó tendida en la cama y duermo.

Soy despertada para una merienda y en lo que espero a que se sirva la comida, salgo a pasear un poco aunque mi libertad se ve restringida por los guardias al ser la esposa del nuevo faraón. Al parecer tienen miedo de un posible atentado en mi contra.

La comida transcurre un tanto tensa y no ayuda a que mejore mi ánimo el platillo que sirven.

Cuando el olor llega a mi nariz, casi le vomito a Nea quien está en la silla de enfrente aunque no estaría mal la idea ahora que lo pienso mejor.

Estoy encerrada en este lugar. No me dejan moverme a mi antojo y esto pronto sé que me va a asfixiar.
Esa tarde, mi nana me prepara.

—Algo te sucede pequeña Zaya —miro a Henutsen quien se encuentra arreglando mi estancia—. Estas diferente desde que llegaste.

—Simplemente creo que es el peso de la corona —me excuso.

—Creo que también tiene que ver el peso de cierta criatura que está emergiendo.

—Me preocupa porque pronto se dará cuenta... ¿Cuánto tarda una pareja en concebir?

—Vuelve a hacerlo estos días y el segundo día de la siguiente semana dile.

—No estoy muy segura...

—Es lo mejor pequeña Zaya —sonríe—. No es bueno que estén sufriendo antes de tiempo, eso podría dañar a ambos.

Tal como me dijo Henutsen que lo hiciera, lo llevo a cabo.

Entre dormidas por las tardes y al medio día no he visto a Tau el suficiente tiempo para contarle mis planes, nuestros planes; y ahora que lo pienso, no le he visto desde el día en que hable con Henutsen.

—Pero que hermosa te estás poniendo —el abuelo me sonríe y me da un beso en la frente mientras entro a su alcoba—. ¿Qué te trae por estos rumbos para venir a visitar a este pequeño hombre?

—Eres grandioso y lo sabes —sonrío sentándome en el cojín—. Quisiera saber el paradero del hermano de mi esposo.

—Ya veo —asiente mientras las criadas nos sirven un juego de copas—. El príncipe Tau fue a visitar a Macedonia.

—No sé si sabrás que...

—¿De tu hermoso juego de hilos y telas? —sonríe y sé que captó—. Claro que he escuchado de él, se oye exquisito.

—Me alegra que te agrade.

—Por favor, ten cuidado cuando estés cambiando de hilo —me mira serio—, no vaya a ser que te termines lastimando con la punta de la aguja.

En otras palabras, ten cuidado con Nea. Ella lo sabe todo.

Y sé que debo hacer caso a esta advertencia. No es bueno tener a la ex gobernante fisgoneando en mis asuntos. Más vale tener al lobo alejado de las ovejas.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora