Capítulo 48

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—Pero, ¿por qué adelantar la boda? —Tau se encuentra caminando por el balcón muy lejos de mi, y no puedo evitar mirarlo preocupada.

—No lo sé —susurro, y es verdad. En lo que me llevo buscarlo me quebré la cabeza tratando de entender porque lo hizo, pero la única respuesta viable es que Tarik es Tarik y solo él sabe que es lo que piensa esa mente suya—. No he venido solo a informarte de eso... hay otra cosa que necesitas saber. Es importante, al menos para mí.

—No tiene sentido esto —continua pasándose las manos llenas de brazaletes por el cabello haciendo que tintineen.

—Tau... —comienzo pero me interrumpe.

—No puedes irte tan rápido y dejarme.

Noto el temblor en su voz y mi corazón tiembla. Me levanto de mi asiento y me acerco a él. Cuando mis dedos se van a envolver sobre su brazo, para poder acercarlo a mí, esperaba que se alejara, y al principio duda, pero al acercarme más a él, simplemente cede terreno y sus brazos se instalan a mi alrededor.

—No estás solo mi bello príncipe —susurro contra su pecho sintiendo sus respiraciones entrecortadas—. Todavía no me he ido, y no pienso hacerlo está noche.

—Pero él...

—No te preocupes por él, amor —acaricio su cabello y siento cómo comienza a relajarse—. Le pedí al abuelo que se encargará de él por toda la noche. Nosotros sufrimos de eso también, así que no sabrá que sucedió.

Mientras escucho su risa, nos separamos solo para poder sentarnos en un suave mar de cojines, conmigo en su regazo.

—Hoy solo quiero tenerte en mis brazos y así poder grabar completamente tu cuerpo —dirijo mi cuerpo hacia los cojines y lentamente me tumbo en él—. Quiero recordar la curva de tu cuello, como tu piel se eriza cuando mis labios hacen contacto con tu cálida piel mientras hago mi camino hacia esos hermosos pechos que tienes. Ni tan grandes ni tan pequeños...eres perfecta. También quiero grabar tu vientre. Como se contrae con cada movimiento que hacemos y lo suave y tersa que es esa superficie plana y como se hunde ligeramente formando tu ombligo...

—Será mejor que te lo aprendas muy bien en estos momentos —su mirada es de temor y no puedo evitar sonreír mientras le acaricio la mejilla.

—Espero que eso no sea una advertencia y lo que en verdad significa es que ya nunca te voy a ver. Me volvería loco.

—No me estoy despidiendo —le beso la nariz y suelto un suspiro suave—. Solamente quiero que tengas esa imagen de mi antes de que mis pequeños pechos perfectos como los has llamado, crezcan demasiado y mi vientre ahora plano, se vuelva como una bola...

Veo como frunce el ceño y tras mirar un poco los telares, me mira a mí y comprendo que todavía no entiende.

«Ay, pero que poco entendedor puede ser el género masculino cuando verdaderamente se empeña, pero si fuera una planeación de guerra, ya tendría unas 50 maneras de atacar.»

Ruedo los ojos y mientras suspiro, recurro a mi plan B.

—Te tengo un regalo —sonrío y miro su rostro cuando lo gira hacia mi—. Como mañana me voy y no podré dártelo porque ya estaré en un barco, he decidido dártelo hoy.

—No era necesario que me trajeras nada. Tú eres todo lo que podría necesitar.

—Sí, bueno —sonrío algo tímida—. En verdad quería hacerlo; pero el único detalle que tengo sobre este pequeño regalo, es que tardará aproximadamente ocho o nueve meses en llegar.

—¿Qué? —comienza a reírse mientras se tumba completamente, tapándose el rostro—. ¿Qué regalo puede tardar ocho meses en...?

Su voz se va apagando y al llegar a estas últimas palabras, se yergue estrepitosamente con los ojos como platos.

—Estas diciendo que... —primero mira mi rostro y después pasa su vista a mi vientre y le mira ávidamente.

Creo que esperaba que fuera grande o alguna otra rareza que este corriendo por esa mentecilla suya ya que tras casi desnudarlo con la vista, por fin regresa su vista a mi rostro.

—Estas...

—Embarazada, sí —sonrío nerviosa al ver que su rostro no está mostrando lo que imagine mostraría cuando se lo dijera—. Yo...no sabía nada hasta ayer, una de mis mucamas me estaba vistiendo y me tocó los senos. Comenzó a hacerme un montón de preguntas y cuando le platiqué sobre los mareos y las náuseas que se apoderaban de mí por las mañanas, me lo dijo. No podía creerlo. Al principio me costó asimilarlo, pero al ya saberlo, entendí que nadie podía saberlo así que me empeñé mucho para ocultarlo y en verdad me costó mucho esconder los síntomas, y cada vez que intentaba decírtelo...nunca había tiempo. Yo...y-0, yo entiendo si no quieres a esta pequeña vida que llevo dentro y prometo irme lejos si te preocupa que alguien más lo sepa, pero de lo que estoy segura es que no me desharé de él o ella. Me mantendré...

—No —alzo la vista y veo que una enorme sonrisa está en sus labios—. No te vayas, no hagas nada con... con nuestro bebé. Quiero tenerlo contigo. Eres mi esposa y es lo correcto, no debes temer por esto...esto es lo más maravilloso que puedas regalarme Zaya. Voy a ser padre.

Las lágrimas corren por mis mejillas mientras Tau me besa con ternura y tras susurras tantas palabras y darle prolongados besos a mi vientre, se tumba sobre el con delicadeza y cierra los ojos.

—Tau —acaricio su cabello con el corazón enternecido al verlo—, ¿qué estás haciendo, amor?

—Estoy tratando de escucharlo —susurra sin abrir los ojos—. Ahora que se que está ahí, quiero estar pendiente de todo. Quiero escucharlo. Este es el mejor regalo que me han dado en toda mi vida.

—¿Aunque este regalo aún no esté en tus brazos?

—Aunque aún no lo haya hecho, ya lo quiero con toda mi alma, y cuando por fin este en mis brazos, lo protegeré y cuidare con mi vida. Los protegeré, Zaya. A ti y a mi hijo.

Ninguna palabras fue dicha después de esto y mientras Tau acariciaba mi costado mandándome pequeños escalofríos, vi poco a poco como se quedaba dormido con la sonrisa más bella que alguna vez haya visto.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora