Capítulo 19

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Al abrir los ojos siento un cuerpo caliente y peludo a mi lado pero este se mueve dejando ir el calor y dándole paso al frío.

—Zaya —al escuchar mi nombre busco de donde proviene y al voltearme me encuentro a Tau.

Al enfocar más, me doy cuenta que lo que había notado caliente y peludo era a Stet, la pantera.

—No quiso dejarte ir —me explica Tau al seguir mi mirada—. Nos costó mucho moverte sin que se nos pusiera a gruñir, incluso me pelee con ella para que me dejara quedarme contigo.

—¿Qué sucedió? —al moverme siento un dolor agudo en mí costado y no puedo evitar gemir—. ¿Por qué no estoy muerta?

—Lo ibas a estar, pero le agradaste a mi abuelo Ra —con su dedo me quita un mechón de pelo pero alcanza a rozar mi mejilla—. Él me apoyó para que no te dejaran morir.

—No sabía que toda la familia real estaba aquí —susurro algo afectada por la suavidad de su tacto.

—Solo está mi abuelo y la familia visitante.

—Cleo está aquí por su boda ¿no? —al decirlo la garganta me quema.

—Estaba —suspira con una sonrisa de lado—. Ya no me voy a casar con ella.

—¿No?

—No —sonríe abiertamente—. He cancelado la boda de todos modos, después de lo que escuché no quiero a alguien así en mi vida. Cuando me interpuse para que no te mataran, obvio mi madre se enojo y con todo el dolor del corazón de mi padre, me quitaron el trono. Ya no soy el príncipe heredero, ahora lo es Tarik.

—Hice que perdieras el trono —mi garganta se seca y no puedo evitar sentirme peor—. En verdad lo lamento tanto, esto es mi culpa...

—No es culpa de nadie, Zaya —vuelve a acariciar mi mejilla con su pulgar—. No me importa en estos momentos el trono, tengo una cosa más importante ahora. Con dejar de ser el príncipe heredero, tengo otra oportunidad de escoger a mi esposa.

—¿Ah, sí? —siento un nudo enorme en la garganta cuando logro tragar un poco, y en verdad descubro que estoy... nerviosa—. Y... ¿y ya tienes a alguien en mente?

—Sí —sonríe poniendo a correr mi corazón—. Solo que no sé si ella me va a corresponder.

—Oh, eso suena malo —murmuro—, ¿por qué no has ido a decirle? Aunque sí tienes miedo de lo que ella puede decirte...

—Eso es lo que estoy haciendo.

Al escucharlo mi mente parece tener un pequeño corto y en verdad dudo que este respirando tan siquiera en estos momentos.
Cuando parece volver a su estado normal mi sistema, lo primero que pienso es que solo está jugando conmigo pero al mirar su expresión esta es tan sincera que desecho este sentimiento tan pronto como aparece.
Tal como me pasó la última vez, me quedó paralizada y no soy capaz de dar una respuesta. No estoy ni siquiera segura de tener una, pero Tau no me presiona y me deja descansar, pero esto se ve frustrado ya que mi mente no parece abandonar el asunto.

Stet se volvió a acomodar a mis pies haciendo que se hunda un poco una parte que genera un leve dolor en mi costado pero no me importa.

Cuando vuelven a tocar a la puerta creí que era Tau pero me lleve una gran sorpresa al encontrarme con Tarik.
Varios sentimientos para nada agradables se filtran haciendo que el dolor quede olvidado.

—Hola —sonríe y en cuanto Stet lo escucha se pone a gruñirle—. ¿Cómo sigues?

—No quiero que estés aquí —me siento y alcanzo a Stet con mis dedos comenzando a acariciarle mientras ignoro a Tarik.

—Vamos Zaya, no te pongas así.

—No puedo creer que hayas ascendido al trono —susurro pero si logra escucharme—. No de ese modo.

—Era lo justo después de que mi hermano interviniera en un asunto... oficial.

—Has estado engañándome todo este tiempo —susurro con amargura mirando mi regazo—. Nuestra amistad... todo ha sido un engaño. Lo de la selección...

Al parecer ni tu propia familia puede ser tu amiga si tu propio hermano se alegra de tu desgracia y no movería ni un solo dedo para ayudarte.

En este momento es cuando comprendo la verdadera naturaleza de Tarik. Un lobo vestido con la piel de una oveja.

—En verdad estaba muy preocupado por lo que te iban hacer —intenta sentarse al borde de la cama pero Stet no se lo permite—. Estaba tratando de buscar una manera de salvarte. Y sobre lo otro, este no es el momento para tratarlo, estás muy delicada.

«Pero preferiste ser un cobarde y dejar que tu hermano interviniera para que el recibiera las consecuencias y tú pudieras salir ileso.» me dan ganas de escupírselo en la cara pero quiero ver hasta dónde es capaz de mentirme en la cara.

—Pues si no vamos hablar en este momento sobre eso —gruño con la voz temblorosa por la rabia—, no sé qué buscas aquí.

—No te molestes pequeña Zaya, no te conviene —sonríe—. Sabes que en verdad me gustaría quedarme a charlar pero tengo deberes que atender, nos vemos en la cena, belleza del Nilo. Y para entonces, espero que tu humor haya mejorado. No querrás tener una segunda experiencia en la arena el mismo día, ¿verdad?

Me quedo echa una furia mientras veo a lo que creía conocer que era mi amigo, salir.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora