Capítulo 79

22.4K 1.9K 101
                                    

—Por lo que me dijeron, Nea está en lo correcto —ya es de noche, la lluvia está cayendo con potencia fuera y Thabit se encuentra cerca de la entrada de mi habitación empapado mientras me cepillo el cabello—, la mayoría de las cosas son regalos y compras. Nada fue hurtado.

—¿Y ella? —miro al chico por el espejo—. Mientras no presente una amenaza, no tendré que agregar otra muerte a la lista y eso me haría muy feliz. Porque últimamente no me estoy sintiendo para nada así.

—Me temo que no podrás hacer eso —al escucharlo dejo de cepillar y me giro prestándole atención—. En todo caso tendrás que mantener alejado a Tarik de ella y a ella alejada de la cama de él ya que ella es muy importante para el actual rey persa, Darío.

—Si tengo que encerrar a Tarik, lo haré —golpeteo el cepillo con mi palma—. ¿Vino como emisaria?

—No he podido encontrar mucho sobre eso —niega y hago una mueca—. Mandaré espías, investigaré que hace aquí.

—¿Cuánto crees tardar?

—Dame una semana —al escucharlo estoy tentada a negarme, pero sé que esto puede ser difícil y no por si fuera poco, peligroso.

—Espero que encuentres algo.

—Y así será —Thabit se va y yo me levanto.

Tomo una túnica y me camino hacia el pasillo.
Paso varias puertas y cuando llego a la indicada, la abro.

Tarik se encuentra solo para mi sorpresa recargado sobre la barandilla.

—Tarik —le llamo pero no se voltea—. Tarik, ya es tarde y necesitamos dormir.

—Puedes irte a dormir tu sola —su voz suena algo vacía y tras soltar un suspiro, me acerco poco a poco—. No es necesario que te preocupes por mí, al fin y al cabo no es como si disfrutaras mucho de mi compañía. Vete a dormir, yo dormiré en mi habitación.

—Vamos, no digas eso —cuando estoy lo suficientemente cerca, coloco una mano en su hombro pero este se la sacude—. Sabes que tu presencia no me molesta.

—Pero no te agrado.

—Puede que anteriormente no haya sido así —hago una mueca y me coloco a su lado recargándome en la barandilla—. Pero las cosas han cambiado y desde que tú madre ha estado lejos de ti y tu padre ha muerto, tú has cambiado un poco.

—No te creo —cuando me mira noto desconfianza en sus ojos rojizos.

—¿Has estado llorando? —me sorprendo y me irgo con poco.

—No es nada que te importe —me responde muy cortante y sus palabras me hieren un poco.

—Solo quiero saber que te sucede, se supone eres mi marido.

—Y tú mi mujer, pero eso no importa mucho, ¿verdad? —separa su mirada de la mía y vuelve a ver el agua caer—. Si fuera Tau, puede que si te importe. Si fuera mi hermano, puede que sí me quieras y me ames como yo... puede que sí hubiera sido hijo de Amun, él me hubiera querido como a Tau.

Sus palabras están bañadas en dolor, mucho dolor.

—¿Dónde está Padme? —decido cambiar de tema pero me doy cuenta que ha sido un error al ver cómo se congestiona su rostro.

—Ella no quiere estar aquí —murmura—. Ella no quería regresar jamás aquí. Mi madre... ¡Oh por los dioses! Mi madre la ha traído a la fuerza. Ella se la robó. A veces... a veces solo deseo que ella simplemente se desvanezca y ya. Que se vaya y deje de causar tantos problemas. Porque eso es lo que hizo. Nos metió en un gran problema, Zaya. Los persas han querido conquistarnos, pero mi padre siempre lo evitaba. Sabía que Tau iba a lograrlo también porque lo veía estudiando estrategias y más cosas con mi padre... sabía que iba a ser un gran faraón, pero ahora que yo tomé el trono, no sé cómo evitarlo, y sé que ellos aprovecharán esto para atacarnos. Nos ven débiles.

—No te preocupes por eso, evitaremos que suceda. Juntos lo haremos —buscó su mano y le doy un apretón y esta vez no se aleja como había sucedido al principio—. ¿Estás completamente seguro de que ella ha sido secuestrada?

—Ella misma me lo ha dicho —suspira entrecortadamente—. Porque estoy seguro de que si le pregunto a mi madre, ella lo va a negar.

—Debemos de regresar a Padme a territorio persa lo antes posible.

—Ya había pensado en eso, pero con la tormenta que está azotando, lo más probable es que tarde varios días en alejarse y eso sería muy peligroso. La estaríamos mandando a una muerte segura —veo cómo se muerde el pulgar con nerviosismo—. Debemos de tenerla aquí, pero hay que hacer que se sienta bien. Hay que tratarla como una invitada para que no tenga la sensación de que es una prisionera.

—Eso podemos solucionarlo mañana —reprimo un bostezo y tiemblo cuando una corriente de aire se cuela por la barandilla empapándome más con la brisa—. Ya es tarde y debemos de descansar.

Creí que Tarik se iba a negar, pero simplemente asiente y comienza a caminar a mi lado.
Llegamos a la habitación y mientras me cambio el camisón por otro seco, Tarik se alista para dormir.

La cama es lo suficientemente grande para que ninguno de los dos se toque, y eso me agradada ya que a pesar de que ya no odio tanto a Tarik, aún es imposible que pueda pensar en él tocándome, o en otro hombre haciéndolo.

Cuando me acomodo de mi lado, Tarik está de espaldas en su lado.
Tardo un poco en dormirme, pero cuando por fin lo estoy logrando, me llega un murmullo del otro lado.

—Lamento haberte dejado sola en el muelle —susurra—. Lamento todo el daño que te he causado... lamento haberte separado de mi hermano. En verdad lo lamento mucho Zaya...

El aliento se me queda atorado y creo que esto solo lo está diciendo porque piensa que ya estoy durmiendo.
No emito ningún sonido esperando que diga algo más, pero el único sonido que me llega, es el de su respiración al dormirse.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora