Capítulo 34

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Siento el frío suelo bajo mi mejilla, pero es tanto mi dolor que no puedo moverme.

—¡Que los dioses nos ayuden! —siento unos dedos agarrar mi brazo y tirar, pero no puedo moverme para ayudar—. Necesitamos curarte mi bella Zaya...

Por el rabillo de mi ojo distingo a mi Nana quien comienza a hacer mucho ruido, así que cierro los ojos y me hundo en el dolor.
Cuando la vuelvo a distinguir a mi lado, lo único que llego a sentir es un pinchazo en mi curtida piel hasta que vuelvo a caer en la inconsciencia.

🏺 🏺 🏺

Por ratos estoy consciente y por otros no, y así estoy hasta que una tarde aparece Ramsés, el abuelo de los príncipes, padre del faraón Amun.

—¿Qué te han hecho bella niña? —siento como se hunde un costado de la cama y en poco siento sus dedos llenos de anillos jugar con mi cabello.

—Está tan débil aún alteza que se le es imposible hablar —explica Henutsen, quien a lo largo de estos días no se ha separado de mi en ningún momento.

Antes de volver a irme por el camino del dolor, logro captar como le empieza a contar la historia del porque estoy así.

Cuando despierto me parece irónico, ya que justo está terminando de contarle el relato. Siento como el colchón vuelve a la normalidad y antes de que Ramsés se aleje lo suficiente, le agarro por la muñeca.

—Por favor —susurro con los ojos comenzando a anegarse en lágrimas y los labios rotos—. Sácalos de aquí... llévese a los niños.

—Descansa mi pequeña Zaya, recupérate que yo me encargaré de que los niños por los cuales sacrificaste tu piel inmaculada puedan estar libres de la víbora con la cual mi hijo se casó.

Tras sus palabras no puedo evitar sonreír y una vez más me sumerjo en la inconsciencia.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora