Capítulo 47

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Pasan varios días, semanas para que saliéramos de la habitación e hiciéramos nuestro camino regreso al imperio de Narah.

En esos días, disfrutamos todo lo que pudimos de la presencia del uno y el otro, y sabía que regresando nos costaría mantenernos lejos, pero cada noche, cuando el amor nos envolvía en sus brazos y nos nos hacía, nada parecía tan difícil de soportar.

Si alguien hubiera estado a un kilómetro a la redonda, hubiera escuchado todo lo que me hizo gritar Tau y me sentiría avergonzada, pero a pesar de que este pensamiento baila por mi mente en estos momentos, me siento feliz.

Cuando llegamos a la costa y el abuelo nos recibe, un camino de pétalos nos espera.

Estoy tan feliz del recibimiento, que tardo un momento en entrar en pánico al saber que la noticia podía ser llevada a oídos de Tarik, pero tras enterarme que se celebraba una de las tantas noches a Bastet, me tranquilizo.

Todas las noches disfrutaba de mi esposo en la cama. A veces como una presencia calmada y en otras como una muy satisfactoria.

Hubiéramos continuado con nuestra demostración de placer y amor por la noches, si el abuelo no hubiera llegado con la noticia de la repentina llegada de Tarik.

Esta simple noticia, pudo echar por la borda los días restantes que me quedaban con Tau ya que de la nada me encontraba o muy cansada o demasiado molesta.

La mañana en la que llegó Tarik, todo parecía estar desolado y triste.

Tau desapareció de palacio, pero sé que se encontraba escondido.

—Pero mira qué belleza estas hecha —son las primeras palabras que salen de la boca de Tarik al verme.

Cuando intenta besarme, finjo estar enferma. A Tarik le desagrada siempre que su madre esta enferma, lo salude. Pero no tiene resultado, ya que siento sus fríos labios cerca de la comisura de mi boca.

Pasamos el día en una habitación en presencia de Narah y en cada momento que podía, se acercaba y me besaba.
Estaba más que nerviosa y el que a cada rato quisiera darme comida, no servía de mucha ayuda.
Cada vez que veía algo delicioso y lleno de azúcar, que por lo general me hace babear, en estos momentos me dan una sensación de asco. Aunque también podría tratarse de Tarik, ahora que lo pienso.

La tarde se pasa volando y estoy preocupadísima por Tau. En todo el día no lo he visto por ningún lugar, y... tengo que hablar con él antes que me vaya. Sino, puede ser muy tarde. 

—Mañana regresamos a palacio —tardo un poco en darme cuanta que es a mí a quien se dirige Tarik.

Giró mi rostro hacia él, sacando mis pensamientos caóticos.

—¿Cómo? —digo frunciendo el ceño.

—Mañana me voy —sus dedos se envuelven en la base de la copa y mientras la remueve, no aparta la vista de mi—. Por lo tanto, tú vienes conmigo. En dos días nos casamos.

—Pero si todavía falta un mes —trato que en mi voz no se filtre el timbre de miedo que estoy comenzando a sentir, pero creo que estoy fracasando vilmente—. Se suponía...

—Se suponía que así iba a ser, antes de que decidieras venir aquí. Así que, hay nueva fecha, querida —dice sonriendo como lo haría una víbora en plena caza—. Además, no puedo estar un momento más sin ti, mi belleza del Nilo. Por lo tanto le he insistido a mi madre que adelante la boda. Y no puede haber boda sin una novia.

—Enhorabuena primo —la voz de Narah, me hace soltar un respingo. Se me había olvidado que él estaba aquí.

Veo como Narah alza su copa, sonriéndole a Tarik quien suelta un rugido de guerra, y mientras camina por la habitación con la botella reemplazando la copa en su mano, Narah me mira y cuando veo su expresión, sé que él me comprende.

Necesito ver a Tau. Y eso tiene que ser esta noche.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora