Capítulo 15

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Tras preguntarle a Fraya cuando llega por la bandeja que le hacían a la comida cuando no se terminaba decidí quedármela. Me había respondido que se tira, que no se les permite agarrar de los restos y al ver la cara con la que miraba la comida no puede evitar decirle que agarrara. Por un momento se quedo de piedra, pero al volver a insistir literalmente se abalanzó sobre ella.

—¿Tienes familia Fraya? —tras meterme una uva a la boca y pirar el patio, espero su respuesta.

—Sí —escucho quedamente—, tengo un nieto y una sobrina.

—¿En qué condiciones están?

—Comemos si es lo que se pregunta mi señora —al escuchar el término me detengo.

—No soy tu señora, Fraya —la mujer me mira de un modo extraño.

—Claro que lo es, o al menos lo será.

—No me llames así. Me llamo Zaya y así debes llamarme —murmuro—. Cuéntame sobre tu familia, como está.

—Bien, los veo todas las noches al regresar a casa —al escucharlo no puedo evitar sonreír—. Estos días en lo que usted llegó, son los mejores que me han sucedido. Es como una bendición de los dioses.

—¿Por qué se me amerita tal halago si se me permite saber? —miro a la mujer divertida.

—Porque desde que usted llegó, tengo mucho más comida de la que antes tenía y me pagan más.

—¿Sufren de hambre? —al ver el error que acaba de cometer, se cierra—. Fraya...

—Zaya... —la puerta se abre haciendo que la mujer se asuste y quede blanca como un muerto.

Veo a Tau entrar pero se detiene al ver a Fraya.

—Alteza —esta hace una reverencia y tras darme una pequeña a mi, se va.

—No sabía que estabas ocupada —le noto algo agitado y estoy a punto de preguntarle qué le sucede cuando lo suelta.

—Cleo acaba de regresar —al escuchar el nombre de su prometida me detengo—. Debes saber que a ella le encanta pasearse por mi habitación, hay veces en las que se queda ahí y...

—No puedo estar —comprendo, asintiendo—. No hay problema, puedo quedarme aquí.

—Eso no cambia nuestros planes de hoy en la noche —asiento y tomo otra uva—. Ten cuidado por favor. Con la llegada de Cleo las demás chicas también vienen.

Eso quiere decir que la casa estará a rebozar. Y yo tendré que presentarme al faraón.
Una idea se cruza por mi mente y sin perder más tiempo, me visto lo mejor que puedo.

Algunos guardias no se sorprenden al verme entre lo pasillos y cuando interrumpo en la sala del trono, el faraón me sonríe.

—Joven Zaya —al llegar hasta él hago una reverencia—. Escuche que te has escapado de casa, ¿a qué se debe este acontecimiento?

—Vengo a presentarme ante usted para que me de la bendición para poder participar para la selección a esposa de su hijo.

—¿Mi hijo? —repite—. A pesar de que te quiero como pareja para mi primogénito, te cederé a mi joven príncipe. Él aún está escogiendo mujer con la cual casarse y tú puedes entrar en esta selección.

—Gracias alteza —vuelvo a hacer una inclinación—. Es muy considerado de su parte.

—Todo por la hija de mi mejor navegación —sonríe—. Me gustaría que tuvieras tu propio guardia y una habitación en este lugar, decide que es lo que quieres y todo se te dará.

—Lo único que quisiera es a mi nana quien se ha quedado en mi casa y como guardia me gustaría al joven Zaybe —sin la peluca el faraón se ve más anciano pero eso no le quita lo atractivo.

—Si eso es lo que quieres, así será —con el chasquido de sus dedos varios de los criados que están ahí se dispersan—. Ahora mi querida niña, escoge tu estancia y hazla tuya.

Doy una última inclinación y salgo de la sala del trono.
Cuando Zaybe aparece a mi lado le veo más moreno que otras veces pero ahora mucho más limpio y fuerte.

—Necesito que hagas algo por mi soldado —me obligo a hablar así puesto que estamos rodeados de varios sirvientes y concejales—. Aris, la necesito.

—¿Alguna otra cosa?

—No —digo y comienzo a caminar—. Puedes irte, gracias.

Y con esto, estoy preparando lo que le voy a decir a Aris en cuanto la vea.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora