Capítulo 16

46.5K 4.1K 29
                                    

Zaybe me dijo que no la encontró al día siguiente y al ser mi guardia este no se despega de mi en ningún momento.
Mi habitación es instalada en un largo pasillo y cuando Henutsen llega, lo hicieron dos damas más.

Y así a lo largo del día más y más chicas fueron llegando poco a poco y al llegar al número de diez, dejaron de aparecer.
Me topaba con alguna que otra quienes me saludaban, pero en su mayoría las demás me ignoraban. La prometida de Tau no me apartaba la mirada en cuento estábamos en la misma habitación, pero yo buscaba el modo de no prestarle mucha atención.

Esa noche decidí tentar a la suerte y salir a ver sí daba con Aris, pero ni Zaybe ni yo la encontramos.

Temiendo lo peor, Zaybe me enseñó la comunidad en donde vive Aris y ahí fue donde encontré a varios niños con demasiada hambre.

Cuando mis bandejas llegaban, comía lo necesario y lo demás en vez de tirarlo como me dijeron que hiciera, las guardo y cada noche junto con Zaybe les llevo comida a los niños.

Siempre me tomo mi tiempo ya que no tengo prisa por regresar al palacio pero tampoco puedo tardarme tanto ya que cualquiera de los dos príncipes puede llegar y descubrir que no me encuentro.

Tras pararme en el cruce de calles, por fin entro al barrio de Aris. Camino hasta el final donde se que encontraré a los niños abandonados entre viejos harapos.

—¡Zaya! —Bel al verme sale corriendo a mi encuentro.

—Hola pequeña —sonrío poniéndome a su altura—. Te traje algo.

Saco de mi bolso la comida y la niña al verla, los ojos le brillan.

—¿De dónde la sacaste? —sus ojos se agrandan en cuanto saco la tarta—. Que delicioso se ve. ¿Segura que no tienes un árbol de comida? Porque nadie puede tener tanta comida junta. No como tu lo tienes.

—Es todo tuyo, come. Y lastimosamente no hay un árbol así —la niña no se lo puede creer y en cuanto lo pongo en sus manitas la veo correr hacia los demás niños.

Les da un poco pero se queda la mayor parte de la tarta para ella y Seit, su hermano. Este tiene apenas un año.
Imogen, la niña de mayor edad que ayuda a Bel con Seit se acerca con el niño en brazos.

—¡Pero mira que grande estás! —lo tomo entre los míos y le doy la canasta a Zaybe quien junto con Imogen la reparten.

El niño está tan sucio que no puedo dejar que se lleve la comida a la boca.
Me acerco a una de las casas y tras buscar encuentro agua. Tomo un pequeño balde y me lo llevo.

—Imogen —llamo a la niña—, que se laven aquí antes de que coman.

—Creo que ya es muy tarde —se ríe y veo que es cierto, la comida ya ha desaparecido.

—Lamento no haber podido venir antes —suspiro dándole un pedazo de manzana a Seit.

—No te preocupes, me enteré de lo que sucedió —sonríe y me ayuda a limpiar al niño—. De todos modos nos las hemos apañado, aunque extrañamos mucho a Aris.

—Ya no los dejaremos solos —con esta promesa, miro a los 7 niños que están comiendo y espero por cualquiera de todos los dioses, que pueda cumplir mi promesa.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora