Capítulo 18

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Soy arrojada sobre la arena y desde aquí puedo ver a todos los invitados y muchos del pueblo que tuvieron el privilegio de quedarse quienes ahora son mis espectadores.

—¡Traigan a las fieras! —se escucha el bramido de Nea a través del bullicio de la gente.

Escucho el sonido de algo abrirse seguido de un rugido.
Al girarme veo a una gran fiera acercarse. Retrocedo poco a poco pero esto solo hace que se acerque mucho más rápido.
Escucho otra reja abrirse y de un lado veo salir a un hombre. Por instinto me hecho a correr en su dirección.

—¡Por favor, ayúdeme! —voy deteniéndome poco a poco al verlo mejor.

—Hola preciosa —es un viejo sucio con los dientes amarillos y rotos—. ¿Quieres jugar?

Retrocedo tratando de poner tanta distancia como puedo del reo quien está igual destinado a morir.
Me hecho a correr cuando comienza a perseguirme pero me detengo al toparme con la fiera. Estoy por dar la vuelta pero viene del otro lado al hombre.

Huyo por un costado pero en vez de ser perseguida por la fiera como creí, está se lanza contra el hombre.
Veo como lo desgarra y cuando se vuelve hacia mi estoy muerta de miedo y no ayuda el hecho de que una gran cobra Naja haya aparecido a unos metros de mi.

«Santos dioses... creo que Cleo se extralimitó un poco cuando me amenazo.»

Cuando la cobra se lanza con los colmillos y la capucha extendidos un grito se queda atorado en mi garganta pero no siento que mi piel sea atravesada.

Al abrir los ojos veo un enorme cuerpo parada frente a mí y la cabeza de la cobra en el suelo separada de su cuerpo.

Tau se gira para ayudarme a levantarme pero es interrumpido por el rugido de la pantera.
Es un sonido tan lastimero que me daña el corazón.
Al voltear a ver en su dirección veo que varios guardias le están deteniendo pero lo están lastimando con las armas.

—¡No! —me levanto lo más rápido que puedo y corro hacia el felino—. ¡Le están haciendo daño! ¡Deténganse!

Al interponerme entre un guardia, soy golpeada con la punta haciendo que me corte.
Caigo al suelo justo en las patas de la pantera y esta bien puede simplemente levantarla y cortarme la garganta, pero no hace eso cuando Tau se acerca lo suficiente, sino que parece estar protegiéndome cuando se pone frente a mí.

El animal es precioso y sé por las lecciones que he llevado que es un animal consagrado a la diosa Bastet.

—Alteza, no puede acercarse —entre las patas veo a Tau ser detenido por los guardias.

—¡Zaya! —brama mi nombre pero no lo dejan pasar.

—Estoy bien —me arrastro por la arena buscando un modo de salir de entre sus patas.

—¡Nadie puede hacer nada bien en este lugar! —estalla Nea y al mirar a los asientos veo que solo queda la familia real y sus invitados—. Lutz, por favor mátala, y Tau, sube. Tenemos mucho de que hablar.

Los guardias se llevan a Tau por la fuerza y tras desaparecer ellos emerge un hombre muy corpulento.
Cuando va parece estar a punto de atacar, la pantera se interpone hiriéndolo con sus garras. El animal desenfunda los dientes y sé que está a punto de matarlo como al otro hombre, pero me interpongo.

—No —extiendo mi mano y siento el suave pelaje bajo mis dedos—. Tranquila, está bien.

Al mirarnos es como si tuviéramos una conexión. Es como si hubiera sido bendecida por Bastet, y creo que así lo es porque me ha salvado.
Escucho en suave ronroneo cuando paso mi mano y puedo sonreír al sentir su lengua sobre mi mano.

—¡Zaya! —escucho el grito de Tau y al girarme siento el frío metal deslizándose por mi piel.

Sostengo la empuñadura de la daga mientras caigo al suelo. La ropa se me empapa de sangre y antes de que pierda el conocimiento, escucho el grito de Tau acompañado del rugido de Stet.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora