Capítulo 40

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Traté de hablar con él varias veces, buscando el modo de convencerlo para que me cuente lo que quería decirme, pero Tau parece no entender ninguna de mis razones.

No pude sacarle nada de lo ocurrido y esto me está matando.

En uno de los tantos intentos que estaba haciendo, ya estoy harta de no obtener respuestas y una tarde en la que nos encontrábamos en mi habitación sin ningún criado alrededor, simplemente estallo.

—No puedes seguir ignorando mis preguntas Tau —mis palabras parecen detenerle ya que se queda quieto a escaso pasos de la puerta con claras intensiones de irse—. No huyas de mí, no huyas de esto...

—No hay ningún esto —responde cortante—. Así como no existe ningún "nosotros" ni nada de lo que se le parezca o derive.

—Sé que no lo dices en serio —murmuro tranquila—. Sé que no lo crees. Yo sé que me amas así como yo te amo, pero, ¿por qué negarlo?

—Porque no puedo tenerte del modo que quiero —susurra ahora exasperado y en su tono distingo varios sentimientos.

—¿Y cómo quieres tenerme? —me acercó lentamente con el corazón desbocado—. Dímelo Tau.

—Te quiero completamente para mí —se acerca y toma mis mejillas entre sus manos—. Quiero tomarte, hacerte el amor, besarte y despertarme todas las mañanas de todos los días a tu lado... y me está matando, Zaya. Porque no puedo hacerlo.

—¿Por qué no? —me aferro a sus manos tratando de mirar en los profundos posos de oro líquido que parecen sus ojos.

—Tu sabes muy bien porque —baja la mirada derrotado.

Nunca en mi vida creí que llegaría a ver a Tau así. Nunca.

—Ese no lo considero un motivo —niego y siento las lágrimas comenzar a correr, mojando mis brazos—. Soy su prometida, pero no soy de su propiedad...

—Pero lo serás —veo como corren las lágrimas por sus mejillas. Crudas y gruesas—, y yo no podré hacer nada para evitarlo.

—Claro que puedes —susurro limpiándole las lágrimas—. Podemos ser felices estos tres meses...

—No puedo marcarte —niega y veo completo pesar en su semblante—. Eso sería una completa deshonra y nos podrían matar...

—Cásate conmigo.

—No podemos casarnos.

—Claro que podemos —sonrío con la idea bailando en mi mente—. Podemos casarnos ahora y...

—Regresarás y tendrás que hacerlo de todos modos con él —niega, siendo el cabezota de siempre—. Nuestra alianza no funcionará... no tendrá validez.

—Sí, regresaré y me casaré con Tarik —le miro a los ojos y espero que vea la verdad en mis palabras—. Pero nadie sabrá que nos casamos, solo el abuelo quien sé, puede ayudarnos.

—¿En qué estás pensando? —comienza a sonreír mirándome atentamente y una parte de mi suspira al ver su cambio de ánimo.

—Debemos buscar al abuelo, ahora —sonrío jalándolo—. En cuanto estemos los tres, les diré mi idea. Pero de que me caso contigo, me caso.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora