Capítulo 37

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En estos tres días hago la labor de embelesar a Tarik, lo cual no fue nada fácil.

Tengo que hacerlo ya que no tengo garantía de que regresando siga siendo la prometida, así que pongo toda mi empeño en obtenerlo y tras no dejar que saliera de la habitación en estos tres días, lo obtengo.

Si pierdo el compromiso, de seguro Nea me cuelga en la plazuela. Y en verdad aprecio mucho mi vida.

Ramsés se ha ido al día siguiente después de hacer el anuncio y con él se llevó a los niños salvándolos de Nea.
Al salir el alba me encuentro arriba de un barco y con el sol a medio camino, navego por las agua de una rama del Nilo en dirección al reino de Ramsés dirigido por el primo-hermano de Amun, Narmes quien tiene como primogénito a Narah, próximo faraón del Bajo Egipto.

Cuando desembarco, ya me están esperando los del servicio del palacio.

Ramsés es el faraón de ley, pero como es muy viejo y le gusta viajar a pesar de su edad, Narmes le ayuda con el gobierno.

Cuando llego veo a los niños jugando por el palacio felizmente sin ningún miedo con otros niños y aquí es donde me doy cuenta de cuan diferente son ambos reinos.

—Zaya —encuentro a Ramsés seguido de un hombre.

—Alteza —inclinó la cabeza en señal de respeto pero Ramsés me toma de la babilla haciendo que levante la mirada.

—Sabes que yo para ti mi niña soy el abuelo Ramsés —sonríe acariciando mi mejilla—. Ahora, te presento a Narmes, mi sobrino.

Saludo pero no me deja inclinarme tampoco sino que me envuelve en un cálido abrazo.

Cuando terminamos de saludarnos, me llevan a los aposentos que ocuparé en estos dos meses inclusive tres, había dicho el abuelo, si es que las cosas marchan bien, a lo cual yo no entendí a que se refería.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora