Casada con el faraón. [J. R. 1] ✔️

Capítulo 56

Tau partió por la mañana.
Antes de caer dormidos la noche pasada habíamos acordado en donde nos encontraríamos y cada cuanto sería.

El abuelo se fue igual con ellos y mi vieja amiga Stet no se separó de mi a lo largo de la semana ni los días que le siguieron.

La coronación de Tarik se acercaba y a pesar de que el susodicho no ha aparecido aún los preparativos ya estaban en pie, por lo tanto mi salida se v al caño ya que voy a ser coronada como la consorte del faraón.

Con tantos preparativos en el palacio y conmigo, mi libertad se va reduciendo.

El único día en el que me pude pasear por el castillo fue un día antes de la coronación y no lo disfrute como quería ya que varias de las doncellas que se me asignaron parloteaban a mi alrededor preguntándome sobre la decoración de la ceremonia a lo cual yo las mandaba con Nea.

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Hoy es el día de la coronación y mientras preparan mi vestuario decido dar un paseo.

Todavía tengo tiempo para la hora de la ceremonia, o eso es lo que creo.

—Alteza —una chica se me acerca y hace una reverencia—. Me ordenaron que le avisara en cuanto su esposo llegara. Esta en palacio señora.

—Gracias —asiento y tras despedirse con una inclinación, se va.

Continúo con mi camino y cuando una segunda doncella viene a buscarme para llevarme a mi habitación, me limito a seguirle.

—El faraón ha dejado un recado donde dice que usted debe de estar pendiente de su marido —miro a la doncellas a través del espejo y tras suspirar asiento.

—Doy por sentado que mi marido ya está arreglado ¿no? —pregunto y la chica se remueve incómoda.

—No alteza —susurra en un hilo de voz—. Las doncellas no le han visto en todo el día.

—Ya veo —murmuro asintiendo—. Pueden retirarse.

—Pero aún no hemos...

—Gracias —esto es suficiente para que comiencen a salir de mis aposentos.

Cuando la última de ellas se va, me miró al espejo y consideró que ya estoy lista. El vestido es blanco y cómodo, perfecto para mí estado.

—¿A dónde vas niña? —escucho a Nana mientras me acerco a la puerta.

—Voy a poner en su lugar cierta miseria —y tras esto con Stet detrás de mi emprendo mi camino por el palacio.