Capítulo 13

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Cuando terminó de hacer mi bolso donde solo meto lo que verdaderamente es mío, salgo por la ventana de mi habitación.

Adio se encargará de decirle a nuestra madre en cuantodespierte que me he ido.

Llevo la capucha calada ya hasta el momento no me he topado con nadie quien pueda reconocerme o hacerme daño, pero no tiento mi suerte y me apresuro por el camino que sigo todas las tardes para que los guardias no me detengan.

Al llegar a las puertas del palacio, me voy a un costado donde trepo la pequeña enredadera que hay en la parte de afuera y cuando llego al balcón, me agazapó y entro por la puerta abierta.

Al entrar a la habitación, frunzo el ceño al no ver a Tarik en la cama y cuando estoy dispuesta a buscarlo, el frío filo de una daga está sobre mi cuello.

—¿Quién eres y qué quieres? —susurra la voz del príncipe en mi oído.

—Tarik... soy yo, Zaya —al momento de que las palabras salen de mis labios la daga se separa de mi garganta.

—¿Zaya? —me volteo a verlo y me encuentro con un pecho sin camisa... bello y duro—. ¿Qué haces aquí?

—Necesito de su ayuda —susurro—. ¿Dónde está Tau?

—En su habitación —murmura sin entender.

—¿Podrías llamarle, por favor?

—¿Haciendo una reunión secreta sin invitarme? —doy un respingo al escuchar la voz del príncipe heredero.

—¿Cómo...?

—Sus susurros se escuchan hasta el otro lado del pasillo, si no es que por todo el palacio —sonríe e intentó sonreír pero hago una mueca de dolor por el golpe.

—¿Estás herida? —pregunta Tarik y es suficiente para que Tau se acerque e intente quitarme la capucha.

—Lo haré yo —quito las manos del príncipe y tras un suspiro tembloroso, la retiro.

La habitación se queda en completo silencio mientras los príncipes me observan. Ni siquiera las respiraciones se escuchan.
Creí que iban a hacerme un interrogatorio, pero Tarik simplemente desaparece. Al regresar trae varios tarros y cosas.

Estoy sentada en el borde de la habitación de Tau, ya que tuve que irme de la de Tarik al escuchar que los guardias venían.

—¿Cómo sucedió? —pregunta el chico.

Sí, un chico porque eso es lo que es.

Tras sisear al sentir el escozor en mi mejilla, le cuento todo lo que pasó.

—La verdad no creí que fuera a regresar a palacio dos veces en un día —bromeo cuando casi está terminando.

Siento sus callosos dedos bajo la pomada mientras la esparce por mi rostro.
Me extraña que no sean lisos y preciosos como creí que lo eran, pero con estos chicos ya no sé que esperar.

—En cuanto amanezca me iré —murmuro, suspirando cuando deja de ponerme la pomada—. No puedes arriesgarte a que alguien del servicio me encuentre aquí y vaya a decirle al faraón o a tu prometida.

—Nadie salvo el que yo autorice entra en mi habitación —susurra—. Quédate aquí, no tienes un mejor lugar a donde ir.

—Pero...

—Es hora de que descanses —guarda las cosas en la cajita de Tarik y veo como la pone en su lugar.

—Con unos cojines estaré bien —veo mi atuendo y vacilo—. Creo que tendré que cambiarme de ropas.

—Ninguno de los dos va a tener que dormir en el piso ni nada de eso —suelta una tenue risa—. Ven, sígueme.

Vacilo un momento al verlo desaparecer por una de las telas colgantes pero le sigo cuando vuelve a llamarme.
Al cruzarlo, me encuentro con un pequeño montón de cojines, parece una cama pero sin el dosel y todo eso.

—Aquí puedes dormir —al ver que voy a replicar se me adelanta—. No te preocupes por la nada, la ropa lo arreglaremos mañana. Además podemos decirle al faraón que estás aquí por el anuncio de mi hermano el de conseguir una esposa.

Tau tiene razón y al meditarlo mientras trato de conciliar el sueño encuentro que es la única razón viable.

Mi sueño está plagado de fieras, madres molestas, propuestas de matrimonio y príncipes.

Cuando abro los ojos, veo que hay ropa y comida a un lado de mi cama por así llamarla.

Tomo la ropa pero la vuelvo a dejar al ver lo sucia que me encuentro. Como mi estómago gruñe, decido irme por la comida.
Cuando estoy devorando una manzana mientras veo por una de las cortinas en la habitación de Tau, mi sangre se congela al escuchar la puerta abrirse.

Como no sé qué hacer, me tiro a un costado donde caigo sobre pieles y colchas.

—Zaya, te vi —alzo la vista al escuchar mi nombre y me encuentro con Tarik—. Sal de ahí y sígueme que mi padre no va a tardar en venir con Tau a ver unos mapas.

Al escuchar la mención del faraón, me apresuro a donde dormí y acomodo las cosas, tomó las que encontré y sigo a Tarik hasta su habitación.

—Supongo, querrás bañarte —dice en cuanto cierra la puerta—. Puedes hacerlo en un momento...

—Aquí estás —Tau entra seguido de una dos mujeres, una joven y la otra entrada en años—. Ellas son Fraya y Kiya; quienes se encargarán de ayudarte a asearte.

—Tau, puedo hacerlo yo sola —murmuro pero me ignora y se vuelve hacia las mujeres.

—Espero su discreción.

Aunque no esté implicada la palabra, sé que es una amenaza.
Tarik nos lleva a la misma habitación donde me cambiaron la primer vez que estuve aquí.

La señora, Fraya simplemente se mueve buscando lo necesario para bañarme; pero la chica, Kiya me mira extraño en todo momento, pero no me importa.
Ya estoy acostumbrada a este tipo de mirada por parte del personal. Así que sin tomarle importancia comienzo a bañarme.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora