Capítulo 54

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Al parecer mi querido Tarik, se fue.

No le veo por los alrededores por el resto de la semana y como por la tercera tras regresar de mi paseo con Nea escuche que se había ido a una expedición de no sé que.

«Cobarde

Bien que quiere darle a uno y cuando le sale premio no lo acepta.
Bueno, claro si es que en realidad fuera suyo, pero aun así que hubiera sido de mí si en verdad hubiera sido suyo.

De seguro ya me hubiera suicidado antes de la boda.
Pero no pude. Aunque claro no me sirve en estos momentos.

Pasan las semanas y con ello los meses y mientras mi estómago sufre los estiramientos del embarazo no sé nada de mi esposo y mucho menos de Tarik.

Cuando ya se empieza a notar por los pliegues del vestido y Tarik no aparecía, Amun tuvo que mandar en su búsqueda.

Pasaron algunos días hasta que fue encontrado y esa misma tarde en la que volvió, anunció al bebé como su primogénito.

Claro, no duró mucho su estadía pero al menos ya había reconocido a mi hijo.

A la mañana siguiente me topo con Tau en los pasillos y tras darnos la señal, cada uno continuó con su camino.

Ahorita tengo que ir a ver al abuelo ya que Tau también lo sabe, al menos no estaremos solos por la tarde.

—Pequeña Zaya —el abuelo me envuelve en sus brazos y al entrar a su habitación encuentro a Tau sentado un el otomano—. Ustedes si que llegan muy rápido.

—Al fin reconoció al niño —sonrío mientras me siento al lado de Tau, entrelazando nuestros dedos.

—Sí, porque no tenía de otra —Tau me da un beso en la cabeza y posa su mano sobre mi vientre hinchado—. No puedes vivir así, esta no es la vida que te mereces.

—Estuve pensando —tomo su mano entre las mías y comienzo a jugar con ellas tratando de distraerlo del rumbo de sus pensamientos—, y para esta parte de mi plan, debes de irte.

—¿Qué?

—Es muy peligroso el que estés cerca —le miro con cariño al ver su expresión de pesar—. No te preocupes mi amor, encontraré un modo en el que nos podamos seguir viendo.

—No creo que te dejen salir, no en las condiciones en las que estás —me mira preocupado—. Eres un blanco para los enemigos...

—No tenemos enemigos —sonrío divertida pero mi expresión decae al ver la suya.

—Pero no te van a dejar salir —separa nuestras manos y envuelve mi rostro con ellas—. Yo no te dejaría salir con nuestro hijo en tu vientre.

—Claro que me van a dejar salir —le beso la palma—. Tengo a Stet a mi lado y además, tu hermano le está dando por desaparecerse. No creo que tan siquiera lo note.

—Por favor, ten mucho cuidado —me mira a los ojos y los veo vidriosos.

—Si lloras, me vas hacer llorar.

—Es que tengo mucho miedo —me besa en la nariz y al escuchar el temblor en su voz, mi corazón duele—. Tengo miedo de que te hagan daño...tengo mucho miedo de perderte, porque sin ti, sin ustedes mi vida ya no tendría sentido. Volvería a ser la misma vida que tenía antes de conocerte, y prefiero la muerte a no tenerte en ella.

Con esto es imposible que pueda aguantar las lágrimas y estás en poco comienzan a deslizarse por mis mejillas.

—Te amo como no tienes idea —susurra envolviendo mi boca con la suya y en este momento no puedo estar más feliz que nunca.

Casada con el faraón. [J. R. 1]  ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora