139. Starlette

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Clarke que está apoyada en la jaula contempla a lo lejos el fuego que resplandece en la oscura noche. Mientras algunos de los guerreros están apostados junto a él, comiendo y bebiendo, otros afilan y preparan sus armas sentados sobre rocas escuchando al resto contar batallitas de sus incursiones a las aldeas vecinas.

El sonido de una gruesa cadena arrastrándose por el suelo llama la atención de Clarke y cuando vuelve la cabeza ve a una joven más o menos de su edad con un raído camisón y la pierna atada a ella llevando pesadamente un barreño con agua hacia su celda.

Clarke que se desplaza por la jaula viéndola acercarse está realmente sedienta, siente la boca seca y la humedad pegarle la ropa al cuerpo por la suciedad.

La chica morena con el cabello largo y espeso alzó la mirada un tanto esquiva.

—Esto es para ti —dijo con voz apenas audible dejandolo junto a los barrotes—. Andros quiere que bebas.

Clarke que iba a hacerlo se detuvo abruptamente mirandola.

—No me daría de beber si no hubiese llegado a un acuerdo con Lincoln.

La chica que la miro sin entender bajó la mirada esquiva.

—Yo solo cumplo ordenes.

Clarke que la vio darse la vuelta con esfuerzo escuchó de nuevo el tendencioso sonido de las cadenas arrastrarse nuevamente por la arena mientras se disponía a alejarse.

—¡Espera! —le pidió Clarke alargando la mano hacia ella.

La chica se detuvo y se volvió a mirarla.

—Gracias.

La chica asintió imperceptiblemente y cuando se volvió su cuerpo chocó bruscamente con el de uno de los guerreros.

—¡Ten más cuidado zorra estúpida! —dijo al derramarse parte de su bebida por la colisión. La chica retrocedió instintivamente casi de inmediato y se protegió con las manos—. ¡Mira lo que has hecho!

—Lo siento —se apresuró a decir la chica aterrada comenzando a temblar—. Lo siento.

Clarke que vio al guerrero dar un paso hacia ella y agarrarla fuertemente del pelo escuchó a la chica sollozar al llevarse las manos a la cabeza tratando de soltar su agarre mientras él tiraba de ella hasta hacerla caer de rodillas al suelo justo a sus pies.

—¡Eh! —le gritó Clarke de lo más furiosa e indignada lanzándose contra los barrotes—. ¡No ha hecho nada, suéltala!

El mercenario que ignoró a Clarke por completo ejerció más fuerza haciendo por pegar la cabeza de la chica al suelo junto a sus botas donde había caído la bebida derramada.

—¡Este brebaje vale mucho más de lo que vales tú y has hecho que se derrame! —dijo él despreciable guerrero hundiéndole la mejilla en la mojada tierra—. ¿Cómo vas a compensarme ahora por eso?

Clarke que golpeo los barrotes tratando de salir la escuchó gritar en el suelo por el daño que le estaba haciendo.

—¡Vexor! —llamó una voz a lo lejos una potente voz, el guerrero volvió la cabeza viendo junto al fuego a otro de los suyos con una pata asada de jabalí en la mano dándole un gran mordisco—. ¡Ven aquí y cuentales a esta panda de patanes incrédulos lo de aquella vez con el jabalí en Polis!

Una sonrisa fanfarrona y cruel apareció en sus labios y la mano de Vexor poco a poco soltó a la chica hasta apartarla de mala manera con el pie.

—¡Has tenido suerte puta!

La joven chica que con esfuerzo apoyó las manos del sucio suelo trato de incorporarse entre lágrimas, respirando agitadamente mientras se llevaba la mano a la rasguñada mejilla tratando de limpiarse la tierra de su afligido rostro. Clarke que respiraba con fuerza dio una mirada de asco y odio a aquel tipo viéndole alejarse de allí.

—¿Estás bien? —preguntó con preocupación y angustia a la chica—. ¿Te encuentras... te encuentras bien?

La chica que trató de levantarse del suelo temblorosa apenas pudo mirarla sacudiéndose la tierra de la harapienta ropa.

—No ha sido nada —murmuró temblorosa la chica—. Traere tu comida...

Clarke que estaba absolutamente impactada por lo que acababa de presenciar tembló de pura impotencia y rabia, nadie tenía derecho alguno de hacer algo así a otra persona, nadie.

Tenían que salir de allí, tenían que hacerlo y liberarla a ella y a los otros cautivos. Lexa debía enterarse de todo aquello y hacer algo para impedir que toda esa despreciable gente siguiese causando daño a personas inocentes.

La chica se alejó arrastrando los pies por la tierra en dirección a la pequeña fogata junto a las jaulas donde un par de chicos desollaban algunas alimañas sentados sobre viejos troncos atados también con cadenas a la jaula que mantenía la puerta abierta mientras que en la jaula de al lado dos hombres más y una mujer permanecían sentados en el suelo con un lamentable aspecto.

Clarke apenas podía verles bien en la distancia pero la cálida luz de las llamas a veces se reflejaba en las jaulas y le parecía ver a algunos de ellos dentro.

No podía creerse que su madre, Lincoln y ella se encontrasen en esa situación y mucho menos aún que fuese por su culpa. Si al menos hubiese acudido a Polis ella sola...

Un sonido que provenía de la tienda hizo que Clarke dirigiese su mirada hacia allí viendo salir a su madre con un cantaro y dirigirse hacia una especie de agujero en el suelo. Clarke se la quedo viendo la siguió con la mirada comprobando en todo momento que estuviese bien. Su madre mientras se acercaba al pozo y subía el cubo lleno a rebosar dirigió una mirada hacia ella en la lejanía.

Estaban en una situación comprometida, peligrosa. Abby parecía cansada, cada vez más extenuada con el paso de las horas y a Lincoln ni siquiera le había visto desde que despertó.

Uno de los mercenarios que salía de una de las tiendas se fijó en ella y se acercó inmediatamente a Abby.

—¡Eh tú! ¿Qué haces aquí fuera? —le gritó empujando a Abby con el pesado cantaro hacia dentro—. ¡Venga, muevete y entra ahí!

Clarke que se sintió la impotencia crecer en su interior sabía que no podía hacer nada para evitar aquello y se revolvía por dentro por ello.

El sonido de las cadenas acercándose la alertó y vio como la chica traía temblorosamente un cuenco entre las manos acercándoselo para meterlo entre los barrotes.

—Aquí tienes, avisame cuando termines —repuso quedamente cabizbaja—. No les gusta que tengamos nada dentro de la jaula sin que lo sepan ellos.

La chica se dio la vuelta para marcharse pesadamente de nuevo pero Clarke la llamó.

—¡Espera! —cuando la chica se volvió a mirarla Clarke tragó—. ¿Cómo te llamas?

La chica que se detuvo un instante al oírla pareció reflejar desconcierto en su rostro, hacía demasiado tiempo que nadie preguntaba por su nombre, tanto que casi parecía haberlo olvidado.

—Me llamo... me llamo Starlette kom Ouskejon Kru.

—¿Perteneces a las tierras del Acantilado Azul? —preguntó Clarke insegura conociendo al embajador de ese clan.

—Ya no... —susurró débilmente la chica sabiéndose abandonada por su gente muchos años atrás cuando la capturaron. Clarke que la vio marcharse alicaída y abatida se la quedo viendo apoyada en la jaula.

—Mi nombre es Clarke, Clarke kom Skykru —maculló ella en un último intento de entablar algún tipo de conversación con ella pero la chica simplemente continuó alejándose sin volverse. Clarke cerro los ojos en actitud resignada y vencida murmurando casi para si—. Y solo quiero volver a casa...

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora