16. No Es Suficiente

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¡Abrid las puertas! —vociferó Octavia con autorización de Kane saliendo por la claraboya de la asentada nave. Los guardias obedecieron rápidamente y las metálicas puertas del amurallado campamento se abrieron de par en par para la Comandante y su séquito.

Lincoln observó como sus hermanos incluso los más recelosos atravesaban las puertas en aras de la Comandante. Todos y cada uno de ellos darían su vida por ella, todos y cada uno sin rechistar.

Los cascos de los caballos golpetearon sobre el duro suelo mientras se adentraban y cuando el último de ellos estuvo dentro la guardia volvió a cerrar las puertas de Arcadia a todo aquel ajeno que intentase cruzarlas sin permiso.

Octavia permaneció de pie en la entrada mientras los guerreros de Lexa se disipaban abriéndole paso atentos a una posible emboscada. Indra se adelantó en lo que Lexa llegaba. Su dura mirada reflejando el peligro del momento. Había pasado de considerarles enemigos a creer que era probable una paz con ellos y todo gracias a los conocimientos que Octavia le había aportado sobre su antiguo pueblo.

—Bienvenidos —pronunció Kane en un arcaico trigedasleng en un intento de cordialidad nada más acceder al exterior, colocándose junto a Octavia y a la Canciller Griffin. No era extraño que sus hombres se tensasen y se notase el nerviosismo por todo el campamento. La tensión se podía palpar en el aire.

—Indra —la reverenció Octavia con un respetuoso gesto, viendo llegar a la Comandante que se había bajado de su hermosa cabalgadura. Indra le infundía respeto, la había acogido bajo su protección en un momento decisivo de su vida y le había enseñado como ser una guerrera valiosa para su pueblo y también para el suyo, ¿pero Lexa?

Nada le debía a ella. Pesaba una orden de muerte sobre Lincoln gracias a ella. Había traicionado a su hermano y a los otros pactando con el Monte Weather dejarles allí para morir. Se inclinaría ante Indra pero no ante Lexa.

—Octavia —le devolvió ella el saludo con gesto serio antes de hacerse a un lado sintiendo los pasos de Lexa aproximarse detrás.

—Comandante, agradezco mucho que hayas accedido a presentarte aquí en persona —intervinó Abigail dirigiéndose a la líder del Pueblo Arbóreo y Heda de los Doce Clanes—. Se que tienes muchos asuntos importantes que tratar en Polis, pero lo que está sucediendo aquí también es importante para mi gente.

—Hemos notado mucho movimiento en la frontera con la Nación del Hielo y nos preocupa un posible ataque —expuso Kane a la Comandante.

—Nadie os atacará —repuso Lexa sin apartar su gélida mirada de la de Kane mirando después a la Canciller—. He venido porque tengo una propuesta para el Pueblo Celeste.

Abigail que vió la decisión en sus ojos intercambió una mirada con Kane que se apartó tendiendo la mano hacia dentro de la pesada claraboya.

—Adelante, Comandante —la invitó Kane a pasar para hablar en un lugar mas cómodo. Lexa se volvió hacia sus hombres que se disponían a entrar con ella.

—Quedaos aquí —ordenó con decisión a los imponentes guerreros que enseguida se quedaron en el sitio—. Indra.

Indra asintió con la cabeza y pasó por delante de ella abriendo camino llevando instintivamente la mano a la empuñadura de su espada.

—Eso no será necesario —aseguró Abigail disponiéndose a acompañarlas—. Os doy mi palabra de que nadie intentará nada en contra vuestra.

—Eso espero —respondió Indra severamente viendo a Octavia seguirles discreta en un segundo plano.

Marcus Kane y la Canciller del Arca las condujeron a la sala de mandos, esa en la que tantas veces habían estado. Estaba completamente vacía y nadie les molestaría.

Indra entró la primera examinando a primera vista el lugar, evaluando el peligro existente para ella y para la Comandante pero no halló nada. Kane se paró de pie en la puerta y permitió que Lexa, seguida de Abigail y Octavia entrasen.

Octavia se coloco en silencio de pie junto a la puerta viendo a Indra hacer lo mismo tras la Heda de los Doce Clanes. Lexa recorrió discretamente la estancia con la mirada buscando no sabiendo bien qué.

La imagen de Clarke ligeramente inclinada tras la mesa exponiendo cuáles serían sus próximos movimientos a seguir afloró vagamente en su mente y Lexa la desvió. Antes de volverse para confrontar a Abby.

—Siento que el desafortunado incidente acaecido en el Monte Weather separase nuestros caminos. Entiendo que no podáis confiar en mi palabra porque falte a ella ante vuestro pueblo y antepuse al mío en vuestro lugar.

—Los errores son aceptables en la toma de decisiones cuando llevas la carga del mando —terció Kane con una calma envidiable—. Nuestra intención no es reprochar nada, hiciste lo que consideraste mejor para tu pueblo.

—Así es —admitió Lexa sosteniéndole la mirada al segundo al mando del Pueblo Celeste—. Considero que de haberoslo propuesto la Montaña a vosotros, habríais aceptado sin dudar. Clarke era perfectamente capaz de diferir en cuanto a decisiones se refiere. Ella también habría escogido salvar a su pueblo.

—No, ella habría decidido unir fuerzas y pelear juntos para salvar a los suyos tanto como a los tuyos —recapituló Clarke entrando decidida en ese momento en la habitación.

La conmoción se reflejó en los ojos de Lexa que se abrieron súbitamente cargados de sorpresa.

Wanheda, Cazadora de la Montaña, Líder del Pueblo Celeste y Comandante de la Muerte estaba de pie frente a ella. No eran imaginaciones suyas, era real.

—Wanheda —masculló Indra volviendo a llevar la mano a la empuñadura de su espada colgada de su cintura a la espera de como ella iba a reaccionar.

—No —dijo Octavia por puro instinto dando un paso al frente.

—Calmémonos todos —dijo Kane evidentemente tenso al ver como la situación se le iba de las manos—. Clarke, la Comandante está aquí para hablar nada más.

—¿Ahora quieres hablar? —la encaró Clarke dando decididos pasos hacia ella—. ¿Ahora?

—Clarke —dijo Abby tensamente con los ojos puestos en su hija buscando apaciguarla—. Por favor...

Lexa que enfrentó impávidamente su mirada a pesar de que por dentro el desasosiego la estuviese carcomiendo mantuvo su postura erguida frente a ella.

—No, mamá Clarke por favor nada —se impuso ella ignorándola hasta quedar a un palmo de la cara de Lexa—. Escuchame bien Lexa, porque solo te lo diré una vez —amenazó ella arrastrando fría y lentamente las palabras de forma que reverberaron por toda el barracon—. Nada de lo que puedas llegar a decir nos interesa. Nada te exculpa de lo que pasó. Me traicionaste a mi y a los mios. Te largaste y nos dejaste allí para morir. No te atrevas a actuar como si me conocieses porque si fuera así, nunca sugerirías que yo os hubiese abandonado de esa forma.

Lexa que sostuvo su mirada con moderación vió el odio y el rencor reflejarse en ella. El dolor que la embargaba e hizo algo que aunque la hiciese parecer débil ante los líderes Skykru sentía que debía hacer.

—Lo siento —susurró ella sincera con un triste brillo en la mirada.

Clarke que sintió sus ojos humedecerse y llenarse de lágrimas tembló al oir esas palabras salir de su boca. Había pasado tres meses de infierno alejada de los suyos, atacada y cazada como un misero animal. Con la mente rota y el alma herida por los actos cometidos. Empujada al exilio y apartada por el temor de su gente. Acosada por las caras de aquellos que había desafiado y enviado a la muerte.

Iba a necesitar mucho más que un simple lo siento para aplacar la irá y la culpa que sentía hacia ella.

Mucho, mucho más.

—El sentirlo no cambia nada —masculló Clarke con desprecio reteniendo las lágrimas antes de apartarse de ella y abandonar precipitadamente la reunión.

Lexa que no pudo decir nada más a eso, la siguió con la mirada viéndola partir de la habitación. Era culpa suya, no pudo evitar decirse. Era su culpa que en eso se hubiera convertido.

Clarke kom Skykru jamás volvería a ser la misma y eso era mucho peor que el sentimiento deshonesto de la traición.

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora