108. Algo Que Desconoces

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Ontari que ha acostado a Eilan hace rato, recoge las cosas que quiere conservar durante su partida a Azgeda cuando escucha llamar a su puerta. Su mirada se dirige al niño que se acurruca entre las pieles sobre la cama antes de dirigirse a abrir prestamente.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó secamente ella viendo a Roan ante su puerta.

Roan que se la quedo viendo largamente hizo un imperceptible gesto.

—Tenemos que hablar.

Ontari que sostuvo su mirada completamente firme y serena, abrió la puerta y cuando Roan hizo por entrar ella salió cerrando directamente tras de si. No había mostrado interés alguno en Eilan solo en Azgeda y en ella así que no iba a permitir que le perturbase de ningún modo.

—Hablemos —repuso Ontari directa.

Roan que puso una cara al verla hacer eso dirigió su mirada a la guardia del pasillo que Lexa había dispuesto para ella y Eilan, y los cuatro hombres obedecieron alejándose por los pasillos dejándoles a solas.

Ontari que no sintió temor alguno al ver eso porque no tenía ningún tipo de miedo a Roan clavó su mirada en sus inquietantes ojos.

—¿Y bien? —exigió ella.

Roan tardó en hacerlo pero al finalmente expresó el asunto que le había traído hasta ella.

—Sé que ambos tenemos una costosa deuda con Wanheda. Ella no confía en mi y no la culpo por no hacerlo pero a ti te tolera. Te escuchará cuando le adviertas sobre el peligro que la acecha.

—¿Y qué peligro es ese? —inquirió con sutileza Ontari arqueando una ceja insolente.

—Lo descubrirás a su debido momento.

Ontari hizo por volverse para abrir la puerta creyendo la advertencia hecha pero Roan la paró con la mano.

—Alguien trata de forzar otra guerra manipulando a Lexa para masacrar a Wanheda junto con sus gentes. Para que eso no ocurra debo pedirte que hagas algo trascendental por ella. Algo que reforzará la lealtad de su pueblo hacia Lexa y que la Coalición verá como un movimiento ventajoso por parte de Azgeda.

Ontari que no sabía bien de que se trataba ladeo ligeramente la cabeza con desconfianza.

—Hay muchas cosas que en tu ausencia desconoces de Azgeda. Retenidos en la Fortaleza del Hielo hay sesenta y tres skykrus, aquellos que sobrevivieron a la horda que mi madre envió para su aniquilamiento al aterrizar en la gran marea de hielo.

Ontari que no desconocía esa información se preguntó inmediatamente como Nia, la despiadada y cruel reina de Azgeda les había permitido seguir respirando en su presencia. Más como si Roan conociese la pregunta ella obtuvo su respuesta.

—Ha vendido, matado y esclavizado a decenas de ellos, los más fuertes y fieros han servido como entretenimiento a sus más solaces y deshonrosos deseos. Obligados a combatir hasta la muerte entre ellos para diversión de Nia y del pueblo. Los menos afortunados, aquellos inofensivos y débiles convertidos en esclavos y siervos a merced del provecho de sus más implacables guerreros como premio.

El rostro de Ontari se endureció por momentos, no porque en cierta medida los invasores no merecieran represalia alguna pero esa clase de represalias ella las consideraba una autentica bajeza.

—Quiero que les liberes, a todos ellos. Da la orden, permite que se reúnan con los suyos en Arcadia, permiteles convertirse en su refuerzo para los días venideros y te aseguró que por mi parte nunca más disputaré Azgeda.

—¿Y qué sacas tú de todo esto? —preguntó ella directa sospechando posibles ocultas intenciones.

—Mi deuda con Wanheda quedará saldada y no le deberé fidelidad ninguna salvo aquella que se gane con respeto.

—Oh Roan, ¿me crees tan enrevesadamente estúpida para creer eso?

Un brillo en la mirada del Príncipe consorte hizo que sus sospechas quedasen confirmadas.

—Tus "honorables" intenciones pueden que engañen a alguien pero no a mi, te conozco demasiado bien como para saber que no es la nobleza la que te mueve. No voy a preguntar más sobre el motivo que te ha traído arrastrándote hasta mi puerta, sobretodo porque sé que eres consciente de cuanto le debo en este momento a Clarke y a Lexa, y que te mataría sin dudar si te creyese capaz de provocar mal alguno a propósito a alguna de ellas. Por eso, soltaré a toda esa gente. Será un presente de la buena voluntad de Azgeda de acoger al Decimotercer Clan como parte de la Coalición.

—Presente, que no me cabe duda alguna que Skykru y Heda valorarán —repuso Roan con tibio gesto.

—Marcharemos por la mañana —dijo Ontari trás un segundo tenso—. Dispon a tus hombres para que me acompañen y les escolten de regreso con su gente. Azgeda no aceptará que les entregue así como así después de haber vulnerado sus tierras así que no será seguro que les escolten ellos.

—Trescientos hombres bastarán —aseveró Roan con firmeza.

—Que sean ciento cincuenta, Azgeda podría ver la intrusión como una amenaza de Heda.

—Bien, pues ciento cincuenta entonces —concretó Roan mirándola a los ojos fijamente—. Dispondré la orden ahora mismo.

Ontari que asintió con aprobación se le quedo viendo largamente hasta que finalmente el contacto se hizo demasiado personal para ella y desvió la mirada apartándose de él.

—Recuerda todo cuánto te he dicho, si las traicionas a ellas, me traicionas a mi y sabes que yo no concedo segundas oportunidades. Morirás sobre la tierra que algún día gobernara mi hijo.

Roan que supo sopesar la verdad en sus palabras la reverenció con complacencia antes de darse la vuelta y alejarse por el pasillo en silencio. Ontari que seguía sin confiar en aquellas intenciones, iría a Azgeda y si lo que él le había revelado era cierto, liberaría a toda aquella gente porque lo último que querría era deber nada más a la incombustible Wanheda.

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora