84. Sendero Incorrecto

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Titus que entra en el salon del trono da un portazo con fuerza que hace temblar las destartaladas paredes. Algunas de las velas prendidas se apagan por la corriente de aire que les llega y su rostro se vuelve irascible y gelido. Apenas puede contener la rabia por las reprimendas que la Heda de los Trece Clanes le ha hecho de forma pública más de una vez desde que regreso.

Debido a su juventud, a su impetu y a su espíritu ha pasado por alto sus faltas más de una vez, pero acabar con la vida de la reina de Azgeda por muy enemiga declarada que fuese, nombrar nada menos que reina a una despiadada asesina y traer consigo a una intrigante cría a la que legar su pueblo y su Coalición, era sin duda la gota que colmaba el rebosado vaso.

¿Quién demonios se creía Lexa kom Trikru que era para ignorar sus enseñanzas de aquella vergonzosa manera? ¿Para ultrajarle y deshonrarle públicamente después del tiempo y la dedicación que había empleado con ella? De no ser por él y su implacable preparación ella no sería nada.

Había servido a cuatro Comandantes incluyéndola a ella pero ninguno había sido tan insubordinado, combativo y desagradecido como estaba resultando ser ella.

Entendía perfectamente sus dotes de liderazgo, por no decir su resistencia a cierto grado de autoridad que era perfectamente comprensible y aceptable a grandes rasgos, pero él había sido un dios para ella.

Un maestro.

Un mentor.

Y solo por ello merecía algo más que respeto proveniente de su parte.

No, Lexa había sobrepasado todos los límites posibles y estaba comportándose de manera errática desde que Skykru piso tierra y trajo consigo al peor de sus males, Wanheda.

Desde el momento en que Lexa la conoció algo extraño y singular ocurrió entre ellas, algo que Titus es aún incapaz de comprender. Ambas pertenecientes a mundos distintos, ambas con ideales diferentes y preceptos contradictorios. La una venerando la vida y la otra venerando la muerte. Ningún punto de unión entre ellas. Ningún lapso que expliqué tal deferencia.

Ninguno.

Aún así Titus había aceptado y tolerado la presencia de Wanheda por ella. Porque la admiraba y la amaba como a nadie. Lexa había sido como una hija para él, sin duda su mejor discípula. Y ahora la veía corrompida e influenciada por ella.

No había mayor humillación y derrota que esa para él. No podía seguir tolerando que esto fuese así, debía hacer algo para que Lexa comprendiese que estaba abandonando el camino correcto y regresase por su propia mano a él.

Todo volvería a ser como era antes de conocerla a ella. Lexa terminaría comprendiendo que él estaba en lo cierto, que seguir sus instrucciones era lo más conveniente y correcto.

Solo debía encontrar la manera de hacérselo entender...

Encontrar la forma mas oportuna y prudente de quitar de en medio a aquellas personas que consideraba que sobraban en la vida de la Heda de los Trece Clanes y el agua seguiría su corriente.

Todo sería tal como debía ser.

Continuara...

Asumámoslo, Ahora Esto Es Lo Que Somos 1. (#TheWrites)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora