Undercover // Justin Bieber

By desirealba

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Encuentrame en las sombras, estaré protegida, hasta mañana. Está seguro de que no te sigan. No necesitas otr... More

En secreto.
Prólogo
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Diez.
Once.
Doce.
Trece.
Catorce.
Quince.
Dieciseis.
Diecisiete.
Dieciocho.
Diecinueve.
Veinte.
Veintiuno.
Veintidos.
Veintitres.
Veinticuatro.
Veinticinco.
Veintiseis.
Veintisiete.
Veintiocho - Veintinueve
Treinta.
Treinta y uno.
Treinta y dos.
Treinta y tres- Treinta y cuatro- Treinta y cinco.
Treinta y seis.
Treinta y siete.
Treinta y ocho.
Treinta y nueve.
Cuarenta.
Cuarenta y uno.
Cuarenta y dos.
Cuarenta y tres.
Cuarenta y cuatro.
Cuarenta y cinco.
Cuarenta y seis.
Segunda Temporada. Prólogo
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Diez.
Once.
Doce
Trece y Catorce
Quince
Dieciseis y Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve.
Veinte
Veintiuno.
Veintidós.
Veintitres.
Veinticuatro.
Veinticinco
Veintiseis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y dos
Treinta y tres
Treinta y cuatro
Epílogo
Navidad.
Nuevos capitulos.
1. Extra Navidad.
2. Extra Navidad
3. Extra navidad.
4.Extra Navidad. Fin
Aclaración.
Capitulo extra por los 2.5K
¿Tercera temporada?
TERCERA TEMPORADA
Cast
Prólogo
Uno
Dos
Tres
Cuatro.
Cinco
Seis
Siete
Ocho [I]
Ocho [II]
Nueve
Diez [I]
Diez [II]
Once
Doce
Trece
Catorce [I]
Catorce [II]
Quince
Dieciseis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno [I]
Veintiuno [II]
Veintidos
Veintitres
Veinticuatro [I]
Veinticuatro [II]
Veinticinco [I]
Veinticinco [II]
Veintiseis
Veintisiete [I]
Veintisiete [II]
Veintiocho
Veintinueve [I]
Veintinueve [II]
Veintinueve [III]
Capitulo privado subido
Treinta [I]
Treinta [II]
Treinta [III]
Treinta y uno [I]
Treinta y uno [II]
Treinta y uno [III]
Treinta y dos [I]
Treinta y dos [II]
Treinta y dos [III]
Treinta y tres [I]
Treinta y tres [II]
Treinta y tres [III]
Treinta y cuatro [I]
Treinta y cuatro [II]
Treinta y cuatro [III]
Treinta y cinco [I]
Treinta y cinco [II]
Treinta y cinco [III]
Treinta y seis [I]
Treinta y seis [II]
Treinta y siete
Treinta y ocho [I]
Treinta y ocho [II]
Treinta y nueve [I]
Treinta y nueve [II]
Cuarenta.
Cuarenta y uno.
Cuarenta y dos.
Cuarenta y tres.
Cuarenta y cuatro.
Cuarenta y cinco.
Cuarenta y seis (extra)
Cuarenta y siete
Cuarenta y ocho
Cuarenta y nueve
Cincuenta
Cincuenta y uno
Cincuenta y dos
Cincuenta y tres.
Cincuenta y cuatro
Cincuenta y cinco.
Cincuenta y seis
Cincuenta y siete
Cincuenta y ocho
Cincuenta y nueve
Sesenta
Sesenta y uno
Sesenta y dos
Sesenta y tres
Sesenta y cuatro. «final»
Sesenta y cinco (extra)
Sesenta y seis (extra)
Sesenta y ocho (extra) FINAL

Sesenta y siete (extra) Penúltimo

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By desirealba

Pongo mi mano en mi boca con nerviosismo mientras intento que el pánico no se apodere de mí. No puedo pronunciar ninguna palabra porque el aire se ha quedado atrapado en mi garganta y me cuesta respirar. Miro a mis hijas en el jardín jugando y la voz de Jorge al otro lado de la línea me hace soltar un suspiro tembloroso.

— ¿Y si viene? —susurro.

— Dudo que vaya, le caería cadena perpetua esta vez. Ha visto al psicólogo antes de salir, dice que la obsesión ha desaparecido.

Su voz tranquilizadora no me ayuda. Quiero coger a las niñas y salir corriendo a un lugar al que él no pudiera llegar.

— Estoy asustada —admito—. Ni siquiera sé cómo han podido rebajarle la condena después de lo que hizo.

— Así es la ley aquí, Abigail. ¿Justin está ahí? —pregunta.

— Está de promoción, no sé si quiero llamarlo. Cancelaría todo y si llevas razón, deberíamos seguir con nuestras vidas y no temer que él venga.

— No puede salir de España —dice.

Veo como Jia le tira del pelo a Jade y esta empieza a gritar para después pegarle a su hermana.

— Espero que no lo haga.

— Díselo a Justin, tiene que saberlo. De todos modos su manager estará enterado.

— De acuerdo, gracias, Jorge. Mantenme informada si pasa algo.

— Lo haré, cuidaos.

Cuelgo y las niñas entran llorando y quejándose. Estoy apoyada en la encimera con los codos y dejo el teléfono para pasar las manos por mi rostro y después por mi pelo.

— ¡Jade me ha pegado!

— ¡Ella me ha pegado primero!

— No me dejaba el monopatín.

— Hay dos, Jia, podías haber cogido el otro.

— ¡Pero yo quería ese!

— Niñas, hoy no, por favor. Recoged el jardín y al baño.

— ¡Tonta! ¡Por tu culpa! —Jade empuja a su hermana y suspiro pesadamente.

— ¡Tú se lo has dicho! —Jia empuja a Jade y me incorporo para separar a mis hijas y agacharme.

Las miro a las dos, seria y alzo una de mis cejas. — ¿Me enfado? —pregunto. Ellas niegan con la cabeza—. Recoged el jardín y subid al cuarto de baño.

Me levanto y ellas corren hacia el jardín. Paso las manos por mis pantalones y subo para preparar la ropa. Entro en la habitación y cojo los pijamas y su ropa interior. Ellas no tardan en estar arriba y se quitan la ropa mientras nivelo el agua.

— ¿Podemos quedarnos un rato a jugar? —pregunta Jade.

— No.

— Por favor —dice Jia.

— Hoy no.

Las meto en la bañera y las ducho con rapidez mientras ellas se ríen por algo que dicen y termino mojada entera, como siempre. Las saco de la bañera y empiezo a secarlas. — ¿Podemos ver los dibujos en nuestra habitación después de comer? —pregunta Jia.

— Mañana hay colegio, el fin de semana.

— Solo un ratitititito —Jade junta sus dedos y me siento en la tapadera del váter cansada.

— Hoy no, ¿vale? Ved los dibujos cenando y después a la cama.

— ¿Cuándo va a volver papá? —pregunta Jade.

— Volverá pronto —le ayudo a ponerse el pijama, primero la ropa interior a las dos, después la camiseta y luego los pantalones—. No quiero ver las zapatillas fuera de los pies.

Ellas salen del cuarto de baño y gritan que van a poner la televisión. Empiezo a recoger las toallas del suelo y me miro en el espejo del baño, que está empañado. Me apoyo en el lavabo y dejo una de las toallas allí para darle con mi mano al espejo y poder ver mi reflejo. Me agarro con fuerza al lavabo e intento mantener los recuerdos a raya. Sabía que este día llegaría, pero no que lo haría tan pronto. No que nos llegaría mi primer anillo de compromiso en un sobre el día de Navidad.

Miro la palma de mi mano y recuerdo el corte que tenía en ella.

"Por favor" susurré.

"¿Por favor? No sirve de nada rogarme"

Aprieto mi mandíbula y las imágenes vienen a mí como si hubiese sido ayer, como si ayer hubiese estado a punto de morir a manos de la persona a la que confiamos mi seguridad. Una lágrima rueda por mi mejilla y no tardo en quitarla con el dorso de mi mano. Pongo los mechones sueltos de mi moño detrás de mi oreja y respiro hondo. Cuelgo las toallas y pongo las ropas de las niñas para lavar. Bajo y voy a la cocina para empezar a hacerles la cena. Las observo reírse con los dibujos y el miedo que tengo no es porque me pase algo a mí, sino a ellas.

Ahora que había conseguido una estabilidad en mi vida, no quería que nadie me la quitase. Nadie tenía derecho a quitarme mi felicidad. Podía creer en la palabra de Jorge, en los informes de la psicóloga, pero nada de eso me aseguraba que él no hubiera mentido. Era astuto, ya nos lo había demostrado en todos estos años. ¿Por qué confiar en él?

Observo a las niñas cenar mientras miran atenta la televisión y juego con el teléfono entre mis manos esperando que ellas se acuesten para llamar a Justin. Me acerco a la alarma de seguridad cuando cierro la puerta del jardín y me aseguro que cada puerta y ventana esté cerrada.

— ¿Habéis terminado ya? —pregunto acercándome a ellas.

— Sí. ¿Nos dejas un ratito? —preguntan las dos a la vez.

— Lavaos los dientes y a la cama, mañana es viernes y podréis ver la televisión.

Ellas se quejan, como todas las noches, y al final, suben a lavarse los dientes. Meto las cosas en el lavavajillas y subo a su habitación donde las veo jugando con unas muñecas.

— Venga, a la cama, princesas —doy una palmada y abro sus camas para que ellas puedan acostarse—. Vamos a llamar a papá, ¿Vale?

— ¡Sí! —gritan las dos.

— Ven aquí —le digo a Jade abriendo mis brazos.

Ella sale de su cama y la subo conmigo para que se acueste en la cama de Jia. Saco el móvil de mi bolsillo trasero y me recuesto al lado de mis hijas. Busco el número de Justin en llamadas recientes y pulso. Las tres esperamos la llamada en altavoz y sonrío cuando escucho su voz y lo veo a través de la pantalla. Las niñas les responden con un hola.

— Hola, preciosas —dice Justin al otro lado de la pantalla—. ¿Cómo estáis? ¿Me echáis de menos?

— ¡Síííí! —responden las dos.

— Hoy hemos aprendido las tablas de multiplicar en el cole —le informa Jia.

— Vaya, eso es genial... ¿Cuánto es... 2x2? —pregunta.

— ¡Cuatro! —responde Jia.

— ¡Muy bien! ¿Os estáis portando bien?

— Sí —responde Jade.

— Muy bien —dice Jia.

— ¿Eso es cierto, cariño? —me pregunta.

Sonrío y miro a mis hijas alzando una ceja. Ellas me miran esperando que diga que sí para que su padre no les regañe. — Se están portando bien —respondo. Mis hijas me miran satisfechas.

— Tened dulce sueños, princesas. No hagáis enfadar a mamá. Hablamos mañana. Dadle un beso a la pantalla —dice Justin.

Sonrío y ellas lo hacen.

— Os quiero mucho.

— ¡Y nosotras a ti!

— Venga, a la cama.

Jade se acuesta en su cama y dejo el teléfono en la mesita de noche para arroparlas y darles un beso de buenas noches. Les enciendo la lamparita que tienen debido a su miedo a la oscuridad y cojo el teléfono antes de salir de la habitación.

— ¿Puedo ya ver cómo de guapa está mi esposa hoy? —escucho la voz de Justin y sonrío de lado para apuntar el teléfono a mi rostro—. ¿Qué ocurre?

— ¿Te puedo llamar mejor?

— Claro —dice confuso.

Cuelgo y bajo a la planta de abajo para coger una botella de agua del frigorífico. Justin me llama y no tardo en cogérselo.

— Hola —saludo—. ¿Qué tal el día?

— Bien, de un sitio para otro, las mismas preguntas de siempre... todo bien. ¿Y tú? ¿Cansada? ¿Te han dado mucha guerra?

— Son muy hiperactivas, pero estamos bien. Ha habido algunos problemas en la academia pero todo solucionado —subo a mi habitación—. Jorge me ha llamado.

— ¿Qué te ha dicho? ¿Se sabe quién envió el anillo?

Me siento en el borde de la cama. — Carlos ya ha salido de la cárcel —le informo. Justin se queda callado al otro lado de la línea.

— ¿Cómo estás?

Junto mis labios en una fina línea intentando no llorar. — Estoy... asustada —mi voz tiembla—. Es que... —me callo y muerdo todo mi labio inferior para no llorar.

— Cariño...

— Tengo miedo —admito—¸no sé... no sé —las lágrimas ruedan por mis mejillas—. Con el fuera es como si nunca se hubiera acabado.

— Se ha acabado, cariño. Él está allí y nosotros aquí.

Miro hacia arriba y asiento a pesar de que no puede verme. — No te hará nada, no nos hará daño de nuevo. Lo prometo. No esta vez, ¿Vale?

— Vale —sollozo.

— Nena, no puedes hacerme esto.

— Lo siento —paso la lengua por mi labio superior notando el sabor salado de mis lágrimas—, es solo que... hoy ha sido un día largo. Te echo de menos.

— Yo también te echo de menos. Estaré allí con vosotras muy pronto.

Sorbo mi nariz y asiento. Me acerco a la mesita de noche y del primer cajón saco varios pañuelos de papel para secar mis lágrimas.

— Todos me preguntan sobre las niñas —dice—, he contado alguna que otra anécdota.

— ¿Cómo cuál? —pregunto aún con la voz temblorosa.

— Jia disfrazada de Frankenstein y Jade de princesa en Halloween —sonrío—, o cuando me pintaron las paredes el estudio con corazones, flores y una casa.

Sonrío.

"Estaba cocinando y veo cuatro pequeñas coletas rubias correr. Las vi esconderse detrás de las cortinas y entonces Justin gritó.

¡Jade! ¡Jia! ¡Venid aquí!

Alcé mis cejas sorprendida por su tono de voz y levanté mi vista cuando lo escuché llegar.

¿Dónde están? —preguntó enfadado.

¿Quién?

Las niñas.

¿Qué niñas? —pregunté indiferente mientras sigo cortando el pimiento.

Nuestras hijas.

Dejo de cortar el pimiento y lo miro. — ¿Tenemos hijas? —fruncí el ceño.

¡Han entrado en el estudio! ¡Han pintado las paredes, los folios y todo! —levantó sus manos.

Señalé con el cuchillo a las cortinas y Justin va enfadado hacia allí. Las descubre y las niñas gritan haciéndome sonreír abiertamente.

Ninguno de los dos podíamos enfadarnos mucho con ellas porque eran nuestra debilidad. Fui al estudio secándome las manos con un paño para ver cómo de grave era y cuando entré supe el motivo de su enfado.

Observé las paredes llenas de flores, corazones, casas y nos habían dibujado a los cuatro.

Me reí cuando vi que a Justin le habían dibujado la cabeza muchísimo más grande que el cuerpo mientras que las cabezas de las tres estaban normales.

Justin llegó con las niñas, que estaban tristes y arrepentidas.

¿De qué te ríes? —preguntó mi esposo.

¿Has visto tu cabeza? ¿Qué te ha pasado?

Las niñas sonrieron divertidas y Justin me miró mal haciendo que me callara y me aguantara la risa.

No es el momento, lo han hecho mal.

Es cierto —digo seria—. Lo siento.

Id a vuestra habitación mientras pienso un castigo —dice Justin.

Junté mis labios en una fina línea y las niñas salieron del estudio para ir a su habitación. Cuando las escuchamos subir las escaleras, volví a mirar el dibujo y sonreí abiertamente.

— Qué originales son —observé los dibujos—. No puedo con tu cabeza —volví a reirme mientras señalaba el dibujo.

— Aquí hay puesto "Mamá bruja" —me dijo Justin señalándome una parte de la pared.

— Mentira.

Me acerqué a donde estaba él y pude ver las letras mayúsculas de mis hijas donde ponía que era una bruja y al lado estaba la que se suponía que era yo con un sombrero de pico y una escoba. "

— Al final dejaste esos dibujos —le digo.

— A lo mejor algún día puede considerarse arte.

Me río. — ¿Qué estás haciendo ahora?

— Iba a salir a cenar.

— Te dejo entonces.

— No, he decidido pedir la comida aquí y seguir hablando contigo.

Sonrío de lado y miro nuestra foto en mi mesita de noche.

— ¿Has cenado? —pregunta.

— No, no tengo mucha hambre, se me ha cortado el cuerpo.

— Deberías cenar algo.

— Desayunaré fuerte mañana. ¿Qué has pedido de cenar?

— Salmón.

Sonrío. — Que raro —pongo el teléfono en manos libres—. ¿Ya estás cómodo?

— Duchado y esperando la cena en la cama. ¿Qué llevas puesto?

— Estoy quitándome la ropa para ponerme el pijama.

— Deberíamos hacer facetime.

Me río. — Ya tengo el camisón puesto, así que no. No estoy con mi mejor cara —pongo el teléfono en la mesita de noche y destapo la cama para acostarme.

— Te he visto en tus peores momentos, como de resaca.

Me acuesto y me pongo el teléfono en la oreja para después apagar la luz. — Ya estoy en la cama con la luz apagada.

— ¿Estás cansada?

— Mucho. Mi abuelo no está bien —le digo.

— ¿Qué le ha pasado?

— Ha estado en Urgencias de nuevo, se cansa y se asfixia a pesar de tener puesto el oxígeno.

Justin suspira al otro lado de la línea. — Iremos a verlos cuando termine la promoción, ¿vale?

— Vale.

Seguimos hablando sobre cualquier tema que se nos venga a la mente y estoy quedándome dormida.

— Te quiero —escucho a Justin.

— Yo también te quiero.

— Descansa preciosa.

**

Un grito de mis hijas hace que abra los ojos con rapidez y me levante a oscuras con velocidad para ir a la habitación. La luz sigue encendida y Jia está gritando. Me acerco a ella y me siento en la cama.

No podía despertarla, así que solo puedo esperar a que se calme y controlar que no se haga daño si se agita.

Jade sigue durmiendo como si nada hubiera pasado, y es que, ya podía tocar una trompeta en su oído que no se despertaba.

Jia había empezado a tener terrores nocturnos hacía unos meses. La habíamos llevado al médico y nos había dicho que era algo común.

Nos había dicho como actuar en un caso así y ella se ponía a gritar la mayoría de las noches.

Me voy a la cama cuando me aseguro que está tranquila y dormida y miro a mi alrededor en mi habitación. Salgo de allí para dirigirme al piso de abajo y asegurarme de nuevo que la alarma está puesta y las puertas cerradas.

Miro a las niñas para verlas profundamente dormidas y me aseguro de nuevo que su ventana esté cerrada.

Voy a la cama y dejo la lamparita de mi mesita encendida porque tengo miedo. Sé que no va a venir, no hoy.

**

Abro los ojos cuando el despertador suena y miro a mi alrededor. Alzo mi mano para apagarlo y me giro en la cama para seguir durmiendo.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero cuando abro otra vez los ojos me doy cuenta que me he quedado dormida.

— Mierda —susurro.

Me levanto corriendo y voy a la habitación de las niñas.

— Buenos días —abro el armario para sacar el uniforme—. Hoy es viernes, chicas.

Dejo cada uniforme a los pies de la cama de cada una y frunzo el ceño. Me acerco a Jia, que es la que antes se despierta.

— Vamos cariño, hoy tienes que ayudarme a despertar a Jade —toco su mejilla y ella abre sus ojos—. Mami tiene que ducharse, vamos muuuy tarde. Vístete y despierta a tu hermana con calma si no se despierta.

Me voy a la cama de Jade y beso innumerables veces su mejilla. — Vamos cariño, hoy es viernes y hace un bonito día.

Me callo y veo que ella sigue respirando profundamente. Con mi dedo toco sus labios, su nariz y lo meto en su oreja.

— Jade, nena, vamos —la destapo—. Hoy no hay tiempo. Tu hermana te tirará un vaso de agua como no abras los ojos.

Voy corriendo al baño y me ducho lo más rápido que puedo. Me pongo un vestido ajustado azul marino que llega por mis rodillas y voy corriendo a la habitación para ver a Jia vestida y a Jade poniéndose la falda.

— Ve al baño, Jia.

Ayudo a Jade a vestirse y en el baño las peino, ellas se lavan los dientes y la cara. Las imito y bajo ya con los tacones puestos para hacerles el desayuno.

Mientras ellas comen sus cereales, me acomodo el pelo y dejo que se seque solo. Me maquillo con rapidez y bajo con mi bolso y mi chaqueta.

Lo dejo todo encima de la barra y cojo las mochilas de las niñas.

— Vamos, vamos —les meto prisa.

Ellas se bajan y cada una coge su mochila para después ir al mercedes.

Una vez dejadas en el colegio, puedo relajarme en el asiento porque han estado discutiendo todo el camino sobre la canción que debería poner en la radio.

Aparco y como la mayoría de las mañanas, los paparazzis están esperándome. Les sonrío y me dirijo hasta la cafetería que está en la esquina a por el café que necesito para activarme (aunque las niñas hacen un gran trabajo).

Entro en la academia y entro en la sala de profesores. Raquel y Julieta están allí y me sonríen.

— Vaya, llegas un poco tarde —dice Julieta—. Deberías ponerte más despertadores.

Ella sale y miro a Raquel alzando una ceja. — ¿Ella sabe que soy la jefa?

Raquel se ríe. — No se lo tomes en cuenta.

Ruedo los ojos y cojo los libros para ir a la clase que me toca.

**

Las niñas tenían una niñera, Katie. Nada de adolescente con hormonas descontroladas, adicta a las redes y fan incondicional de mi marido. Habíamos contratado a una mujer de unos cuarenta años, responsable y a las niñas les encantaba.

Katie se encargaba de ir a recogerlas al colegio y llevarlas a casa mientras yo terminaba de trabajar. También la llevábamos de gira con nosotros a veces y la llamábamos cuando necesitábamos tener algo de intimidad.

Voy hacia la heladería donde me esperan Katie y mis hijas y como siempre, hay personas sacando fotos.

— ¡Mamá! —Jia mueve su mano de lado a lado y sonrío acercándome a ellas.

Me siento a su lado y beso su mejilla. — Hola chicas —sonrío—. ¿Qué tal se han portado? —miro a Katie.

— Como siempre —responde con una sonrisa.

— ¿Traéis deberes? —pregunto observando cómo mis hijas beben su batido helado.

— Sí —responde Jia.

Un chico se acerca y le pido un café para después mirar a Katie. Ella nos había ayudado mucho y teníamos plena confianza en ella.

— ¿Qué pasa? —le pregunto bajando un poco la voz.

— Me he enterado que el chico ese ha salido de la cárcel —dice en el mismo tono bajo que yo.

— ¿Quién ha salido de la cárcel? —pregunta Jade siempre poniendo la oreja.

— Nadie —le sonrío y miro a Katie—. He hablado con el policía que lleva el caso y me ha dicho que lo más seguro es que se haya olvidado de mí.

Katie chasquea su lengua. — Ya verás que sí —me sonríe con confianza y sinceridad—. Han pasado años, a lo mejor ese hombre ha tenido suficiente y... decide empezar su vida —se encoge de hombros.

— Eso espero —sonrío.

Cojo mi móvil y entro en Instagram para ver si la cuenta de noticias de Justin a la que sigo ha subido alguna foto nueva. Sonrío al verlas y se las enseño a las chicas.

Habíamos creado una familia genial a pesar de todo. La prensa hablaba a veces de ruptura pero estábamos mejor que nunca.

Confiaba en él y él confiaba en mí.

Todo lo malo que habíamos vivido se había quedado en el pasado junto a nuestras inseguridades.

El destino siempre nos había querido juntos y nos habíamos mantenido navegando por aguas turbulentas durante mucho tiempo hasta llegar a la calma, navegando muchas veces por la deriva.

La gente hablaba de nosotros, decían muchas cosas mientras que nosotros solo nos dedicábamos a ser la familia que siempre habíamos deseado.

Tener a mis dos hijas cuando él se iba de gira era una bendición y a veces, un dolor de cabeza.

Justin había intentado llevarlas a la Iglesia pero acababan corriendo por todo el lugar no dejando a Justin tranquilo ni un segundo, así que me las quedaba yo y él nos sorprendía con pizza al llegar.

Mis hijas amaban la pizza, incluso se habían inventado "el baile de la pizza".

Salimos de la heladería y sostengo la mano de Jia y Katie la de Jade. Ellas saludan a las cámaras y responden cuando les preguntan cómo están.

— ¿Echais de menos a vuestro padre? —pregunta un hombre.

— ¡Muchísimo! —responde Jia saltando.

— ¿Cómo habéis recibido la noticia de Carlos? ¿Estáis tranquilos? —preguntan.

No voy a contestar, pero al final, lo hago cuando abro la puerta del coche para que las niñas se metan.

— Estamos tranquilos —digo.

Las preguntan y los ruidos de las cámaras siguen hasta que me monto en el coche. Katie se monta a mi lado y la llevo a su coche.

Esa tarde voy a quedarme de nuevo solas con ellas.

Por la noche, pedimos pizza y vemos una película de dibujos en el sofá. Ellas bailan con la música frente a la televisión y las grabo para enviárselas a Justin.

Justin: Me las como, no puedo esperar a veros ❤

Abby: Estaremos esperándote 💕

Después de dejarlas en su habitación con varios cuentos, bajo y me sirvo una copa de vino para intentar relajarme. Había hablado con mis abuelos hacía unas horas y también con mi hermano.

No sabía nada de Fernando y compañía, y por una parte, era lo mejor.

Marta estaba embarazada de dos meses y no podía esperar a conocer a mi sobrino o sobrina.

Solíamos ir a Alemania de vez en cuando y las chicas se lo pasaban muy bien con ellos.

Muevo mi copa de vino en círculos y veo el contenido moverse. Muerdo todo mi labio inferior y pongo los pies en la mesita pequeña que está frente al sofá.

"No dejes que ellos se metan en tu cabeza, Abby"

Siempre había tenido esa frase de Justin presente en cada paso en falso que daba. Había tenido malos días, todo el mundo tiene malos días y a veces la presión no era buena. Había sacado una línea diseñada por mi de Converses, llevaba varias academias, era profesora, madre, esposa y hacía todo lo que podía para ser la mejor.

Lo de Carlos me llevaba a la línea entre el abismo y la cordura. Él podía saber perfectamente donde estaba cada segundo del día, donde vivía, qué hacía.

Los paparazzis me seguían, las imágenes eran subidas a Internet y todo el mundo las veía.

Incluso a mis hijas.

Me levanto y dejo la copa de vino encima de la encimera. Hago la rutina diaria asegurándome que las puertas y ventanas están cerradas para después apagar la alarma.

Esther me sigue escaleras arriba y sonrío.

Me asomo al cuarto de las niñas y veo que están dormidas. Las arropo y beso la frente de cada una para después irme a mi habitación y caer rendida en la cama un viernes por la noche.

**

Siento algo por mi brazo, abro los ojos un poco y me sobresalto cuando veo allí a Justin. Él tiene una dulce sonrisa que me tranquiliza y sus ojos avellanas están brillantes.

Su flequillo está cogido atrás en una pequeña coleta y abro mis brazos para recibirlo.

— ¿Qué haces aquí? —beso su sien y dejo que se separe de mí.

— Hoy tenía el día libre, aunque tengo que irme de madrugada.

Sonrío y recibo sus labios sobre los míos. Rodeo su cuello con mis brazos y roza su nariz con la mía.

— No tenías por qué hacerlo.

— Tenía ganas de veros —me besa de nuevo.

Justin me destapa y me río un poco cuando él se pone sobre mí. — ¿Te he sorprendido?

— Muchísimo —lo beso—. ¿Has visto a las niñas?

— Por supuesto. Duermen aún.

Ambos sonreímos y recibo sus suaves labios de nuevo. Los movemos en sincronía, sin prisa, disfrutando del momento.

Lo necesitaba.

Su mano se mete por debajo de mi camisón y sonrío en su beso.

— ¿Y si se despiertan? —susurro.

— He echado el seguro.

— Mmmmmm —paso mis manos por su espalda, debajo de su camiseta.

Nunca nos aburríamos de nosotros. No se nos hacía monótono ni tampoco nos ahogábamos en la rutina.

Cada vez que él me tocaba era como si fuera la primera vez. Los latidos de mi corazón eran acelerados y mis sentimientos reales y puros. A él le pasaba lo mismo.

Escucharlo gemir mi nombre o gruñir y verlo temblar era el paraíso, sobre todo cuando cerraba los ojos y me agarraba hasta hacerme daño mientras pequeños jadeos se escapaban de entre sus labios.

Estoy apoyada en su pecho, ambos aún desnudos y guío mi dedo por los trazos de sus tatuajes, aunque a veces son difusos.

— He tomado café con Selena —dice—. Nos encontramos ayer.

— Vale —beso su cuello—, ¿cómo está?

— Mejor, o eso parece —acaricia mi cuello cabelludo con las yemas de sus dedos—, ¿Quieres hablar de Carlos?

Junto mis labios en una fina línea y sigo moviendo mi dedo por su torso. — No, todo está bien —me incorporo y presiono mis labios con los suyos.

— Te amo —susurro a centímetros de sus labios.

— Yo te amo más —sus palabras salen en el mismo tono que el mío y las comisuras de nuestros labios se alzan en una sonrisa.

Me giro cuando escucho a Jia llamarme y no tarda en llamar a la puerta.

— ¡Voy! —le informo para que deje de llamar.

Nos levantamos y nos vestimos antes de abrir la puerta, que lo hace él. Las niñas gritan y se abrazan a él mientras dicen que lo han echado de menos.

— Yo también os echaba a las tres de menos. ¿Habéis cuidado de mamá?

— Todo lo que hemos podido —dice Jia poniendo su pequeña mano en su frente.

Tenían seis años y no era nada fácil manejarlas. Justin se levanta con un una en cada brazo y se gira para estar frente a mí.

— ¿Podemos ir a patinar hoy? —pregunta Jade.

— Sí, sí, por favor —Jia empieza a darle besos en la mejilla y Jade la sigue. Ya lo tienen ganado. La sonrisa de Justin es radiante y sonrío al ver la estampa que tengo delante.

— Iremos a patinar —dice al fin. Las niñas celebran y él me mira—. ¿Podríamos desayunar tortitas?

— Por supuesto —sonrío y recojo mi pelo en un moño.

Cuando hacíamos tortitas o galletas, lo hacíamos todos juntos. A las niñas les encantaba cocinar, o mejor dicho, tocarlo todo y tirarse harina. Que es lo que hacen esa mañana, pero estoy feliz aunque después tengamos que limpiar, porque Justin va a ayudarme y lo hará a fondo porque ha sido él quien empezó a tirar harina primero esta vez.

Voy a ducharme mientras terminan de desayunar y cuando salgo del baño de nuestra habitación, Justin está sentado en el borde de la cama con una ropa diferente. Estoy en albornoz y él deja su móvil a un lado para pasar su vista por mi cuerpo tapado.

— ¿No vas a quitarte el albornoz? —pregunta.

Sonrío de lado y avanzo hacia él escuchando a las niñas en su habitación.

— ¿Se están vistiendo? —pregunto poniéndome a horcajadas sobre él.

— Eso espero —sus manos se meten debajo de mi albornoz y aprietan mi trasero—. Nunca puedo tener suficiente de ti —susurra.

Me acerco a su rostro y lo beso, poniendo mi lengua en juego haciendo que se encuentre con la suya. Siento la pasión en ese beso y tengo que parar si no quiero bajar sus pantalones para ir a por una segunda ronda.

— Qué pena que tengas que irte tan pronto —susurro.

— Lo sé. Estaré aquí pronto e iremos juntos a Europa.

— No mucho tiempo, ya sabes que las niñas no pueden faltar al colegio y yo tampoco al trabajo.

Justin se queja como si fuera un niño pequeño. — Eres tu propia jefa.

— Pero no soy la profesora de las niñas —Justin abre la boca para decir algo y lo interrumpo poniendo mi dedo en su boca—. No, no vamos a contratar a nadie para que les de clases. Irán al colegio como todos.

Tengo que separar mi dedo porque él abre su boca para morderlo. Me río y me bajo de su regazo para quitarme la toalla e ir al vestidor.

Lo siento seguirme y cuando me agacho para ponerme la ropa interior, su mano choca con una de mis nalgas y lo miro. Su rostro expresa diversión y mete las manos en los bolsillos de sus pantalones.

Sí, definitivamente, lo había echado de menos.

Los paparazzis se volvieron locos cuando vieron a Justin con nosotras y él se dedicó a saludar por la ventanilla del coche. Estamos en Santa Mónica y cada uno lleva a una niña de la mano para que no se caigan con los patines puestos.

La gente que hay por allí saca sus teléfonos móviles y ellas parecen encantadas de llamar la atención, aunque la más reacia es Jia. Nos sentamos en la playa a tomar un helado y compartimos risas y algún que otro grito a las niñas para que no se vayan al agua.

Jugamos con ellas, les hacemos cosquillas y no, no intentamos aparentar que somos una familia feliz, simplemente, lo somos ahora, en este momento.

**

Holiiii. Otra vez estoy por aquí. Espero que no os hayais olvidado de Undercover.

Ha aparecido alguien que les hizo daño en el pasado que dicen que no volverá.
¿Lo hará?
Lo sabréis en el próximo capítulo.

Quería narrar este capítulo antes que el final para que podáis ver la relación de La Familia Bieber y su día a día.

He echado de menos escribir esta historia pero todo tiene su fin (como algunas estáis deseando).

Justin ama a su familia al igual que Abby. Todos están felices dentro de sus problemas cotidianos.

Espero que os haya gustado y que voteis y comenteis que os parece.

Gracias por seguir aquí 💕

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