Mordí mi labio viendo la casa que teníamos en frente. Justin sujetaba mi mano y Los Lentz hablaban emocionados sobre algo, pero no sabía el qué porque no podía dejar de mirar lo que tenía en frente.
Nuestra casa.
Justin tiró de mí y empezamos a caminar hacia el porche. Subimos las escaleras y él metió la llave en la cerradura, girándola y abriendo la puerta. Entró y lo seguí, aun sujetando su mano. Observé el tatuaje de su nuca y después pasé mis ojos por la casa.
Esther no tardó en aparecer y la saludamos, tocándola.
Las paredes eran blancas y estaban decoradas con varios cuadros. Había una habitación que era un despacho a mi izquierda. Justin me guio hacia el salón. Dónde había dos sofás grandes, con cojines color tierra. Había una chimenea y arriba de esta, una televisión de plasma. También había un piano y fotos nuestras colgadas.
Me acerqué a los cuadros y los miré. En Nueva York, en el puente de San Francisco, en Barbados, en España. Con mamá, con Daniel, Pattie, Jeremy y los niños... era una pared llena de fotos de todos y arriba ponía "Familia". Lamí mis labios y observé la foto que teníamos con mamá, fue el día de mi graduación. Me fijé en su sonrisa y miré a Justin.
- Me encanta.
Él sonrió abiertamente. - Falta poner a nuestros amigos. Podemos ir añadiendo más fotos.
- Es perfecto.
Caminé hacia la cocina y pasé mi mano por la isla blanca. Todo era blanco y daba sensación de frescura y tranquilidad. Me encantaba. Salí al jardín y vi la piscina y las tumbonas. También una mesa con sillas y varios sillones.
- Puedes cambiar lo que quieras -dijo Justin.
Negué con la cabeza. - Me gusta así.
En la planta de arriba. Nuestra habitación estaba sin adornar. - Quiero que lo hagas tú, quiero que hagas de esta casa nuestro hogar. Que decores todo a tu gusto y... no lo sé. Podríamos poner una foto de Esther en cada mesilla.
Reí y seguí viendo la casa. Había también una habitación para las visitas, un gimnasio improvisado y un pequeño estudio de grabación.
- He pensado que esto podría ser para ti -dijo entrando en el despacho de abajo_. Puedes ponerlo como quieras y... -tocó la mesa.
- ¿Por qué tan nervioso? -lo abracé.
- No estoy nervioso -miré hacia arriba para ver su rostro-. Quizás un poco, no vivo con nadie en serio desde Selena.
- ¿Con qué edad fue?
- Diecisiete, eso fue... una mala idea. Éramos jóvenes.
- Ahora también lo somos.
- Ahora sabemos lo que queremos.
Sonreí y Justin besó mi nariz, haciendo que la arrugara. - ¡Carrera hasta la piscina! -me separé de él y empecé a correr.
Justin me seguía muy de cerca, tan de cerca que tiró de mi camiseta cuando salí al jardín, echándome hacia atrás, para que no le ganara.
- ¡Tramposo! -reí.
Justin soltó una carcajada y cuando lo vi, estaba cayendo en plancha en la piscina sin darse cuenta. Empecé a reírme y me senté en una de las tumbonas, aguantando mi abdomen. Lo vi salir a la superficie, riéndose también.
- ¡Eso te pasa por querer ganar!
Justin salió de la piscina y se dirigió a mí, corrí para que no me mojara también. Grité cuando me cogió de la cintura y Esther empezó a saltar alrededor nuestra, jugando también con nosotros. Caminó conmigo hasta el borde de la piscina y saltó, haciendo a Esther ladrar. El agua fría caló en mis huesos y salí a la superficie cuando Justin me soltó. Refregué mis ojos y le eché agua, haciendo que sus grandes manos también lo hicieran. Retrocedí y miré hacia otro lado para que no me entrara agua en los ojos.
- ¡Para! -reí.
Justin me cogió y me hundió. Me dejó salir a la superficie. - Mira, ahora estás -dijo con su mano en mi cabeza-, y ahora ya no estás -volvió a hundirme y cerré la boca intentando no abrirla para reírme. Me dejó salir. Lo empujé y empecé a reírme.
- ¡Eres tonto!
- ¡Eres tonto! -repitió con una voz fina.
- Yo no hablo así -me crucé de brazos.
- Yo no hablo así -me imitó y lo miré entrecerrando los ojos para después sonreír un poco. Me imitó y le saqué la lengua, lo hizo también. Le guiñé el derecho y él lo repitió, pero la cosa se complicó cuando le guiñé el izquierdo. Él lo intentó y solté una carcajada-. No puedes, no puedes -canturreé. Y lo hizo, haciéndome abrir la boca indignada-. ¡Me has tomado el pelo!
Justin rio y me tiré encima de él para intentar hundirle, siendo un fracaso rotundo. Él me tenía cogida de la cintura mientras yo intentaba hundir su cabeza, al final, él me echó hacia atrás con facilidad y volví a tener mi cabeza bajo el agua. Él puso mis piernas en sus hombros por lo que me costaba levantar la cabeza.
Al final del día, solo éramos dos chicos viviendo en un mundo demasiado grande, aprendiendo a vivir con miedo, críticas y acoso. Intentando que el amor que sentíamos por el otro fuera suficiente para mantener todo a flote, y lo estábamos logrando.
Pedimos una pizza esa noche y nos sentamos en sofá, viendo HBO. La verdad es que había tenido que convencerle de dejar de ver esas series antiguas a las que no les veía la gracia y él aceptó. La pizza aún quemaba y lo observé mirar la televisión, poniéndonos al día con Juego de Tronos, él no perdía detalle de lo que estaba sucediendo y al morder la pizza, el queso se quedó por el camino y cayó en su barbilla, haciéndolo gritar y maldecir. No pude hacer otra cosa que reírme. Justin tiró el trozo de queso a la caja y le di una servilleta.
- Mierda, cómo duele -se puso la Coca-Cola fría en la barbilla.
- Claro, eres un intenso, aún quema.
- Joder -se sentó de nuevo en el sofá y soplé el trozo de pizza que tenía en mi mano-. ¿No te ha sorprendido lo que acaba de pasar? -preguntó refiriéndose a las serie.
- Sí, claro, es muy fuerte -mordí la pizza.
- ¿Ya has visto el capítulo? -Aun mordiendo la pizza lo miré y mi mirada hizo que él me descubriera-. ¡Lo has visto! -Dijo indignado-. Dijimos que íbamos a verlos juntos y que ninguno se adelantaría
Mordí el trozo y hablé con la comida en la boca. - ¡No podía aguantar! Siempre tardamos mucho en verlos.
- No me fiaré de ti más -mordió el trozo de pizza y no pude evitar reír.
- Vamos, no te enfades -me apoyé en su hombro-. Solo he visto este.
- ¿Solo este?
- Solo este -besé su mejilla pero él seguía con el ceño fruncido.
- Sigo enfadado -reí y me puse bien para seguir cenando.
Esther estaba dormida en el sofá, al lado de Justin, yo estaba apoyada en su hombro mientras terminábamos de ver el capítulo y un brazo me rodeaba a mí y otro a Esther. Toqué su barba y sonreí. Recordaba perfectamente cuando solo le salía un pequeño y raro bigotillo y se creía más mayor por eso. Ahora tampoco tenía mucho, pero era algo.
- ¿Qué miras? -preguntó.
- Estás sexy así.
Él sonrió de lado. - Siempre estoy sexy.
- No cuando te echas el pelo hacia el lado -removí su pelo-, pereces el tonto del pueblo -Justin pellizcó mi brazo y me quejé, riéndome.
- Sigo haciendo babear a todas.
- Solo por tu nombre, no te flipes.
Justin me miró mal y no pude evitar reírme. - Esto -levantó su camiseta-, las tiene babeando.
- Oh, ni Channing Tatum.
- Esto no lo tiene Channing Tatum -puso su mano encima de su miembro y apretó.
- Seguramente -me burlé.
- No dices "seguramente" cuando estás retorciéndote debajo de mí.
La serie ya había acabado así que teníamos la atención puesta en el otro. Lamí mis labios y entrecerré los ojos. - Tengo que acostumbrarme a lo que tengo.
Justin se levantó y con facilidad me cogió en su hombro. Reí y Esther nos siguió por las escaleras. - ¿Ha dolido? -pregunté riéndome. Justin encendió la luz de la habitación y no tardó en tirarme en la cama, haciéndome reír. Él se quitó la camiseta y alcé mis brazos para recibirlo. Se puso entre mis piernas y sus labios chocaron los míos.
- Te amo mucho -dijo separándose un poco de mis labios.
- Yo también, mucho -me abracé a él.
**
Miré a través de mis gafas de sol como nos sacaban fotos. Iba agarrada de la mano de Justin y en mi otra mano llevaba la cuerda que ataba a Esther. Estábamos dando un pequeño paseo y ambos íbamos en ropa de deporte. Justin iba con sus gafas de ver y lo observé, tan tranquilo a mi lado, cómo si anoche no hubiéramos oído ruidos en casa. Habíamos estado tan asustados que estuvimos a punto de llamar a la policía, pero no había nadie en casa ni fuera. Esther estaba inquieta, corriendo por todos lados y seguí a Justin por toda la casa porque me daba miedo quedarme sola en la habitación.
- ¿Qué hay? -saludó Justin a los fotógrafos levantando su mano libre.
Ellos lo saludaron de vuelta. - ¿Dando un paseo? -preguntó uno.
- Sí, hoy estoy bien acompañado con mis dos chicas.
Sonreí. - ¿Hay fecha de boda?
- No, aún no la hay, todo a su tiempo.
- ¿Han reaccionado bien vuestras familias?
- Sí, tío, todos han reaccionado bien.
- ¿Y el acosador? -me tensé.
¿Se sabía que todavía alguien seguía rondándonos?
- En la cárcel -respondió Justin-, y esperamos que se quede ahí un largo tiempo.
Ellos no nos dejaban de seguir y Justin soltó mi mano. - Solo estamos paseando hombre, ¿podríais dejarnos un poco más de intimidad? Ya no es por mí, respétala a ella, ¿vale?
- Claro, lo siento, hombre -los paparazzis se apartaron un poco y Justin volvió a coger mi mano.
- Pensé que sabían que había otra persona rondándonos -dije en voz baja.
- Yo también, intenta ignorarlos.
Seguimos paseando, ninguno mencionó nada de anoche hasta que Justin dijo que iba a llamar para poner cámaras de seguridad en el jardín y la parte delantera de la casa.
- A lo mejor el ruido de ayer era alguien gastándonos una broma, o incluso el viento -me agarré a su brazo.
- No hacía tanto viento -chasqueó su lengua.
La noche anterior, Justin había encendido la lámpara que estaba en su mesita de noche y yo había abierto los ojos con dificultad. Él se había incorporado y había mirado hacia la puerta.
- ¿Qué ocurre? -pregunté.
- He escuchado un ruido.
Me incorporé y también miré hacia la puerta. Justin se levantó y Esther entró en la habitación, asustándonos.
-\Joder, Esther -gruñó Justin.
La perra se movía inquieta por la habitación y empezó a ladrar en dirección a la puerta. - Justin -susurré.
- Voy a ver, quédate aquí.
- ¿Qué? Ni de coña, me da miedo.
Me levanté y me puse tras de él para salir de la habitación mientras Esther daba vueltas alrededor de nosotros. Justin asomó su cabeza por el pasillo y continuó hasta encender la luz. Lo seguí, revisando cada una de las habitaciones, hasta que Esther nos ladró en las escaleras. Bajamos y supe en ese momento que nos hacía falta un bate de béisbol por si acaso.
Justin encendió la luz y seguimos a Esther hasta la cristalera que daba al patio trasero. Encendí la luz, no había nadie, o por lo menos lo que la luz alcanzaba del jardín. Esther seguía ladrando mientras mi corazón empezaba a ir cada vez más rápido mirando a la parte oscura del jardín.
- ¿Crees que hay alguien ahí? -pregunté agarrándome a su brazo.
- No lo sé, voy a salir.
- No, no -tiré de su brazo-. ¿Y si hay alguien?
- ¿Llamamos a la policía?
Esther dejó de ladrar y la vimos pasar entre nosotros para dirigirse de nuevo a su cama. Miré a Justin y él movió su cabeza confuso, mirando de nuevo al jardín. Algo chocó con el cristal y ambos gritamos, retrocediendo. Con la respiración agitada, nos miramos asustados y volvimos a mirar al cristal.
- ¿Qué ha sido eso? -susurré.
Justin se acercó lentamente a la cristalera y observó lo que había en el suelo.
- Es un pájaro.
Justin fue abrir la cristalera pero lo detuve. - ¿Y si sigue ahí? -Miré al jardín-. Llamemos a la policía.
- Tardarán en venir -abrió la cristalera y esta vez, me quedé dentro.
Mordí mi labio nerviosa mientras hacía su camino por el jardín. Salí al porche y miré el pájaro en el suelo.
- No hay nadie.
Y no llamamos a la policía, aunque esa noche apenas pudimos dormir.
Mi móvil vibró y le di la cuerda a Justin para que la sujetara, era Jorge.
- Dime que tienes buenas noticias.
- No hay huellas, solo las tuyas.
- ¿Y ahora? Ayer había alguien en nuestro jardín, tiraron un pájaro muerto al cristal.
- ¿Llamasteis a la policía?
- No, cuando Justin salió ya no había nadie.
- Eso da igual, tenéis que llamarlos. Escucha, Abigail, hay gente mala. Hay gente muy mala por ahí que no le importa hacer daño a las personas. Parece que todo se queda en las noticias y los episodios de CSI o mentes criminales pero esas cosas ocurren.
- Lo sé.
- No, no lo sabes. La persona que os está acosando es capaz de hacer cualquier cosa y no sé si os capaces de daros cuenta. Quiere haceros daño, quizás porque hemos metido a Carlos entre rejas y esta es su venganza, no lo sé. Carlos sigue sin decir una palabra.
Suspiré pesadamente y nos paramos, tenía la mirada de Justin sobre mí mientras hablaba con Jorge.
- Deberíais estar aquí. Id a la policía para que lleven vuestro caso, que se pongan en contacto conmigo y le pasaré todo lo que tenemos, aunque está en español.
- De acuerdo.
- Tened cuidado, no sabemos de lo que es capaz y sabe dónde vivís. ¿Quiénes lo saben?
- Todo el mundo, las noticias corren como la pólvora. Aún me pregunto cómo los paparazzis saben dónde estamos en cada momento.
- Contratad a alguien. Cuando tengáis a alguien al mando de vuestro caso, díselo. No puede ser un fantasma. Tened cuidado, seguimos en contacto.
- Gracias Jorge.
Colgué y Justin alzó sus cejas para que hablara. - No hay huellas en la pulsera, tenemos que ir a la policía para que alguien se haga cargo del caso.
- Iremos, vámonos -giramos para volver-. ¿Qué más te ha dicho?
- Que no nos confiemos. Que hay gente mala que hace daño, que no todo está en la televisión.
La mañana en comisaría fue muy aburrida. Aburrida porque nadie nos atendía ni nos tomaba en serio, hasta que un hombre se acercó a nosotros y nos hizo pasar a su despacho. Justin empezó a explicarle todo mientras yo estaba a su lado, deseando que de una vez por todas, alguien cogiera las riendas aquí y no nos dijera un "yo no llevo ese asunto".
- Sí, sé lo que ha pasado -dijo al fin-. He estado pendiente. Me pondré en contacto con el que llevaba el caso en España y pediré que nos envíen los informes, yo mismo me haré cargo del caso.
¡Aleluya!
- Os daré mi teléfono, si pasa algo, no dudéis en llamarme a mí y no tardaré en estar allí con una patrulla. ¿Tu acosador no dijo nada?
Negué con la cabeza y el hombre se apoyó en su respaldar. - Volveré a revisar todas las pruebas por si se les ha escapado algo, os pondré también a alguien para que os siga. ¿Confiais en vuestros guardaespaldas? -preguntó.
- No -respondió Justin.
- Despedidlos, mis hombres se encargaran de protegeros. Los investigaremos a fondo.
Salimos del despacho y una vez en el coche, hablé: - No podemos despedirlos así porque sí.
Justin suspiró pesadamente y agarró con fuerza el volante del coche. - Lo sé, les volveremos a dar vacaciones, ¿vale? Hasta que se demuestren que no son ellos.
- No puedo imaginarme que alguno de los dos sea. He estado intentando recordar cada vez que ha habido una rosa o algo y muchas veces Ricardo ha estado delante, y Mikey. No sé qué se nos está escapando.
- Se nos está escapando mucho -dijo Justin.
- ¿Puedo poner la radio? -le di al botón para encenderla.
- Ya la has puesto, recuerda que puedes hacer lo que quieras, es tu coche también.
Abrí mi boca cuando 2U empezó a sonar. Lo miré y él me miró para después sonreír.
-\With every breath, that I take I want you to share that air with me -canté-. There's no promise that I won't keep, I'll climb a mountain there's none too steep -bailé-. ¿No cantas?
- No me acuerdo de la letra.
- Es para matarte -solté una carcajada.
- When it comes to you, don't be blind, watch me speak from my heart -cantó.
- When it comes to you -cantamos los dos-, comes to you -moví mis brazos al ritmo de la música y Justin movió su cabeza sin dejar de mirar la carretera.
Estábamos parados en un semáforo y cuando miré a mi alrededor vi a varias personas en los coche grabándonos. Justin frunció el ceño y me miró, me encogí de hombros.
- Vamos a tener video de esto, ¿no te parece guay? -me acerqué, poniendo mi mano en su mejilla y juntando mis labios con los suyos en un pequeño beso.
- Es acoso.
- Vamos, bien que subes las fotos que te hacen los paparazzis a tu Instagram, sobre todo mal recortadas.
Justin rio. - Si salgo guapo, ¿qué quieres que haga? -reí y ambos volvimos a cantar, o Justin a tararear. Había escuchado esa canción cuando salí de rehabilitación y había amado cada verso y cada melodía. La había puesto a todo volumen en el coche, en casa, y había bailado por el salón mientras mi abuelo me grababa, riéndose. La abuela había bailado conmigo y mi hermano se había apuntado después.
**
Justin me miraba desde la cocina mientras ponía Mamma Mia. Habíamos tenido una pequeña discusión porque no quería acompañarlo a la Iglesia. Nunca había sido de ir a esos sitios y a la Iglesia que él iba no era lo que yo estaba acostumbrada. Estaba acostumbrada a quedarme callada mientras el cura hablaba, hablaba y hablaba.
- Estaré bien -volví a decir.
- Es peligroso que estés sola.
- Las puertas están cerradas y las ventanas también. Justin -suspiré pesadamente-, no voy a dejar de quedarme sola en casa porque haya un loco por ahí rondando.
- ¿Te recuerdo lo que dijo Jorge?
- Sé lo que dijo Jorge, pero si en mi destino está que pase algo, pasará.
- No seas tonta, por favor -bufó.
- No soy tonta, soy realista.
- No entiendo qué te cuesta venir conmigo.
- Es solo que no me gustan esas cosas, deberías entenderme. Me voy a aburrir, te dejo a ti solo que vayas a escuchar la palabra del Señor.
Me senté en el sofá y cogí el mando, sabía que Justin no se había movido de dónde estaba, por lo que lo miré. Esther se sentó en el sofá conmigo.
- Pensé que eras católica.
- Pero no practicante.
- ¿Entonces no nos vamos a casar por la Iglesia?
- Yo no he dicho eso, imagino que nos casará Carl, Rich, Judah o alguno de tus amigos pastores. ¿Pueden hacerlo?
- Sí, algunos sí, ¿te molesta?
- ¿He dicho yo eso?
Justin frunció el ceño. - Parece, sí.
- Pues no, me da igual quien nos case. Me da igual que vayas a la Iglesia y toda tu vida sea Dios, pero no me metas mucho en el saco.
- Lo que te ha pasado no es culpa de Dios.
- Lo que me ha pasado es culpa de un loco psicópata y tú piensas que Dios me ha ayudado a salir adelante.
- ¿Es que acaso no rezabas allí dentro?
- ¿Rezar? A todas horas, porque estaba desesperada y tenía miedo.
Justin suspiró y al parecer, lo dejó ir, porque se acercó a mí y me besó. - No tardaré mucho, llámame si ocurre algo.
- Lo haré -besó mi frente y lo vi desaparecer por el pasillo-. ¿También quieres ver Mamma Mia? -le pregunté a Esther viendo como ella estaba acomodada en el sofá.
Estaba cantando de nuevo la canción de Dancing Queen mientras Esther me observaba. Esa canción era una de mis favoritas. - You can dance, you can jive. Having the time of you life. See that girl. Watch that scene. Diggin' the dancing queeeen -canté y bailé con mis manos alzadas. Me giré y di un grito cuando vi a alguien allí. Justin me miraba pálido y confuso.
- Me has asustado -susurré poniendo una mano en mi corazón, que latía sin control dentro de mi pecho.
Justin levantó algo y fruncí el ceño. Me acerqué a él y vi un muñeco de lana, cosido con tela. Tenía agujas clavadas por todo su cuerpo.
- ¿Es una broma? -susurré.
- No lo sé.
Cogí el muñeco y lo observé de cerca, atrás, ponía mi nombre.
**
Siento haber estado desaparecida.
Me he tomado un pequeño descanso porque estaba en modo colapso.
Pero aquí tenéis otro capítulo de Undercover.
Ya por fin están en casa pero no a salvo. Las cosas van a más y tendrán que unirse para no volverse locos.
El acosador está por salir... sí. El acosador es una parte de esta temporada, por lo tanto, no tiene sentido alargarlo hasta el final.
¿Quién será?
¿Les irá bien en esta nueva etapa de sus vidas?
Preguntas: curiouscat.me/desirealba
Instagram: cruzundercover
Mucho amor 🌼
Seguid comentando y votando para el siguiente capítulo. Vamos muy bien, estoy muy sorprendida porque pensé que os ibais a ir 😅