Undercover // Justin Bieber

By desirealba

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Encuentrame en las sombras, estaré protegida, hasta mañana. Está seguro de que no te sigan. No necesitas otr... More

En secreto.
Prólogo
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Diez.
Once.
Doce.
Trece.
Catorce.
Quince.
Dieciseis.
Diecisiete.
Dieciocho.
Diecinueve.
Veinte.
Veintiuno.
Veintidos.
Veintitres.
Veinticuatro.
Veinticinco.
Veintiseis.
Veintisiete.
Veintiocho - Veintinueve
Treinta.
Treinta y uno.
Treinta y dos.
Treinta y tres- Treinta y cuatro- Treinta y cinco.
Treinta y seis.
Treinta y siete.
Treinta y ocho.
Treinta y nueve.
Cuarenta.
Cuarenta y uno.
Cuarenta y dos.
Cuarenta y tres.
Cuarenta y cuatro.
Cuarenta y cinco.
Cuarenta y seis.
Segunda Temporada. Prólogo
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Diez.
Once.
Doce
Trece y Catorce
Quince
Dieciseis y Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve.
Veinte
Veintiuno.
Veintidós.
Veintitres.
Veinticuatro.
Veinticinco
Veintiseis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y dos
Treinta y tres
Treinta y cuatro
Epílogo
Navidad.
Nuevos capitulos.
1. Extra Navidad.
2. Extra Navidad
3. Extra navidad.
4.Extra Navidad. Fin
Aclaración.
Capitulo extra por los 2.5K
¿Tercera temporada?
TERCERA TEMPORADA
Cast
Prólogo
Uno
Dos
Tres
Cuatro.
Cinco
Seis
Siete
Ocho [I]
Ocho [II]
Nueve
Diez [I]
Diez [II]
Once
Doce
Trece
Catorce [I]
Catorce [II]
Quince
Dieciseis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno [I]
Veintiuno [II]
Veintidos
Veintitres
Veinticuatro [I]
Veinticuatro [II]
Veinticinco [I]
Veinticinco [II]
Veintiseis
Veintisiete [I]
Veintisiete [II]
Veintiocho
Veintinueve [I]
Veintinueve [II]
Veintinueve [III]
Capitulo privado subido
Treinta [I]
Treinta [II]
Treinta [III]
Treinta y uno [I]
Treinta y uno [II]
Treinta y uno [III]
Treinta y dos [I]
Treinta y dos [II]
Treinta y dos [III]
Treinta y tres [I]
Treinta y tres [II]
Treinta y tres [III]
Treinta y cuatro [I]
Treinta y cuatro [II]
Treinta y cuatro [III]
Treinta y cinco [I]
Treinta y cinco [II]
Treinta y cinco [III]
Treinta y seis [I]
Treinta y seis [II]
Treinta y siete
Treinta y ocho [I]
Treinta y ocho [II]
Treinta y nueve [I]
Treinta y nueve [II]
Cuarenta.
Cuarenta y uno.
Cuarenta y dos.
Cuarenta y tres.
Cuarenta y cuatro.
Cuarenta y cinco.
Cuarenta y seis (extra)
Cuarenta y siete
Cuarenta y ocho
Cincuenta
Cincuenta y uno
Cincuenta y dos
Cincuenta y tres.
Cincuenta y cuatro
Cincuenta y cinco.
Cincuenta y seis
Cincuenta y siete
Cincuenta y ocho
Cincuenta y nueve
Sesenta
Sesenta y uno
Sesenta y dos
Sesenta y tres
Sesenta y cuatro. «final»
Sesenta y cinco (extra)
Sesenta y seis (extra)
Sesenta y siete (extra) Penúltimo
Sesenta y ocho (extra) FINAL

Cuarenta y nueve

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By desirealba

Miré a mi alrededor, observando a toda esa gente que nos había seguido desde el pub. Apreté la pulsera en mi mano. ¿Y si nos observaba? La voz de Justin llamándome era lejana porque estaba intentando no entrar en pánico. Estaba respirando profundamente intentando manejar mi ansiedad.

— Sube al coche —le ordené.

Me quedé en la puerta, esperando que abriera y lo miré. Él estaba mirándome confuso. — Vamos —le metí prisa.

Justin sacudió su cabeza y sacó las llaves para abrir. Me metí dentro y Justin no tardó en estar a mi lado. Limpió con agua y limpia parabrisas el cristal y me miró.

— ¿Qué es eso? —preguntó mirando la pulsera que tenía en la mano.

— Conduce a casa.

Miré de nuevo la pulsera y el recuerdo no tardó en estar en mi mente.

Me moví por la habitación del hospital guardando las maletas en el armario y suspirando. Esta vez nos quedaríamos para un largo tiempo, lo sabía. Volví a la cama, donde estaba mi madre y me senté en el sillón de al lado.

Mi madre empezó a hablarme y un enfermero entró en la habitación para revisarle el gotero a la mujer de al lado.

"¿Puedes quitarme la pulsera? Es mejor tenerla quitada por si pasa cualquier cosa. Guárdala bien, fue un regalo de tu padre".

"Claro" se la quité y la guardé en la mochila que había traído. Volví al sillón y cogí su mano. "Ya verás que vuelves a ponértela"

Y no lo hizo. La busqué cuando ella murió pero no la encontré. Él era el enfermero que entró en la habitación. Podía recordar su morena cabellera y su voz...

¿A quién podía habérselo dado? ¿Quién estaría cómo él para hacer algo así? Lo más importante, ¿Por qué a mí? ¿No había tenido ya suficiente?

¿Qué quería?

El camino en el coche lo hicimos en silencio y bajé de él con prisa cuando aparcó. Saqué las llaves del bolso y abrí la puerta con manos temblorosas. Entré y encendí las luces para hacer mi camino hacia el baño, dónde cerré la puerta y me dejé caer en ella.

Miré de nuevo la pulsera y cerré los ojos con fuerza. Tranquila, Abigail, tranquila.

Dejé caer la pulsera al suelo y puse mis uñas en la piel descubierta de mi antebrazo. Allí dentro había mantenido las uñas cortas para no hacerme daño, aunque me lo había hecho igualmente. Mordí el interior de mi mejilla tan fuerte que no tardé en sentir el sabor de la sangre.

Justin empujó la puerta, diciendo mi nombre y recordé que no había echado en el seguro, por lo que él entró, la puerta empujando un poco mi cuerpo y volví a recostarme en ella cuando entró.

Sus manos cogieron las mías y abrí los ojos. — No, Abby. No hagas esto. Escucha nena, respira conmigo, ¿Vale? Deja tus manos en mis mejillas —las puso ahí—. Si necesitas arañar algo, aráñame a mí, pero no vuelvas a hacértelo a ti.

Él sujetó mis manos contra sus mejillas. — Sigue respirando conmigo, no dejes de mirarme.

Y lo hice. Intenté respirar al ritmo que el marcaba. Mis manos estaban temblando en sus mejillas y lágrimas salían de mis ojos sin cesar. Lloraba en silencio mientras intentaba controlar mi respiración.

— Ven aquí, nena —Justin me atrajo a sus brazos y me refugie en ellos.

Solo Dios sabía cuánto me arrepentía de estar así. Cuanto sentía haber arruinado su noche. Solo él sabía la guerra que había tenido con mis demonios y como había rezado innumerables veces para que todo acabara. Necesitaba sentirme a salvo porque no sabía las intenciones de esa persona.

— Ya está, mi vida. Estás bien, a salvo, aquí conmigo. No dejaré que nunca te pase nada. Te lo prometo.

Me permití relajarme entre sus brazos e ignore el hecho que mi estómago se estaba revolviendo tanto ante los recuerdos que quería vomitar. Dejé que él me cogiera en brazos y me levantara para dejarme sobre la cama, donde me acurruqué, como si fuera a desaparecer si lo hacía.

Justin me quitó los zapatos y me incorporé para poder ponerme el pijama. Volví a acostarme y no cerré los ojos. Observé como Justin se quitaba la camisa y la dejaba en el suelo, como siempre.

— Mañana deberías llamar a Jorge y contarle que ha pasado. Aunque me gustaría saber también que ha pasado.

Se sentó en el borde de la cama y pude ver su espalda, donde tenía varios arañazos míos de estos días mientras lo hacíamos.

— La pulsera era de mi madre —Justin giró su cabeza hacia mí—. Se la quité una de las veces que la ingresaron y la guardé en la mochila. No volví a verla.

Mi prometido frunció el ceño y volvió a mirar a los zapatos. — ¿Quién sabe dónde estamos? —preguntó.

— Todo el mundo, hay fotos en las redes sociales, también sale nuestro coche. Ya no sé qué pensar —suspiré pesadamente.

Observé a Justin, su ceño fruncido y su mirada amenazante. — Llamaré a Mikey para que venga lo antes posible, también a Ricardo.

— Vale —susurré.

Justin no tardó en tumbarse a mi lado y lo vi alzar su mano para apagar la lamparita. — No, déjala encendida, por favor.

Justin me miró y la dejó encendida. Se giró hacia mí y tocó mi pelo. — Duerme, Abby. Estaré toda la noche despierto si eso te hace sentir segura, pero duerme.

Mis ojos estaban pesados pero cuando los cerraba, los abría de nuevo, asustada por quedarme dormida.

— ¿Quieres las pastillas que te recetaron?

— Por favor —susurré.

**

Desperté aturdida, miré hacia el lado y no vi a Justin allí. Me incorporé y puse una mano en mi cabeza. — ¿Justin? —murmuré.

Me levanté y me quedé un momento sentada en la cama, esperando que mi cabeza se pusiera en orden. Me puse de pie y salí de la habitación para ir al salón, donde vi a Justin sentado en uno de los sofás y dormido con la boca abierta. Su teléfono estaba en su mano y me acerqué para quitárselo y dejarlo en la mesa.

— Justin —susurré—, Justin —puse mi mano en su brazo y él se sobresaltó, asustándome.

— ¿Qué ocurre?

— Ve a la cama.

— No, no, estoy bien —se frotó los ojos.

— Venga —tiré de su brazo—, no seas cabezota.

Justin se levantó y besó mi frente para ir a la cama. Antes que él se acostara, cogí la ropa y el teléfono y cerré la puerta para dejarlo descansar.

Fui al cuarto de baño y encontré la pulsera en el suelo. La cogí y la lavé, quitándole los restos de sangre. Lamí mis labios y la apreté entre mis manos. Cerré los ojos y fue como sentirme cerca pero a la vez tan lejos de ella. Aún no podía asimilar con total claridad que nos había dejado también. Toda la gente que quería acababa muriendo o alejándose de mí y llegué a pensar que yo tenía algo que ver. Pensé que quizás el destino me quería ver sufrir.

No tardé en llamar a Jorge y contarle lo que había pasado. Le di la dirección de donde nos estábamos quedando y me dijo que estaría aquí dentro de poco. Solo me tomé un café esa mañana mientras daba vueltas por toda la casa, al final, acabé mirando la playa apoyada en la cristalera.

Dejé que la brisa diera en mi rostro y suspiré, cruzando los brazos debajo de mi pecho. Cuando pensé que podíamos estar tranquilos, todo volvía a empezar de nuevo, pero esta vez sería diferente. No iba a esconderme, no iba a volver a lo mismo porque iba a intentar que no se metiera en mi cabeza de nuevo. Tenía la ligera sospecha que él me observaba cuando me dejaba algún recordatorio de que él aún seguía ahí, vigilándome.

Llamaron a la puerta y me giré, descrucé mis brazos y caminé hacia la puerta, encontrándome a un Justin adormilado en el camino.

— Vuelve a la cama —pasé mi mano por su brazo.

— Estoy bien —pasó una mano por su rostro, frotándolo.

Justin se adelantó a mí y abrió la puerta antes que yo llegara. Abrió la puerta entera cuando se dio cuenta que era Jorge. Se dieron la mano y Jorge entró, dándome la mano a mí también.

— ¿Qué ha pasado?

— Ayer, volvió —nos sentamos en el sofá—. ¿Quieres algo de beber? —le pregunté.

— ¿Tienes café?

— Claro —me levanté apoyando la mano en la pierna de Justin y no tardé en levantarme.

Mis manos estaban temblando mientras echaba el café en la taza y supe que debería tranquilizarme. Le llevé el café a Jorge y me sonrió. Me senté de nuevo al lado de Justin y empecé a contarle todo lo que había pasado ayer.

— ¿Quién ha tocado la pulsera? —preguntó viéndola en mi mano.

— Creo que solo yo —dije.

— Me la llevaré para buscar huellas, a ver si pueden encontrar algo.

— Tenía sangre —dije.

— ¿Y dónde está?

— Yo... la lavé.

— ¿La lavaste? ¿Cómo se te ocurre lavarla?

— No lo sé, no lo sé —la dejé en la mesa—. Estoy intentando asimilar todo esto de nuevo.

Jorge suspiró pesadamente. — Está bien, me llevaré la pulsera a ver si pueden encontrar algo —bebió un sorbo de su café.

— Hemos llamado a nuestros guardaespaldas —dijo Justin.

— Dice que ha llamado a nuestros guardaespaldas —suspiré pesadamente.

— Es lo mejor. ¿Estáis completamente seguros de que no son ninguno de ellos?

Mordí mi labio inferior con fuerza. — No lo sé —murmuré. Le traduje a Justin la pregunta y él se encogió de hombros, mirando la pequeña mesa de cristal.

— Seguiremos investigando, no lo hemos dejado, Abigail. Esto es lo único que tenemos desde que entraste en rehabilitación. Me alegro que ya estés mejor.

Sonreí. — Yo también. ¿Lo encontrareis?

— Eso espero —suspiró y volvió a llevarse la taza a sus labios—. Dile a Justin que lo más seguro es que el cómplice de Carlos sea alguien conocido de su parte.

— ¿Por qué piensas eso?

— ¿Quién puede conocerte a ti y seguirte alrededor del mundo?

— Carlos lo hizo.

Jorge chasqueó la lengua y miró la taza en sus manos. — Tengo la sensación de que esta vez no es así, está atenta a todo, ¿vale? No dudes llamarme si sospechas algo. Si encuentran algo en la pulsera, te lo haré saber. Sigue queriendo asustarte, no dejes que lo consiga.

Eso esperaba, que no lo consiguiera. Cuando Jorge se fue, me dejé caer al lado de Justin en el sofá y suspiré. — Supongo que se acabaron las vacaciones —murmuró.

— ¿Por qué? ¿Quieres irte ya?

— No, no quiero irme.

— ¿Quieres café?

— Sí, ¿qué te ha dicho?

— Que puede que sea alguien cercano a ti y no a mí.

— Yo también lo creo, Abby —pasó su mano por su rostro, frustrado—. Pienso y pienso y no sé quién puede ser, nena.

— No podemos saberlo, te traeré el café.

Justin me siguió y se apoyó en la encimera mientras servía el café en una taza. Ambos estábamos en silencio, sumidos en nuestros propios pensamientos, quizás intentando ver más allá de todo lo que estaba pasando. Sabía que había algo que se nos estaba escapando y no sabía el qué.

— ¿Por qué ahora y no antes? —pregunté.

Me giré para mirar a Justin. Su pelo castaño claro estaba echado hacia abajo pero un poco desordenado. La barba que le estaba saliendo lo hacía verse más mayor y no llevaba camiseta, por lo que sus brazos cruzados debajo de su pecho me hacían tener una buena vista de sus bíceps. Su bóxer de Calvin Klein blanco se asomaba por encima de sus bermudas como siempre y lo vi arrugar la nariz.

— Quizás es porque ahora vio que estábamos más en serio —se encogió de hombros.

— ¿Tú crees?

— No lo sé, nena —descruzó sus brazos y se acercó a mí—, solo sé que te he puesto un anillo en el dedo —cogió mi mano—, y él ha vuelto.

Dejé caer mi frente en su pecho y Justin me abrazó. Lo abracé de vuelta, con fuerza y recibí un beso en mi frente. — Todo se solucionará, si solo se dedica a mandarnos cosas podemos manejarlo, ¿no?

— Sí —susurré—¸ claro que podemos —me separé un poco para mirarlo—. Luces cansado.

— He estado haciendo guardia toda la noche, como te prometí.

Sonreí con ternura. — Y pensar que hace unos años te creías el malo del barrio.

Justin sonrió. — ¿Me estás diciendo que ahora soy un cursi?

— No —reí—¸ pero me gusta cómo eres ahora. Podemos ir a la playa, aunque si quieres volver a acostarte podemos ir por la tarde.

— Iremos ahora, siempre puedo dormir en la toalla.

Sonreí y Justin juntó sus labios con los míos, haciéndome sentir segura.

Tal y como dijo, se quedó dormido en la toalla debajo de la sombrilla. Cerré el libro que estaba leyendo incapaz de concentrarme en otra cosa. Me levanté de la toalla y cogí mi móvil para llamar a Daniel. Dejé el libro en la toalla y caminé un poco para alejarme de allí. La playa estaba tranquila, apenas había unas cuantas personas un poco alejadas de nosotros. Busqué su número y empecé a caminar por la orilla esperando que él lo cogiera.

— ¿Sí?

— Tengo que contarte algo.

— ¿Qué ocurre?

— ¿Te acuerdas la pulsera de plata que perdí de mamá en el hospital?

— ¿La que le regaló papá?

— Sí —susurré—. Ayer fuimos a tomarnos algo y cuando volvimos al coche había un pájaro muerto en el parabrisas, la pulsera estaba en él.

Mi hermano no dijo nada y yo dejé de caminar por la orilla, esperando que reaccionara y dijera algo. — No la perdiste, él nos la quitó.

— Sí.

— Ha vuelto.

— Sí, ya he hablado con Jorge.

— ¿Habéis llamado a vuestros guardaespaldas?

— Sí, vienen de camino. No se lo digas a los abuelos, lo que menos quiero es preocuparlos.

— No lo haré, tened cuidado.

— Lo tendremos.

Colgué y miré el mar. A mamá le encantaba la playa, siempre había querido tener una casa cerca y poder venir cuando quisiera. Ahora, yo estaba aquí por ella, disfrutando lo que ella ya no podía.

Recordaba perfectamente el día de su muerte. La noche anterior, Justin se había ido con mi hermano y las dos habíamos visto su película favorita, Pretty Woman. Habíamos comentado lo sexy que era Richard Gere y nos habíamos reído porque ella había comparado mi historia con Justin con la película. A la mañana siguiente, levanté las persianas y miré el bonito día que hacía. Ella sonrió al ver entrar el sol y yo había estado hablándole sobre lo bien que le iba a sentar el sol cuando saliera de allí, nunca lo hizo. Me acerqué a ella y me senté a su lado, desbloqueando el móvil por si tenía algún mensaje de los chicos. La miré para verla cerrar los ojos y suspiró. Volví a mirar el teléfono y lo dejé sobre la mesita. Había vuelto a hablar, de que seguramente, aún las enfermeras no se acostumbrarían a traerle los dos sobres de azúcar y que tendríamos que volver a pedirlo. No obtuve respuesta, ni siquiera abrió los ojos y me quedé callada, poniendo una mano en su brazo.

"Mamá" había dicho con la voz temblorosa "Mamá" sacudí su brazo. "Mamá" mi voz se quebró. Rodeé la cama para pulsar el botón varias veces para que las enfermeras vinieran. "¡Mamá!" la moví, esperando que ella abriera los ojos y empezara a reírse porque me había gastado una broma. "¡Mamá! Por favor" sentí las lágrimas deslizarse por mis mejillas. "Despierta, no me dejes aún" me separaron de ella y vi a varias enfermeras acercarse. "No, no" lloré mientras me arrastraban fuera de allí "Aún no, aún no" me sacaron de la habitación y mis piernas fallaron, haciéndome caer al suelo mientras lloraba mi pérdida. Sentí unos brazos a mí alrededor y olí su perfume. Me refugié en sus brazos, agarrando su sudadera con fuerza, cómo si eso hiciera que me sintiera mejor.

Volví a mirar al mar y un suspiro tembloroso se escapó de mis labios. Miré a mi izquierda cuando Justin se sentó a mi lado y le sonreí. — ¿Ya has dormido?

— He visto a una chica sexy sola en la orilla y he decido acercarme a conquistarla.

Sonreí y mordí mi labio. — No hablo con desconocidos.

— Es una pena, porque yo sí.

— Tú hablas demasiado —palmeé su mejilla y él sonrió enseñando sus dientes.

— Bueno, gracias a que hablo demasiado, nos conocimos.

— Gracias a que uno de tus guardaespaldas me dio un empujón y tú estabas de humor para levantarme del suelo y ser simpático.

— Bueno, no podía hacer menos.

Lo miré alzando una ceja y él se levantó. Me tendió la mano y la acepté, para que el tirara de mí. Empezó a caminar hacia el agua. — Tengo el teléfono en la mano, y estoy vestida y tú también.

Ambos solo llevábamos una camiseta. Justin se quitó la suya y me quitó el móvil de las manos. Corrió por la arena y dejó su camiseta en ella y móvil encima. Lo observé correr de vuelta y cuando llegó a mí, se agachó y me echó sobre su hombro haciéndome dar un gritito.

— ¡Justin! —reí cuando el corrió en el agua y me bajó cuando sus piernas estuvieron dentro.

Sus labios chocaron con los míos cuando sus manos se pusieron en mi cintura, estabilizándome. Mis manos se pusieron en sus mejillas y seguí su beso.

Me separé y le eché agua, haciendo que él también me echara. Miré hacia otro lado porque sus manos eran mucho más grandes y tiraban más agua que las mías. Ambos estábamos riendo, pasándolo bien, cómo si no hubiera nada de lo que preocuparse a nuestro alrededor, y eso me gustaba. No quería darle importancia a lo de ayer, no quería pensar en eso. Si quizás dejaba de importarme, él pararía, ¿no?

**

Le di un fuerte abrazo a Ricardo cuando apareció. Él me levantó en peso y me dijo que había crecido, haciéndome reír por esa cosa tan absurda. Habíamos pensado que quien llegase primero, tenía que ser el sospechoso porque estaba más cerca de nosotros, después pensamos que quizás el sospechoso llegaría más tarde para no hacerse notar. Nos terminamos dando cuenta que todo lo que pensábamos era una locura y que no serviríamos para ser detectives.

Ninguno dijo nada de lo que había pasado la noche anterior, ambos estaban allí porque íbamos a viajar de nuevo y necesitábamos protección. 

Metimos las maletas en el coche y me senté en uno de los asientos de atrás, esperando que Justin se montara también. El jeep que habíamos alquilado lo recogerían y se lo llevarían. Lo bueno de tener una alta economía es que no te tenías que preocupar por nada.

Fuimos a ver a mis abuelos y estuvimos todo el día con ellos. Mis tíos y primos también se pasaron y le conté a mi prima lo que había sucedido. Ella me estaba mirando horrorizada. — ¿En serio? ¿Y si os están haciendo brujería?

Fruncí mi ceño levemente. — ¿Brujería? No —negué con la cabeza—, lo que me faltaba.

— Un pájaro muerto, ¿por qué te iba a poner un pájaro muerto?

— ¿Para asustarnos?

Ella hizo una mueca no muy convencida. — Es que es muy raro. Se cogió a Carlos por las cámaras de seguridad y porque pusieron su foto en cada aeropuerto del mundo. Este tío tiene que estar constantemente en contacto con ustedes para saber que hacéis siempre

Me acerqué a ella para que nadie nos escuchara. — Hemos estado pensado que es alguno de nuestros guardaespaldas.

Mi prima frunció el ceño. — ¿Mikey o Ricardo? —asentí—. Puede... aunque... si quieren haceros daño, ¿por qué no lo han hecho ya y se dedican a marear a la perdiz?

— No lo sé...

— Quizás es un fan loco que decidió ayudar a Carlos. Ya sabes, ellos siempre saben dónde estáis.

Lamí mis labios, pensando en esa posibilidad. Justin me miró a lo lejos y me guiñó un ojo. Sonreí y volví a mirar de nuevo a mi prima.

— ¿Y si contrato a alguien que nos siga? Es decir, oh dios mio, que idea, voy a llamar a Jorge.

— Consúltalo antes con Bieber —mi prima le dio un trago a su cerveza.

— Oh, cierto —reí y me apresuré a llegar a los brazos de mi prometido mientras mis abuelos hablaban con él y mi hermano traducía.

— Dicen que dónde os casareis —dijo mi hermano aburrido de traducir—, que ellos son mayores y no están para viajar.

Me senté en el regazo de Justin y observé a mi abuelo con el oxígeno puesto. — Lo haremos aquí —contestó Justin—. Incluso si tenemos que hacer dos celebraciones.

Mi hermano volvió a traducir y lamí mis labios, mirando a mis abuelos. Pena, me daba mucha pena irme y dejarlos aquí. Me levanté del regazo de Justin para ir a la habitación que ocupaba y empezar a hacer las maletas. Había comprado maletas muy grandes para intentar meter toda la ropa que tenía que llevar. Justin había dicho que no hacía falta llevar toda, ya que podía comprarme toda la que quisiera y más, pero no dejaba de ser mi ropa, como esa camiseta favorita que siempre me ponía o esos cómodos pantalones de chándal que me ponía en invierno para estar por casa. Empecé a guardar la ropa en la maleta y Justin apareció. En silencio, empezó a ayudarme y decidí hablar.

— Si ese hombre nos está siguiendo, ¿por qué no contratamos a alguien que también nos siga? Supongo que verá algo. He pensado en llamar a Jorge para comentarle la idea.

Justin guardó una de mis sudaderas en la mochila y lamió sus labios, mirándome fijamente. — Podría funcionar. 

**

Meta para el siguiente capítulo: 300 votos y 300 comentarios.

No me gusta poner metas, pero lo hago por el esfuerzo que lleva pensar y hacer un capítulo. Quiero ver si os gusta o no. No cuesta nada darle a la estrellita.

¿Funcionará? Por el bien de todos esperemos que sí. Espero que les esten gustando los capitulos, estoy muy insegura y nerviosa respecto a esta vuelta de Undercover porque no sé si es lo que esperábais o quizás veis que os aburren los capitulos o lo que sea. Ya sabeis que podeis ponerme cualquier crítica o sugerencia en los comentarios, lo leeré encantada. 

Curiouscat.me/desirealba para cualquier preguntilla que querais hacer en anónimo.

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