Undercover // Justin Bieber

By desirealba

3.1M 117K 21.5K

Encuentrame en las sombras, estaré protegida, hasta mañana. Está seguro de que no te sigan. No necesitas otr... More

En secreto.
Prólogo
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Diez.
Once.
Doce.
Trece.
Catorce.
Quince.
Dieciseis.
Diecisiete.
Dieciocho.
Diecinueve.
Veinte.
Veintiuno.
Veintidos.
Veintitres.
Veinticuatro.
Veinticinco.
Veintiseis.
Veintisiete.
Veintiocho - Veintinueve
Treinta.
Treinta y uno.
Treinta y dos.
Treinta y tres- Treinta y cuatro- Treinta y cinco.
Treinta y seis.
Treinta y siete.
Treinta y ocho.
Treinta y nueve.
Cuarenta.
Cuarenta y uno.
Cuarenta y dos.
Cuarenta y tres.
Cuarenta y cuatro.
Cuarenta y cinco.
Cuarenta y seis.
Segunda Temporada. Prólogo
Uno.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Cinco.
Seis.
Siete.
Ocho.
Nueve.
Diez.
Once.
Doce
Trece y Catorce
Quince
Dieciseis y Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve.
Veinte
Veintiuno.
Veintidós.
Veintitres.
Veinticuatro.
Veinticinco
Veintiseis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y dos
Treinta y tres
Treinta y cuatro
Epílogo
Navidad.
Nuevos capitulos.
1. Extra Navidad.
2. Extra Navidad
3. Extra navidad.
4.Extra Navidad. Fin
Aclaración.
Capitulo extra por los 2.5K
¿Tercera temporada?
TERCERA TEMPORADA
Cast
Prólogo
Uno
Dos
Tres
Cuatro.
Cinco
Seis
Siete
Ocho [I]
Ocho [II]
Nueve
Diez [I]
Diez [II]
Once
Doce
Trece
Catorce [I]
Catorce [II]
Quince
Dieciseis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno [I]
Veintiuno [II]
Veintidos
Veintitres
Veinticuatro [I]
Veinticuatro [II]
Veinticinco [I]
Veinticinco [II]
Veintiseis
Veintisiete [I]
Veintisiete [II]
Veintiocho
Veintinueve [I]
Veintinueve [II]
Veintinueve [III]
Capitulo privado subido
Treinta [I]
Treinta [II]
Treinta [III]
Treinta y uno [I]
Treinta y uno [II]
Treinta y uno [III]
Treinta y dos [I]
Treinta y dos [II]
Treinta y dos [III]
Treinta y tres [I]
Treinta y tres [II]
Treinta y tres [III]
Treinta y cuatro [I]
Treinta y cuatro [II]
Treinta y cuatro [III]
Treinta y cinco [I]
Treinta y cinco [II]
Treinta y cinco [III]
Treinta y seis [I]
Treinta y seis [II]
Treinta y siete
Treinta y ocho [I]
Treinta y ocho [II]
Treinta y nueve [I]
Treinta y nueve [II]
Cuarenta.
Cuarenta y dos.
Cuarenta y tres.
Cuarenta y cuatro.
Cuarenta y cinco.
Cuarenta y seis (extra)
Cuarenta y siete
Cuarenta y ocho
Cuarenta y nueve
Cincuenta
Cincuenta y uno
Cincuenta y dos
Cincuenta y tres.
Cincuenta y cuatro
Cincuenta y cinco.
Cincuenta y seis
Cincuenta y siete
Cincuenta y ocho
Cincuenta y nueve
Sesenta
Sesenta y uno
Sesenta y dos
Sesenta y tres
Sesenta y cuatro. «final»
Sesenta y cinco (extra)
Sesenta y seis (extra)
Sesenta y siete (extra) Penúltimo
Sesenta y ocho (extra) FINAL

Cuarenta y uno.

7.2K 376 117
By desirealba

Respiré hondo, sintiendo el aire entrar en mis pulmones, tranquilizándome —o intentándolo— y después lo solté. Seguí a Jorge, el policía que llevaba mi caso, hasta el piso donde había vivido Carlos. Quería ver con mis propios ojos lo que me habían mostrado en fotos.

Carlos vivía solo después de que su novia lo dejara por estar obsesionado conmigo. Lo habían despedido porque faltaba demasiado y era porque estaba siguiéndome las veinticuatro horas.

Los vellos se me erizaron al pensarlo.

Cuando Jorge entró, miró hacia atrás para asegurarse de que lo seguía. Estaba decidida a entrar, no pensaba que esto fuese un choque emocional ni nada por el estilo, ya lo había visto en fotos, me equivoqué.

Su piso era pequeño, dos habitaciones, un cuarto de baño, una sala de estar y una cocina pequeña. Observé una foto que estaba en la entrada de él y una chica morena, su novia, quizás. Ambos se veían bien y felices, estaban sonriendo y no pude entender que iba mal en la cabeza de ese chico para destrozar su vida como lo había hecho.

Seguí a Jorge por el pequeño pasillo hasta llegar a una habitación. Abrió la puerta, y entró. Lo seguí y me quedé parada en la puerta, mirando a mi alrededor como no había ningún hueco libre en la pared. Desde los plintos hasta el techo.

Mi respiración se hizo pesada mientras me acercaba a la pared más cercana. Pasé los dedos por mis fotos. Saliendo de la universidad, en ella, comprando, haciendo ejercicio, bailando, de fiesta... había fotos desde que yo tenía dieciocho. Un escalofrío recorrió mi cuerpo mientras observaba toda la habitación, mareándome. ¿Cómo no lo había visto nunca? Siempre había estado ahí y nadie se había dado cuenta.

— ¿Por qué decidió hacer contacto conmigo ahora? —pregunté a Jorge.

— No lo sabemos. No quiere hablar. Suponemos que es porque el nivel de obsesión creció.

¿Cómo alguien podía obsesionarse conmigo? No era nadie, no era nada. Era una chica corriente, no era alguien que llamara la atención y se caracterizara por su belleza.

— En el ordenador —dijo Jorge señalándolo—, hay muchas más fotos y videos.

— ¿Videos?

— Sí. En la mayoría estás caminando o con tu familia y amigos. Incluso cuando estabas en silla de ruedas. Hay fotos tuyas con Justin —cogió una foto— donde ha destrozado su cara.

Cogí la foto, donde salíamos en los amFar. La cara de Justin estaba agujereada. Lamí mis labios.

— Creemos que no solo quiere secuestrarte, Abigail. Ha estado haciendo todo lo posible durante los años que has estado con tu novio para que rompas con él.

Parpadeé varias veces y recordé la fotografía donde Adrián me da un pequeño beso. Había estado recordando innumerables días el momento, intentando recordar si había algún fotógrafo por allí. Ya sabía quién había sido.

— Pensamos que quizás quiera hacerle daño a él, pero no ha hecho ningún movimiento —continuó Jorge—. Hasta ahora todo se ha basado sobre ti. Asustándote. Estamos intentando averiguar sus contactos, investigando a todos a su alrededor.

— Vale —susurré mirando las fotos de nuevo.

— Hay otra cosa—lo miré—, enviamos el sobre donde iban tus fotos privadas a analizar las huellas. Hemos encontrado unas huellas que no son tuyas ni de Diego y Víctor.

Sí, mis amigos habían tenido que ir a comisaría y todos estaban siendo investigados. ¿Les molestaba? Sí. ¿Me importaba? No. Quería vivir tranquila de una vez. No pensaba que alguno de los chicos me hubiera hecho eso. O por lo menos eso creía.

El móvil de Jorge sonó y seguí mirando las distintas fotos. Podría hacer un book de outfit con todas esas fotos. — Sabemos quién es la persona que envío las fotos a Diego.

Me giré para mirar a Jorge, el corazón me latió nervioso y observé sus labios moviendose diciendo el nombre de Tamara.

Tamara, exnovia de Víctor. Me quedé callada y cogí una silla para sentarme, estaba empezando a marearme.

— ¿Estás seguro?

— Sí, son sus huellas. Tus amigos dijeron que solo ellos y tú habíais tocado el sobre —asentí—. Nos vamos a Madrid, Abigail. Vamos a solucionar esto.

//

Esperé a que Justin me cogiera la llamada y vi su cara al otro lado, sonrió abiertamente y le sonreí.

— Cada día tienes la cara más alargada —dije.

— Y tú cada día estás más fea —sonreí—. ¿Cómo estás?

— Bien, ¿Y tú?

— Aburrido.

— Como siempre. Estoy haciendo la maleta, me voy a Madrid.

— ¿A Madrid?

— Tamara, la exnovia de Víctor, fue la que le envió mis fotos sugerentes a los chicos.

Justin se quedó mirando la pantalla con el ceño fruncido. — ¿Qué fotos?

Junté mis labios en una fina línea intentando tener paciencia. — Las fotos que te robaron de tu teléfono.

— Ah, sí. Hey, tío, ¿Qué pasa? —saludó a alguien y bajó su teléfono por lo que solo pude ver sus pantalones.

Esperé, impaciente, a que terminara de hablar. No me caracterizaba por tener mucha paciencia, así que, a los dos minutos, colgué.

Cerré la maleta y la puse en el suelo, mi abuela entró a la habitación. — ¿Es necesario que te vayas?

— Si, abu —me acerqué a ella y la abracé—. No me pasará nada.

Ella besó mi mejilla con un sonoro beso pero no nos separamos. — Aquí estás a salvo. Con ese novio tuyo te pasan muchas cosas.

Y era verdad, pero no podía hacer nada para evitarlo.

— Iré con Ricardo y Jorge, el policía que lleva el caso, no pasará nada —me separé de ella para sonreírle.

Ella suspiró pesadamente. — Está bien, ten mucho cuidado.

— Hay un coche fuera —dijo mi abuelo—. Creo que te esperan.

Asentí y después de despedirme de ellos y de mi hermano, me monté en la parte de atrás, dejando a Ricardo delante.

Fuimos en Ave hacia Madrid. Nos recogieron en la estación y fuimos directamente a comisaría.

— Soy Luis —un policía nos dio la mano—. La chica lleva desde que la cogimos llorando, diciendo que no hizo nada. Nos ha contado que un chico le dio los sobres y le pidió que lo echara bajo la puerta de Diego. Dijo que ella en ningún momento lo abrió.

— ¿Puedo hablar con ella? —preguntó Jorge.

— Claro, pasa.

Me quedé allí con Ricardo y una policía se acercó a nosotros. — Hola, soy Claudia. ¿Queréis un café o un té mientras tanto?

— Sí, por favor —dijo Ricardo.

Miré por donde Jorge se había ido, deseando estar delante cuando él le hiciera preguntaz. Sin embargo, me senté junto a Ricardo en una silla con un té de canela y miel entre mis manos.

— ¿Por qué he tenido que venir? —miré a Ricardo

— No lo sé —se encogió de hombros—. ¿Cuándo volverás a viajar a verle?

— No lo sé.

Porque el muy capullo ni siquiera me había devuelto la llamada. Quizás yo estaba muy quemada y todo me molestaba. Tenía siempre un humor de perros y necesitaba que todo se acabara. Quería estar en casa, viendo una película junto a Justin. Quería relajarme y salir a la calle sin ningún problema. No quería volver a ver un estúpido clavel en mi vida.

Levanté mi mirada y vi a Jorge señalándome. Me levanté y fui hacia él. — Entra —me guio hasta una sala—, está muy alterada y necesita a alguien conocido.

Ella y yo no habíamos acabado muy bien, pero entré igualmente. Ella levantó su mirada y pude ver sus lágrimas cayendo por sus mejillas.

— Lo siento, no sabía que era para hacerte daño —dijo.

— No te preocupes —me acerqué y cogí la silla para sentarme a su lado. Del bolso, saqué un paquete de pañuelos y le di uno para que se secara las lágrimas—. No te harán nada, no has hecho nada malo —puse mi mano en su espalda—. ¿Cómo contactó contigo?

— Instagram. Me dijo que tenía un paquete para Diego, que si podía entregárselo. Le dije que no, pero me dijo que me daría 100€.

Lamí mis labios. — Yo también lo hubiera hecho. No sabías quién era y aunque fue arriesgado... —me encogí de hombros.

— Lo sé, ¿Cuándo me voy a poder ir? —susurró.

Miré a Jorge, que se encogió de hombros. Luis contestó: — Pronto, estamos terminando de rellenar el papeleo.

Tamara asintió y me levanté para salir de allí, cogí mi pequeño vaso de té y Jorge me dejó pasar.

— Hemos investigado a todas las personas que conocías en Madrid, a todos los nombres que nos diste. No hay nadie que haya estado viajando últimamente —dijo Luis.

Me apoyé en la pared. — ¿Entonces quién es? ¿Habéis investigado a la gente que está alrededor de Justin?

— Estamos arreglándolo. No es tan fácil. La interpol se ha desentendido ya que Carlos está a disposición judicial, pero los trámites para que la policía de Los Ángeles empiece a investigar van algo lento.

Suspiré pesadamente. — Mañana es el juicio.

Me tensé. — ¿Mañana?

— Sí. Lo meterán en la cárcel, no se librará —Jorge puso una mano en mi hombro—. Solo tienes que contar lo que pasó.

— No quiero verlo, no quiero que me vea.

— No lo hará —dijo Luis.

Cuando salí de la comisaría, me metí en el coche y abrí la aplicación para enviarle un mensaje a Justin.

Cerré la aplicación y miré por la ventana. — Quiero ver a mis amigos.

— Tienes que estar fresca para mañana —dijo Jorge.

— Solo quiero verlos, no voy a salir de fiesta.

Y cumplieron mis deseos. Me dejaron en casa de Diego y Victor y subí. No los había avisado, pero le había enviado un mensaje a los demás para que fueran esta noche y poder hacer noche de pizza como solíamos hacer.

Llamé al timbre y Victor no tardó en abrir. Estaba sin camiseta y pude observar su trabajado abdomen.

— ¡Abby! —me abrazó—. ¿Qué haces aquí?

Lo abracé de vuelta. — Mañana tengo el juicio contra Carlos, decidí pasarme a veros, he avisado a los chicos.

— Por supuesto, pasa —me dejó entrar y no tardé en estar en la cocina con un cigarrillo entre mis dedos.

— ¿Estás nerviosa?

— Muchísimo.

— Lo de Tamara... —susurró.

— No tiene importancia. 

Víctor negó con la cabeza y suspiró pesadamente. Observé su torso desnudo, sus abdominales y ese tatuaje que tenía en el costado. Sus pantalones colgaban de sus caderas e iba descalzo. Su pelo rubio estaba desordenado e intenté imaginarme que el fuera una de las personas que estaban haciendo esto.

No podía. No podía ver a mis amigos aliados con ese hombre. No quería imaginármelo, la caída iba a ser bastante dura si al final resultaba que ellos estaban metidos en todo esto.

— ¿No viene Justin al juicio?

— Está ocupado con el tour.

Víctor asintió y le dio una calada a su cigarrillo. Recordaba la primera vez que lo vi, cómo él había puesto su mano en mi cintura para poder besar mis mejillas y lo enamorada que yo me había quedado. Después me presentó a su novia y la magia se fue.

Me quedé allí, hablando con Víctor de cómo le iba el trabajo y cosas varias, intentando llenar los silencios incómodos. Sabía por qué estaba así, no era mi culpa que hubieran tenido que investigarlos a todos.

Escuchamos la puerta de casa y Diego no tardó en aparecer por la cocina. Pasó una mano por su pelo rubio y me miró sorprendido. — Hey, Abby —se acercó y me rodeó con sus fuertes brazos—. ¿Cómo estás? ¿Qué haces aquí?

— He venido a veros.

— Mañana tiene el juicio —dijo Víctor.

Diego pasó su mirada de Víctor a mí. — Entonces... ¿Ya todo ha acabado?

Me quedé callada porque no había acabado, porque seguían llegándome claveles a pesar de estar en la cárcel. Aún estaba asustada, aún tenía pesadillas por las noches y estaba empezando a volverme loca.

— Sí y no —Diego alzó una ceja, esperando que me explicara—. Siguen enviándome claveles y... alguien sigue detrás de mí. No sabemos quién pero...

— Tiene que ser del círculo de Justin. Nosotros no somos —dijo Víctor, molesto.

— Lo sé, pero...

— ¿Pero? ¿Sabes lo que es que investiguen todas tus cuentas? ¿Qué te hagan mil preguntas? ¿Sabes lo que es que en el trabajo te miren mal porque vaya la policía a hablar contigo?

— Víctor... —dijo Diego.

— Nada de Víctor, Diego. Estoy cansado. Nosotros no hemos hecho nada, primero deberían de haber empezado a investigar a los jodidos amigos de su novio. ¡Nosotros no sabemos dónde mierda está cada segundo del día!

El timbre sonó y Víctor, con rabia, salió de la cocina. Lamí mis labios y apagué el cigarrillo en el cenicero.

— No le eches cuenta —mi amigo puso una de sus manos en mi hombro— Está agobiado, no se esperaba tampoco lo de Tamara. Ellos han estado intentando volver a pesar de todo.

— Jamás quise que esto pasara.

— Lo sé.

— A mí no me gustan que me sigan, ¿Sabes? —dije con un hilo de voz—. No me gusta que se filtren fotos mías desnudas. No me gustan que me secuestren, no me gusta que invadan mi intimidad como ese hombre lo ha hecho... y esto es necesario porque alguien más está rondándome.

— ¡Abby! —Teresa apareció en la cocina con sus brazos abiertos. Sonreí y Diego se apartó para que ella pudiera abrazarme—. No sabes lo preocupada que nos tienes. Es la primera vez que sigo en Instagram a páginas de fans de Bieber para saber lo que pasa —sonreí en el abrazo y nos separamos—. Estás más delgada —me observó.

Negué con la cabeza. — Si he engordado.

— Si tú lo dices... —se encogió de hombros.

Fernando me sonrió desde la puerta y vino a saludarme. Guille se abrazó a mí tan fuerte que pensé que iba a quedarme sin respiración. Estar con los chicos siempre me venía bien porque me despejaba y me lo pasaba muy bien.

//

Mi estómago tiraba en todas direcciones cuando las cámaras y los reporteros se echaban sobre el coche. Jorge se bajó primero y yo me aseguré que mis gafas de sol estaban bien puestas. Jorge me tendió la mano para que saliera y me quedé allí, mirando su mano, al borde del ataque de ansiedad, escuchando a la gente gritando mi nombre y el ruido de las cámaras.

Me arrastré por el asiento y cogí la mano de Jorge. Puse un pie fuera del coche y vi que Ricardo también estaba esperándome. Salí del coche y me mareé al ver tanta gente a mi alrededor. Jorge y Ricardo no tardaron en rodear mi cuerpo por ambos lados y vi que varios agentes de policía nos abría camino hacia la puerta del juzgado. Me obligaron a caminar y Ricardo tuvo que apartar varios micros de mi cara. Lo hicimos rápido mientras avanzábamos entre tanta gente. Gritaban mi nombre y hacían preguntas que apenas podía escuchar debido a mis nervios.

Nunca había ido a un juicio, nunca me había pasado esto y estaba a punto de empezar a gritar porque necesitaba algo de espacio. Necesitaba que dejaran de apuntarme con sus cámaras, que pusieran los micros en mi cara y que dejaran de empujarme.

Entramos en los juzgados y seguimos caminando para alejarnos de la puerta, donde todos los periodistas estaban. Lo malo es que después tendría que salir de nuevo y no sabía si estaba preparada.

— ¿Estás bien? —preguntó Jorge.

— Sí —me quité las gafas de sol—. ¿Me verá?

— Es necesario.

— Me dijiste que no me vería.

— El juez quiere ver la reacción cuando él te vea.

Negué con la cabeza y puse una mano en mi frente. — Tranquila —dijo Ricardo—, todo saldrá bien.

— Estoy muy nerviosa.

Jorge cogió mis temblorosas manos. — Estarás bien. Ahora debes hablar de nuevo con tu abogado.

Jorge puso una mano en mi espalda y me guio por los anchos pasillos hasta llegar a mi abogado, Héctor, que estaba tranquilo esperándonos.

— Que alguien le traiga una tila a esta chica —dijo viendo mi estado—. Hola Abigail —me dio la mano—, todo saldrá bien, ¿Vale? No va a quedar libre. Lo único que tienes que hacer es mantener la calma en todo momento, no pasa nada si lloras, tengo pañuelos —sonrió—. Tendrás que explicarle al juez todo lo que Carlos te hizo, ¿Vale? No te dejes nada.

— Vale.

— La policía presentará los informes y las pruebas y tendrás que contar los casos de los claveles en los distintos hoteles.

Asentí de nuevo y Ricardo me dio un vaso de té.

— Ahora, bébete eso y relájate, queda media hora para que empiece el juicio. Siéntate.

Tomé asiento en uno de los bancos del pasillo y el temblor en mi pierna no tardó en hacerse presente.

— Tamara también vendrá a declarar lo que pasó. Una pena que Justin no haya podido venir —chasqueó su lengua.

En vez de hablar sobre el caso, Héctor estuvo contándome sus desastrosas vacaciones cuando fue a Paris con su familia. Me contó desde que se perdieron en el metro hasta que a su mujer se le subió una rata en los pies en DisneyLand. Conseguí despejarme un rato y reírme un poco, imaginando cada situación que él me contaba.

Nunca había ido a un parque de Disney, tendría que ir próximamente cuando fuera a Los Ángeles.

— Es la hora —Héctor se levantó—. Entremos, Carlos está al llegar.

Ricardo me quitó el vaso vacío y me acompañaron dentro de la sala. El juicio duraría dos días y yo estaba deseando acabar con esto ya.

Me senté en el primer banco, en el lado izquierdo mientras la sala se iba llenando de personas que no conocía. Frente a nosotros, había unas mesas de madera donde se sentaba el juez y demás. Frente al juez, había una silla con un micrófono para las personas que fueran a declarar. Apreté mis manos en mi regazo y Héctor y Jorge se sentaron uno a cada lado.

La sala ya estaba llena y solo faltaba mi acosador, que no tardó en entrar. Me obligue a mirar hacia el frente mientras mi respiración se hacía pesada a medida que los segundos pasaban. No pude evitarlo y miré hacia mi izquierda, encontrándome con fría mirada mientras pasaba. Iba esposado pero sonreía, me sonreía de una manera que hacía que me tensara y todos los vellos se erizaran.

Lo observé sentarse en el banco y su abogado me tapó su vista. Cerré los ojos y cuando los abrí, el juez ya estaba sentado, leyendo sobre el caso. Héctor empezó a entregarle documentos y a explicárselos, también fotos y hechos.

— Me gustaría que ella lo contara —dijo el Juez.

Héctor me miró y me quedé congelada en el sitio, apretando con fuerza el banco.

— Vamos, señorita Cruz —me animó el Juez—, no pasará nada.

Me levanté y dudosa me senté en esa silla, delante del micrófono.

— Empiece desde lo primero que recuerde.

Empecé a contar el mensaje en Lisboa, los claveles, la llamada y cuando lo encontré en mi portal. Narré todo lo que sucedió en aquel piso y cómo el acoso había seguido a cada lugar al que iba. No pude evitar que mi voz temblara y que varias lágrimas se escaparan de mis ojos. Héctor me dio un pañuelo como dije y cuando terminé de narrar todo Héctor me preguntó: — En Colombia reconociste a este chico. ¿Es él Rafael?

— Sí —murmuré.

— ¿Siguió el acoso después de que él estuviera encerrado?

— Sí.

— ¿Cuándo fue la última vez?

— Catorce de abril, en Punta Cana. Llegué a mi habitación con Carl Lentz y la encontramos llenas de claveles rosas, en el centro de la cama había una nota que ponía Tú y yo.

Varios agentes de la Policía se pusieron dónde estaba yo antes y empezaron a contar cómo me encontraron y como había ido la investigación. Le dieron las fotos de mis heridas y hematomas y después de una hora el juez terminó la sesión.

Me quedé quieta en el banco mientras sacaban de allí a Carlos y Jorge puso una mano sobre la mía. — Lo has hecho muy bien. Iremos a almorzar, ¿Vale?

Me levanté y seguí a Héctor por el pasillo. — El coche nos espera en la puerta —dijo Ricardo—. Hay más gente que esta mañana, hay muchas fans con rosas.

Me puse las gafas de sol y salí rodeada por Héctor y Jorge mientras Ricardo abría la puerta del coche. Vi las rosas y quise llorar porque era impresionante como ellas empujaban a las cámaras para poder pasar. Alcé mis brazos para poder coger las rosas que podía mientras los flashes seguian saltando, mientras los periodistas gritaban sus preguntas.

Fuimos a almorzar y removí mi comida en el plato sin mucha hambre.

— Tienes que comer —dijo Ricardo.

— Tengo los nervios aún en el estómago.

— Es normal —Héctor bebió de su copa de vino—, piensa que solo queda mañana y Carlos estará entre rejas —dijo emocionado—. ¿Cómo va la investigación sobre la otra persona? —preguntó a Jorge.

— Lenta, muy lenta. Cómo todo en este maldito país —gruñó—. No podemos hacer mucho porque no pasó en España. Los policías de Los Ángeles se creen muy importantes y van a empezar a comerme la—

— Bueno, lo entiendo, no seas tan descriptivo —río Héctor—, estamos comiendo.

Miré la comida y recordé cuando dejé de comer por los malos comentarios. Seguía metiéndome en twitter y en Instagram porque era mi entretenimiento. Después me di cuenta de toda la gente que estaba insultando mi aspecto, insultándome sin conocerme en persona, sin saber si era aburrida o divertida, sin saber nada.

Me llamaban gorda. Odiaban mi pelo, mis piernas, mi estatura y todo eso entró en mi cabeza haciendo que dejara de comer días enteros. Sabía dónde me estaba metiendo, y cuándo quise salir por mí misma, ya no podía. Mes y medio y había perdido nueve o diez kilos cuando no necesitaba perderlos porque estaba bien. Quizás mi abdomen no era como el de Kendall Jenner, ni mis piernas como las modelos de Channel, pero estaba bien.

Lo único que perdí fue volumen. Mi clavícula se notaba más, mis brazos estaban delgados y mi culo había casi desaparecido.

Metí un trozo de patata en mi boca y la mastiqué. Había estado intentando dejar el pasado atrás una y otra vez. Cuando Justin me había dejado en Praga, todo se desmoronó a mi alrededor, no sabiendo como sentirme. Él había buscado una excusa para dejarme y le salió muy bien.

Justin Bieber deja a Abigail Cruz por infidelidad.

Me mataron a críticas, sin embargo, las ignoré. Cerré mis redes sociales y me centré en mí y en mi familia y amigos, en la gente que quería lo mejor para mí. Aprendí a olvidar, aunque aún su recuerdo seguía presente muchas veces.

Y ahora, el muy capullo no me había llamado en todo el día. No iba a llamarlo yo, que se interesara por mí.

//

Veinte años. Carlos iba a estar veinte años en prisión por haberme secuestrado y acosado. Solo veinte años. Me quedé en banquillo sintiendo las lágrimas recorrer mis mejillas. — Volveremos a vernos, Abigail —escuché su voz y después empezó a reírse. La policía no tardó en llevárselo y Jorge apretó mi hombro.

— Ya sabes cómo van las cosas aquí, Abigail. Esperemos que durante ese tiempo en la cárcel se olvide de ti.

No parecía querer olvidarse de mí. Aún había alguien suelto que intentaba hacer mi vida imposible.

Me levanté y Héctor me dio un pañuelo para que limpiara mis lágrimas. — ¿Quieres hablar con los reporteros?

Negué con la cabeza y salimos de la sala para caminar hacia la salida. Jorge y Ricardo me rodearon y me puse las gafas de sol. No tardaron en abalanzarse sobre nosotros y Héctor pidió calma. Mi mente aún escuchaba la voz del juez diciendo que diez años eran por secuestrarme y los demás por el acoso y el daño psicológico.

Solo eso.

Había pasado todo esto y solo se quedaría veinte años en la cárcel, y esperaba con todo mi corazón que fueran los veinte años más horribles de su vida.

Volví a mover mis pies para caminar al coche y me persiguieron de nuevo. Me metí dentro y mis pelos hicieron de cortina para que nadie pudiera ver cómo me rompía de nuevo dentro del coche.

Habíamos parado en el McAuto por petición mía y ahora estaba comiendo en mi habitación del hotel. Teresa me había regalado una botella de vodka rojo y la tenía encima de la mesa junto a mi paquete de cigarrillos.

Había enviado un mensaje a todos para que supieran la condena y había estado hablando con mi hermano, diciéndole lo mal que me sentía.
«Se olvidará de ti, no te preocupes y empieza a despreocuparte. Relajate»

¿Y si su odio aumentaba en esos años? ¿Y si le reducían condena?

No podía dejar de pensar y de darle vueltas al asunto sabiendo lo malo que era eso. A veces pensamos demasiado sobre cosas que nos hacen daño y caemos en un pozo profundo del que nos cuesta salir. Un pozo con sus paredes arañadas con nuestras uñas mientras gritamos por ayuda pero nadie nos escucha. Nadie tira una cuerda para ayudarte a salir, nadie te escucha. Y te das cuenta, en ese momento, que solo te tienes a ti misma. Que si quieres salir, tienes que seguir clavando tus uñas en la pared y seguir subiendo. Incluso si caes, tienes que volver a intentarlo.

Aunque esta vez yo había optado por sentarme con las oscuras paredes alrededor y dejar que la oscuridad me consumiera un poco.

Lana del Rey sonaba por los altavoces de mi ordenador, estaba en mi picardía rosa palo que me encantaba y me hacía sentir sexy siempre. Había estado bebiendo el grandioso regalo de Teresa directamente de la botella y estaba con un cigarrillo en mi mano cantando Hit and round.


Moví mis manos en el aire mientras cantaba, dándome igual si el cigarrillo manchaba la colcha. Moví mis caderas suavemente de un lado a otro, deseando tener el pelo más largo para poder moverlo mejor.

La botella estaba en mi mano casi vacía, y me sentía bien. Bajé de la cama para apagar el cigarrillo en el cenicero y seguir bailando, terminando la botella. Fui al mini bar y lo abrí, cogí una cerveza y no tardé en abrirla y darle un trago.

Hit and round, let's hit and round, hit and round the woooorld —canté.

Me tiré en la cama y mi móvil vibró a mi lado, estiré la mano y miré la pantalla, era Estefanía. No había rastro de Justin.

Entré en Instagram y vi sus fotos en Miami, tomando el sol. ¿Eso era lo que lo mantenía tan ocupado? ¿Por eso no me había llamado?

Cerré el chat y miré mis aplicaciones, Instagram resaltaba del resto y entré. Sad girl de Lana llevaba un rato sonando.


Entré en la camarita para subir una historia a Instagram y puse la cámara delantera, viendo mi rostro. Pulsé el botón del centro y empecé a grabar mientras movía mis labios, cantando la canción. Moví una de mis manos por mi rostro, llegando a mi pelo, tocándolo. Acerqué mi móvil a mis labios mientras los movía, cantando.

I'm a sad girl, I'm a bad girl, I'm a bad girl.

Terminé de grabar y le puse el efecto en blanco y negro y lo subí. Dejé el móvil a un lado y miré el techo blanco mientras la canción seguía sonando.
Sola. Mi corazón se oprimió al pensar en eso. Estaba muy mareada y el alcohol hacía que me pusiera más mal de lo que estaba cuando llegaba el bajón.

Desearía que mamá estuviese aquí. La echaba mucho de menos. No tenía a nadie, necesitaba a mis padres. Necesitaba sus abrazos, sus consejos y sentirme querida. Necesitaba amor fraternal, ellos se habían ido demasiado pronto. Aún me quedaba mucho por aprender y mucho que levantarme después de las caídas y ninguno estaba para darme su mano.

Lágrimas se acumularon en mis ojos y los cerré, dejando que salieran. Recordaba ir al parque todos juntos, jugar al escondite en casa cuando ni siquiera había sitios en los que esconderse. Recordaba a mamá metida en su armario y a mi hermano en la bañera. Yo siempre estaba detrás de alguna puerta o mesa, escondida entre las sillas.

Cuando abrí los ojos, ellos estaban allí. Ambos estaban a cada lado, sentados en la cama. Mamá sostenía mi mano derecha y acariciaba mi pelo. Papá sostenía la izquierda con fuerza y limpiaba mis lágrimas.

— Te queremos —dijo mamá.

— Eres fuerte, Abigail, sabemos que puedes hacerlo —dijo papá.

Sus voces, como las había echado de menos. — Quiero irme con ustedes —dijo con hilo de voz.

— Aún no —dijo papá.

— Te queda mucho por vivir —mamá sonrió. Ella tenía su preciosa sonrisa y su bonito pelo de vuelta.

— No puedo más —susurré—, nada me ata aquí.

— Claro que sí. No puedes dejar a Daniel solo, él te quiere, aunque no te lo demuestre —dijo mamá.

Papá dio un beso en mi frente y me susurró que me quería.

//

Abrí los ojos y escuché mi nombre. Me quejé por el dolor de cabeza y me incorporé un poco. Lana seguía sonando y Ricardo me llamaba desesperado tras la puerta.

Me levanté y puse una mano en mi sien, intentando que el dolor disminuyera. Me acerqué a la puerta y la golpeé de vuelta haciendo que el parara.

— Estoy despierta.

— Te recuerdo que tenemos que coger un vuelo a Los Ángeles.

Suspiré pesadamente, lo que menos quería era tener que montarme en un avión miles de horas. Exageraba, pero se sentía como si la vida se te fuese a acabar allí dentro.

— Me ducho y nos vamos.

— De acuerdo. Te espero dentro de media hora, iré a comprarte café y algo para que comas.

— Y pastillas, por favor. Me duele la cabeza.

— Está bien.

Me separé de la puerta y quité la música. Vi todo el desorden de la habitación y lo que primero hice fue abrir la ventana para que el olor a tabaco y alcohol se fuera. Cogí la botella de vodka y de cerveza y fui al cuarto de baño. Tiré las botellas a la basura y miré mi rostro en el espejo, asustándome. Me acerqué al espejo y pasé mis dedos por mis ojeras grises. Me recogí el pelo en un moño con la gomilla que siempre tenía en mi muñeca y me lavé los dientes. Después, me metí en la ducha, lavando bien mi cabello, quitando rastro de olor de tabaco. No tardé mucho tiempo en estar lista y con mis gafas de sol puestas. Mi pelo estaba aún húmedo y lo dejé así a pesar de que aún hacía algo de frío. Ricardo me esperaba abajo con un café en su mano y una tostada para llevar.

— Muchas gracias.

El cogió mi maleta y yo mi desayuno. Salimos del hotel, donde había varias chicas esperando. Les sonreí a pesar de no tener ganas y ellas tomaron eso como una señal para acercarse.

— Hola —dijeron. Cada una llevaba una rosa en su mano—. ¿Cómo estás?

— Bien —sonreí—, ¿Y vosotras?

— Bien —sonrieron—, te queríamos dar esto —todas me señalaron sus rosas.

— Muchas gracias —las cogí como pude—, son muy bonitas.

La abracé y ellas me pidieron una foto. No pude negarme. Sonreí y me saqué una con cada una. — ¿Lleváis mucho tiempo aquí? —pregunté.

— Desde las siete. No sabíamos a qué hora ibas a irte.

— Os confieso que no soy de coger los vuelos muy temprano.

Ellas rieron. — Nos lo hemos imaginado al ver la hora. ¿Vas con Justin ahora?

Negué con la cabeza. — Tengo que ir a Los Ángeles.

— Dile que lo queremos.

— Lo haré —sonreí y miré a Ricardo, que me señalaba su reloj—, tengo que irme, voy a perder el vuelo y Ricardo es capaz de montarnos en el ala del avión.

Reímos y me despedí de ellas para montarme en la parte de atrás del coche. Bebí de mi café mientras nos dirigíamos al aeropuerto. — Mikey me ha dicho que Justin está cansado de llamarte, estaban preocupados. ¿Le pasa algo a tu móvil?

— No lo puse a cargar anoche, está sin batería.

— No parece preocuparte.

— He decidido dejar el teléfono a un lado.

— Haces bien, pero sería conveniente que llamaras a Justin —me dio su teléfono—, estaba alterado.

— Me da a mí que va a seguir alterado porque no lo pienso llamar, tengo dolor de cabeza.

Ricardo suspiró y guardó su teléfono.

//

No pude quedarme en casa de Justin porque ya no vivía ahí. Ahora vivía en el hotel Montage porque decía que su casa era demasiado grande para él solo. Pues no te compres una casa tan grande. Había casas muy bonitas más pequeñas. Así que me quedé en un hotel y descansé para mi sesión de fotos con Terry al día siguiente. Había quedado con Scooter, ya que él me acompañaría durante el proceso. Ya la gente sabía que estaba en Los Ángeles porque lo habían puesto en twitter. Cuando conecté el móvil para cargarlo, lo encendí y los mensajes y llamadas de Justin no tardaron en hacerse presentes. Eran muchas. ¿Contesté? No. Ya lo haría cuando tuviese ganas de hablar con él. Estaba decepcionada porque necesitaba algo de apoyo y él no estaba ahí. Sabía que no podía tenerlo físicamente allí conmigo, pero no costaba nada enviarme un mensaje preguntándome cómo estaba, cómo había ido o cualquier otra cosa.

Me senté en la cama y encendí mi portátil. Entré en el Word que estaba escribiendo y no tardé en plasmar todo lo que había pasado hoy y cómo me había sentido la noche anterior, escribí el sueño con mis padres para que no se me olvidara. Los había sentido tan cerca que daba miedo. También escribí las últimas palabras de Carlos antes que se lo llevaran. ‹‹Volveremos a vernos, Abigail››

Sabía que volvería a verlo. Sabía que no había acabado, que volvería a buscarme y conseguiría encontrarme.

Me levanté de la cama y me di cuenta que no tenía cigarrillos. Así que me asomé al balcón y dejé que el aire diera en mi piel expuesta por mi pijama. Terry había sido claro, tenía que dormir e ir fresca como una rosa a la sesión de fotos. Me acostaría porque no quería que me regañara y ni siquiera lo conocía.

A la mañana siguiente Scooter me recogió y hablamos del juicio y de su familia hasta que llegamos a donde habíamos quedado con Terry. Mordí mi labio nerviosa cuando aparcó. — ¿Preparada?

Lo miré y asentí. Bajé del coche y respiré hondo para caminar junto a Scooter. Cuando Terry se presentó, me contagió su energía y las ganas que tenía de hacerme fotos. Me peinaron y maquillaron como el pidió y me metí en el papel que él me decía. Poniéndome de una forma y de otra. Había aprendido algo en la campaña de Intimissimi pero él tuvo que tener algo de paciencia ya que a veces me daba incluso vergüenza posar.

Nos llevamos toda la mañana liados con la sesión, cambiándome de ropa, de maquillaje, de peinado. Vi algunas fotos y no podía esperar a tenerlas en mi ordenador para verlas una y otra vez.

— Creo que eres mi nueva musa —dijo enseñándome algunas fotos.

No pude evitar reír sabiendo que él había fotografiado a todas las famosas. — ¡Eres un exagerado! —exclamé.

— Mira esto —me enseñó—, eres real. Eres tú.

Sí, era yo. Había fotos más elaboradas pero las últimas, echas en Malibú, era yo.

//

Por la tarde, paseé por las calles de Los Ángeles. Me encantaba este lugar y apenas había tenido mucho tiempo para verlo entero. Entré en Starbucks y pedí un café mientras notificaciones de llamadas y mensajes de Justin seguían apareciendo. Cuando salí de Starbucks me di cuenta que habían unos diez fotógrafos. Ellos empezaron a sacarme fotos y a grabarme en video. Me quedé en shock porque nunca me había pasado esto, no sin compañía. Le había dicho a Ricardo que iba a dar un paseo cerca del hotel, necesitaba pasear sola. Empecé a caminar, seguida por esa gente, haciendo que la gente que estaba caminando me mirara, preguntándose quién demonios era yo.

— Siento lo de tu madre, Abigail.

— Gracias.

— ¿Sigues con Justin después de serte infiel en Brasil? —preguntó uno de ellos.

— No es la primera vez que Justin te es infiel. ¿Cuánto más lo vas a perdonar?

— ¿Quizás es por su dinero?

— ¿Te gusta la fama?

— ¿Y las fotos desnudas? ¿Cómo reaccionaste al saber que se habían filtrado?

— ¿Qué se siente al ser una mantenida?

— ¿Estás con Justin solo por fama y dinero?

— ¿Cómo te sientes sabiendo que Justin se acostaba con otras estando contigo?

— ¿Es el precio que pagas por la fama?

— ¿Es todo el asunto de tu acosador una falsa para llamar la atención?

— Tú y tu hermano estáis mantenidos por Justin. ¿Qué harás cuando lo dejéis?

— ¿Qué se siente saber que Justin está contigo por lástima? ¿Estás embaraza? ¿Por eso no lo has dejado? ¿Para qué os mantenga?

— ¿Ese era tu plan?

— ¿Estaría tu madre orgullosa de cómo estás llevando tu vida, Abigail?

Quise gritar y dejar salir las lágrimas que tenía acumuladas en mis ojos, ellos estaban muy cerca de mí y estaba agobiándome. No tenían derecho a hablar de mi madre, cuando iba a empezar a empujar a todo el mundo a maldecirlos, alguien pitó.

Todos giramos nuestros rostros para ver de quién se trataba. Selena Gómez estaba en el coche, con la ventanilla bajada. Me hizo una seña con su mano. — Vamos.

Casi corrí seguida por esas personas hasta que llegué al coche y abrí la puerta con dificultad, ya que no se quitaban de en medio. Cerré la puerta y Selena cerró la ventana. Empezó a conducir y respiré hondo, hundiéndome en el sillón.

— Gracias.

— No tienes que darlas, te he visto en apuros.

Me quité las gafas y las dejé en mi regazo junto con mi bebida. Limpié las lágrimas de mis ojos.

— Hey, no llores, cariño. Son basura, solo quieren hacer que te sientas mal y sacar una reacción de ti —puso una mano en mi piernas y la apretó.

Ni siquiera pude contestarle porque estaba sollozando.

____

 N/A: Bueno tienen un largo capitulo aquí cargado de sentimientos y situaciones. Espero que les guste. Gracias por los votos y los comentarios del capitulo anterior. 

¿Es buena la decisión de Abby? Justin no ha estado muy pendiente de ella en uno de los momentos que más la necesitaba. Recuerden, intente ponerse en la situación de la protagonista. Selena la ayudó a salir de ahí. ¿Se lo esperaban? ¿Qué harán Abigail y Selena? Eso no se queda ahí. Queda mucho por venir y espero que les guste todo lo que tengo pensado. 

Gracias a las chicas del grupo por ayudarme con las preguntas de los paparazzis. Recuerden que pongo adelantos en el instagram de cruzundercover. 

¿Cual ha sido vuestra parte favorita?

Continue Reading

You'll Also Like

285K 12K 80
Mis ojos te adoran, pero es mi alma la que se enamoró de ti
2.4K 286 21
Bastó un giro inesperado en su vida para que todo estuviera de cabeza en un solo parpadeo, consternado por la conmoción y la pérdida en el momento, l...
194K 9.2K 40
Zayn Malik, el chico malo del instituto. Cree que es intimidante, que le da suspenso a todos. Pero no, no a todos. Soy _____ Parker, asisto a la Acad...
2.2M 226K 131
Dónde Jisung tiene personalidad y alma de niño, y Minho solo es un estudiante malhumorado. ❝ ━𝘔𝘪𝘯𝘩𝘰 𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨, ¿𝘭𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘳𝘦𝘫...