Después de que Marta saliera del estado de shock empezó a preguntarle cosas a Justin, algunas normales y otras descabelladas.
— ¿Podemos echarnos una foto? —le preguntó cuándo salimos de McDonald's.
— Claro —él sonrió.
Cogí el móvil de Marta. Justin rodeó los hombros de mi amiga y ella pasó una mano por su cintura. Apunté hacia ellos y eché varias fotos porque seguramente "salgo fea en todas".
— La subiré cuando te vayas de aquí.
— Gracias —dijo Justin—. Un gusto conocerte —le dio dos besos.
— —Igualmente —dijo nerviosa. Justin se metió en el coche y miré a Marta—. ¡Dios! No puedo créemelo — dio un pequeño grito. Sonreí—. Aún no puedo creerme que haya venido a verte. A VERTE A TI —dijo esas palabras muy despacio.
— Yo tampoco puedo creerlo.
— Es como un sueño, estas cosas no pasan, es una locura, una muy dulce locura —murmuró.
— ¿Qué estás pensando? —reí.
— Nada —se encogió de hombros—. Espero volver a verle pronto —dijo refiriéndose a Justin—. ¿Cuándo se va?
— No se lo he preguntado, te lo digo después.
— Vale, ahí está mi madre. Tengo que irme. Gracias Abby y dale las gracias a Justin —me abrazó.
— Vale, ¡Adiós! —me despedí con la mano y entré a la coche con Justin— Luces cansado —me puse en el asiento del medio para guiar a Jacson y me puse el cinturón.
— Bueno, ha sido un largo viaje — bostezó.
— ¿No has dormido? —le pregunté.
— La verdad es que no
— ¿Me guías de nuevo Abby? —me preguntó Jacson.
— Claro —lo guie de nuevo hacia el portal de mi casa.
Me bajé del coche y me siguió Justin cerrando la puerta. Miré el reloj de mi muñeca.
— ¿Por qué no vas al hotel y te acuestas? —Justin se apoyó en el coche.
— —Pensaba en cenar contigo —cogió mis manos y entrelazó nuestros dedos. Mi corazón bombeó nervioso.
— Podemos ir a cenar mañana, ¿Cuándo te vas? —miré nuestras manos.
— El lunes por la mañana.
— Bueno, tenemos dos días para vernos, ahora será mejor que descanses —sonreí.
— Está bien —suspiró.
— Verdaderamente no tenías que hacer esto —Justin rió sin fuerzas—. Estarías en tu súper casa descansando
Justin me atrajo hacia él y me abrazó. Apoyé mi cabeza en su pecho y lo abracé. ¿Notaría los latidos frenéticos de mi corazón?
Mi móvil sonó y nos separamos. Lo saqué de mi bolso y fruncí el ceño cuando vi el nombre de mi hermano reflejado en la pantalla.
— ¿Sí?
— Aléjate de él, los quiero a un metro de distancia —fruncí el ceño y miré hacia los lados buscándolo.
Miré hacia arriba, a la ventana de su habitación y lo vi asomado y con su teléfono en la oreja. Le colgué.
— ¿Qué quería? —preguntó Justin.
— Que me alejara de ti —sonreí de lado.
— Oh, ¿Un hermano protector? —volvió a coger mi mano.
— Bastante —rodé los ojos.
— Entonces te veo mañana —besó ni mejilla y dejó ir mi mano.
— Esta bien, descansa.
Él me sonrió y se montó en la parte del copiloto con Jacson. Caminé hacia el portal y saqué la llave. Abrí la puerta y miré hacia la carretera viendo el coche de Justin irse.
— ¿Por qué ha venido? —me preguntó Daniel cuando entré en casa.
— No lo sé, pero estoy súper contenta —bailé mientras sonreía. Mi hermano bufó.
— ¿Qué ocurre? — preguntó mi madre entrando en casa y viéndome bailar.
— Ha venido a verla el Justino Beiber ese —dijo mi hermano. Lo miré mal.
— ¿Cómo? —preguntó mi madre sorprendida.
— Que ha venido a verla —repitió mi hermano.
— ¿Es una broma? —se quitó los zapatos.
— —Por desgracia no.
Miré a mi hermano mal.
— ¿Por qué ha venido a verte? —me preguntó.
— No lo sé
Ella puso mala cara. — No te ilusiones, Abby. A la gente como él no le interesan las chicas normales y corrientes —junté mis labios en una fina línea.
— Quizás quiere llevársela a la cama — mi hermano volvió a aparecer comiendo de una bolsa de patatas.
— ¿Dónde está ahora? —preguntó mi madre.
— Ha ido al hotel a descansar —mordí mi labio mientras pensaba en lo que estaba diciendo. Ellos seguían debatiendo el por qué Justin había venido. — Bueno, ya está —los interrumpí —. No me importa el motivo por el que está aquí. Solo sé que ha venido para estar conmigo, y no voy a desaprovechar esto. Y si quiere llevarme a la cama, pues con gusto iré —ellos se me quedaron mirando y empezaron a reírse.
— Anda que va a perder la oportunidad —rio mi hermano saliendo de la habitación.
**
El timbre sonó haciéndome abrir mis ojos con pesadez. Volví a cerrarlos, que abriera mi hermano. El timbre volvió a sonar y desesperé cuando no escuché a mi hermano levantarse. ¿Quién demonios era tan temprano? Me levanté adormilada. Abrí un poco los ojos mientras abría la puerta.
— Vaya, ¿Te he despertado? —dijo Justin con una sonrisa radiante.
— No, estaba haciendo ejercicio —lo dejé pasar y Justin rio entre dientes—. Es muy temprano —bostecé guiándolo al salón.
— Son las doce —él se sentó en el borde del sofá.
— Pues eso, muy temprano —me senté en una silla casi en frente de él, poniendo las piernas en la silla y abrazando mis rodillas. Justin me miró.
— Debo de estar horrible —murmuré y me miré en el reflejo del televisor.
— No, no lo estás. Te ves sexy —sonrió de lado.
— Gracias —sonreí—. Aunque yo creo que debo de lucir como un zombi — Justin se me quedó mirando y le aguanté la mirada, hasta que llegó al punto de que me intimidó.
— ¿Qué te apetece que hagamos hoy? — le pregunté.
— No lo sé. ¿Tenías algún plan para hoy?
— Iba a ir a la ciudad con Marta para ver tiendas. Pero he pensado en cancelarlo.
— ¿Por qué?
— Pues porque estás aquí—me encogí de hombros.
— ¿No quieres que vaya? —se quitó la gorra.
— Claro que sí, es solo que allí habrá mucha gente —hice una mueca—.Y si te reconocen será una verdadera locura.
— Bueno, eso es cierto. Pero Abby, si estás conmigo, tienes que pasar por eso. Yo también quiero mantenernos en secreto, no necesito más rumores, pero tenemos que pasar por eso, así que venga, arréglate que nos vamos de tiendas —se levantó y me dio en mi pierna para que me levantara.
Lo miré. Mantenernos en secreto. ¿Estaba diciéndome que teníamos algo?
— ¿Tenemos que irnos ahora? —hice un puchero.
— Si, niña. Vamos —bajó mis piernas de la silla.
— Está bien, está bien —suspiré—. Solo por ti ¿Eh? —me dirigí a mi habitación.
— Me alegra escuchar eso - sonrió y me siguió.
Levanté la persiana de mi habitación para que entrara el aire y abrí mi armario. Hice una mueca mirando mi ropa. Cogí unos pantalones vaqueros cortos y los dejé encima de la cama. Cuando me giré, Justin tenía una camiseta roja en sus manos e intentaba descifrar como se ponía la camiseta mientras fruncía su ceño.
— Es así —la cogí y después de darle algunas vueltas la puse bien.
Era una camiseta pequeña, demasiado provocativa, regalo de mi madre. Nunca me la había puesto. La espalda era descubierta, solo llevaba unas cuerdas. Y por la parte de adelante era más arriba del ombligo, con un gran escote.
— Vaya, eso es demasiado sexy —lamió sus labios.
— Yo no lo llamaría sexy... —miré el chaleco— esto es sucio.
— ¿Te lo has puesto? —preguntó. Negué con la cabeza—. ¿No te gusta? — me encogí de hombros y volví al armario buscando una camiseta que ponerme—. Te verías jodidamente sexy con esto —murmuró.
— Vale —le quité el chaleco y lo tiré dentro del armario—, creo que estas empezando a.... —él me miró alzando una ceja.
— ¿A imaginarte con eso puesto? Si, lo estaba haciendo —se miró al espejo—. Pero creo que verte en directo tiene que ser mejor que mi imaginación— Dejé de respirar por un momento.
— Vale, tienes que salir, voy a cambiarme —lo empujé fuera de la habitación.
— ¿Qué más da? Te he visto desnuda — se paró en la puerta cerrada y me miró.
— No me lo recuerdes - puse mi mano en el pomo de la puerta.
Justin me empujó contra la pared y me acorraló poniendo sus manos a ambos lados de mi cabeza.
— ¿Es que no te gustó? —me susurró. Lamí mis labios y agaché la mirada.
— Yo... No quise decir eso —dije nerviosa—. Aparte, ni siquiera lo recuerdo bien —mentí. Recordaba cada caricia y cada susurro que salió de sus labios.
— ¿Que no lo recuerdas?
— Bueno, eso pasó hace unos meses y es todo borroso y... —sentí la respiración de Justin cerca de mi rostro.
Su rostro buscó él mío, pasando su nariz por mi mejilla, haciendo que levantara mi cabeza. Mi corazón bombeó con fuerza y sus labios buscaron los míos hasta encontrarlos y rozarlos sutilmente. Puse mi mano con delicadeza entre su mejilla y su cuello cuando Justin unió sus labios con los míos en un simple beso. Solo nuestros labios tocándose. Abrí los ojos cuando Justin separó sus labios. Miré hacia arriba para encontrarme con sus ojos, esta vez más oscuros.
— Será mejor que pare... —volvió a poner sus labios más duramente sobre lo míos enviando una corriente eléctrica por todo mi cuerpo, que reaccionó pegándose a él.
Justin puso sus manos en mi trasero, apretándolo mientras que yo pasaba mis manos por su nuca y su pelo. Justin me alzó un poco poniendo mis pies descalzos sobre sus zapatos para llegar mejor.