No corregido.
Fui con los chicos a cenar y estuvimos pasando un buen momento. Me despejé y conseguí olvidarme de todos los problemas por un momento. Diego se encontraba a mi lado todo el tiempo y no sabía que pensar. No me había besado desde aquel día, tampoco habíamos hablado de ello y él no se había insinuado.
"¿Cómo estáis?"
Recibí un mensaje de Justin.
"Estamos bien. Mi madre va por momentos..."
"Espero que pronto se recupere y vuelva a estar insultandome como antes."
Sonreí con tristeza. "Yo también lo espero"
Diego puso su mano en mi pierna y dejé el móvil en la mesa. Fernando estaba contando algo que le había pasado con Teresa y todos escuchaban la anécdota menos yo. - Estás peor que la última vez que te vi. - susurró Diego en mi oído bajo la atenta mirada de Víctor.
Fruncí el ceño levemente y lo miré. - No he estado durmiendo mucho - me encogí de hombros. Mi tia se quedaba alguna que otra noche pero no podía dormir sabiendo que mi madre estaba llorando y vomitando en el baño.
No tardamos en pagar la cuenta y salir de donde nos encontrabamos. - ¡Vayamos de fiesta! - dijo Teresa emocionada. - ¿Hay algún sitio? - me preguntó.
- Muchos, y estan cerca - contesté. Ella sonrió más abiertamente. - Os guiaré.
- ¿No vas a venir? - preguntó Guille.
Negué con la cabeza - Oh vamos, Abby, ven - Teresa cogió una de mis manos. - Necesitas pasartelo bien.
- No estoy de humor, cuando la situación mejore iremos donde quieras.
Ella hizo una mueca - Está bien, lo entiendo.
Víctor y Diego iban a mi lado y me agarré de sus brazos. - Espero que os lo paseis bien. Siempre hay muchos extranjeros.
- No pensaba ir - dijeron los dos chicos a la vez.
Fruncí el ceño. - ¿Os pusisteis de acuerdo en hablar? - sonreí de lado. - Id y divertiros.
- Ha sido un largo camino - dijo Víctor. - No tengo ganas de meterme en una discoteca con tanto ruido.
- Digo lo mismo - dijo Diego.
- ¿Iréis al hotel entonces?
- Vamos a tomarnos algo - dijo Diego. - Y tú vienes con nosotros. Voy a avisar a los demás.
Suspiré pesadamente y Víctor me miró fijamente. - Me incomodas cuando me miras así.
Víctor sonrió abiertamente. - Me gusta ver la cara que pones cuando te das cuenta.
Mordí mi labio y miré donde Diego estaba hablando con los chicos. Vi a Diego caminar hacia nosotros hasta tenerlo frente a mí. Ellos me hacían sentir incómoda en ese momento. - Creo que me iré a casa.
- Hemos venido para verte. - Diego frunció el ceño.
- Sí, pero es tarde.
- Solo una cerveza. - dijo Víctor.
- Tengo que conducir.
- Tómate una coca-cola.
Víctor cogió uno de mis brazos y Diego el otro. Entramos a un bar y me senté mientras ellos pedían las bebidas. Cuando estaban en la mesa, me miraron. - ¿Que tal allí? - preguntó Víctor.
- Bien - me encogí de hombros.
- No he visto muchas fotos vuestras.
Dejé de mirar mi vaso para mirarlo. - No hemos pasado mucho tiempo juntos - me encogí de hombros.
- ¿Por qué? - preguntó Diego.
Me encogí de hombros. - Él es extraño.
- ¿Así que... te gustaría pasar más tiempo con él? - miré los ojos azules de Víctor.
- ¿A que viene todo esto? - los miré confusa.
- Solo queremos ayudarte, saber como te sientes. - Diego se encogió de hombros.
- ¿Qué siento? ¿Por qué? Antes de Ibiza nuestra amistad no era así. ¿Qué está pasando? ¿Por qué ahora me prestais más atención y no vais intentando meteros en las piernas de cualquier chica?
Ellos se miraron y ambos se encogieron de hombros a la vez. - Esto es muy raro. Me voy. - me levanté.
Diego cogió mi muñeca. - ¿No podemos preocuparnos por ti?
Me quedé mirandolo. - No de la forma en que lo estás haciendo - mi voz disminuyó.
- Nos gustas. - soltó Víctor.
- ¿Qué? - mi corazón empezó a latir fuerte contra mi pecho. - De acuerdo - reí nerviosa. - Me voy. - me levanté. - No sé que os habéis fumado. - cogí mi bolso y mi chaqueta y salir del bar.
- ¡Abigail! - escuché la voz de Víctor y lo ignoré mientras seguía caminando hacia el coche. Su brazo se puso en mi codo y lo miré. - ¿Te vas a ir así, sin más?
- ¡Claro que sí! - me indigné. - ¿Desde cuándo? ¿Fué cuando Tamara te dejó? Esto es una locura. Ustedes - los señalé, ya que Diego había hecho acto de presencia. - Estais locos.
Diego se puso a mi lado y respiró cerca de mi oído. Su aliento olía a cerveza y su susurro en mi oído hizo que se me pusieran los pelos de puntas. - Vamos a hablar en un lugar más tranquilo. - cogió mi mano.
Su hotel no estaba muy lejos, y cuando entramos en el pequeño ascensor, me sentía nerviosa. - No me gusta esta situación. - Víctor salió del ascensor y no tuve más remedio que seguirlo. Diego llevaba su mano puesta en la parte baja de mi espalda, guiandome a la puerta que estaba abriendo Víctor.
Entré y pude ver la habitación del rubio. Me quedé allí parada, mirando a Víctor. Diego me quitó la chaqueta y el bolso y lo dejó en una silla.
- Chicos... - susurré. Mis manos estaban temblando de nuevo y supe que tenía que relajarme. - ¿Qué queréis?
- Sabemos que no podemos tener tu cariño, ninguno de los dos. - dijo Diego. - Nó se que mierda le ves a Bieber, pero somos más hombres que él.
Podría ser.
- ¿Que esperabais? ¿Una relación a tres? - dije confusa.
- No, solo tenías que elegir y el otro se retiraría, pero no vas a hacerlo.
Diego sacó una cerveza de la pequeña nevera que allí había. No tardó en abrirla y me la pasó. Le di un trago, necesitando beber, tenía la boca seca.
No, no iba a elegir a ninguno porque mi mente no estaba como para pensar en eso. Diego me quitó la botella y no tardó en beber, después, sin dejar de mirarme, se la pasó a Víctor.
Diego puso una mano en mi mejilla y juntó sus labios con los mios. Dudosa, le devolví el beso. Víctor puso una de sus manos en mi cintura y me separé a Diego. Víctor ocupó su lugar y pensé que iba a tener un corto circuito porque no entendía lo que estaba pasando.
Cuando me di cuenta, Victor estaba tras de mi, besando mi cuello, y Diego estaba delante, besandome.
Puse mis manos en el pecho de ambos chicos y los separé, negando con la cabeza. La parte loca de remate quería dejarse llevar, la parte sensata me decía que me fuera.
¿Qué pasaría si lo hacía? No sabía como iba a mirarlos de nuevo sin recordar lo de esta noche. Lamí mis labios y miré a Diego confusa, ya que era el que estaba delante. - Pensé que lo querías - dijo lentamente.
- ¿Por qué ahora?
- ¿Tiene que haber un motivo?
Claro que tenía que haber un motivo. Llevaba un año y medio siendo su amiga y ahora ellos, después de que Justin apareciera, ponían sus ojos en mí.
Siempre que Justin aparecía en mi vida, un chico se fijaba en mí y aún no había encontrado el jodido motivo. Lo mejor es que ahora no era uno, si no dos.
- No - negué con la cabeza. - Lo siento. - me giré.
- ¿Crees que él no habrá hecho un trío mientras tu estabas en tu casa estudiando? - soltó Víctor. - Sé que no lo haces por él, y no lo entiendo.
Me giré. - No es por él.
- ¿Entonces? - dijo esta vez Diego.
- Esta situación es muy rara, joder. - reí. - Ni siquiera habeis intentado emborracharme un poco, hubiera sido más fácil en Ibiza.
- No creo que a Tamara le hubiera gustado - rio Diego.
- No, creo que no - sonrió Víctor.
- Vamos a beber, anda, en plan amigos. - dijo Diego.
Y me desperté al día siguiente apoyada en el pecho de Víctor y con el brazo de Diego sobre mí. Cuando llegué a casa, me senté en uno de los sofás y miré la televisión apagada.
- Te has acostado con Diego. - ni siquiera miré a mi madre cuando lo dijo.
Asentí lentamente. - Y con Víctor.
- Vaya, ¿En serio? No pierdes el tiempo. No me lo puedo creer. - Junté mis labios en una fina línea - ¿Y ahora qué?
- Pues no lo sé - suspiré. - Ellos se han comportado como si no hubiera pasado nada.
- Bueno, eso está bien. - miré a mi madre. - ¿Sabes de lo que me he dado cuenta? - alcé una ceja esperando que hablaras. - No sonríes como antes, ni siquiera tienes esa mirada amable e inocente que solías tener.
- He crecido - contesté.
- Solo vives una vez, Abigail. No dejes que nadie te arruine tu vida. Voy a acostarme un rato.
La vi levantarse y salir del salón. Miré mis manos y mi móvil no tardó en vibrar encima de la mesa. Justin.
"¿Volverás al tour un par de dias?"
"No lo sé."
"Te echo de menos"
Me quedé mirando el mensaje y cerré los ojos. Me levanté y fui a mi habitación a ponerme ropa de deporte. No tardé en salir de casa y empezar a correr después de ponerme los auriculares.
Corrí, sintiendo el sudor caer por mi nuca y mi frente, mis pulmones ardiendo, mi respiración agitadas y mi corazón bombeado con fuerza contra mi pecho.
Mis piernas no podían más y quería parar, pero no lo hice. No sabía como manejar mi vida, no sabía que hacer con ella. Quería irme a un lugar donde no me conociera nadie, esconderme y no tener que lidiar con la vida real.
Estaba volviendo a lo mismo de hace unos años. A la inseguridad y los nervios, tenía que parar.
Seguí corriendo hasta que llegué a casa y me tendí en el suelo de mi habitación.
- En vez de ir a correr, deberías empezar a solucionar tu vida. - las palabras de mi hermano me hizo dejar de respirar un momento. - No deberías ir tirandote a todo lo que se mueve.
Me levanté. - ¿Se puede saber que te pasa conmigo?
- Me das vergüenza - escupió. Se giró y salió de mi habitación - No almorzaré aquí. - avisó.
Me sentí derrotada ante sus palabras. Derrotada y dolida. Vacía. Un dolor se extendió por mi pecho.
Mi madre me llamó, ya que no veía. Me apresuré a llegar hasta ella y la vi sentada en el suelo. - No veo - lloró. - No veo, Abigail.
Me acerqué a ella sin saber que hacer. Llamé a una ambulancia y la ayudé a vestirse, mientras lloraba en silencio.
.*.
¿Debería haber pasado? Abigail está triste, dolida y confusa. No sabe que debería hacer con su vida. (Creo que a todos nos ha pasado) Su hermano no la ve como un buen ejemplo y eso le hace daño.
Canción: Emeli Sandé - hurts