Miré a Justin salir del coche y se acercó con paso decidido hacia mí. Me fije en la mancha de su camisa. - ¿Estás bien?
Junté mis labios en una fina línea. - ¿Tú que crees? Era alcohol, no ácido. No hacía falta ese empujón.
Justin sonrió de lado. - Veo que tu carácter sigue siendo el mismo. Siento lo de antes. No deberían de haber reaccionado así, pero ya sabes como son. Tienes unos buenos guardaespaldas. - alzó las cejas y miré a los chicos.
— Sí, son los mejores.
— Es la primera vez que te veo tan borracha, me cuesta entenderte. Hacía mucho que no te veía. Estás más... mayor.
— Qué halago. - dije en español.
Nos quedamos mirándonos. - ¿Has estado bien? - me preguntó pasando sus dedos por mi antebrazo.
— Sí, ¿Y tú?
Justin asintió. - Tengo que irme, Abby. - dijo en voz baja. Asentí y se aceró a mí para darme un pequeño abrazo, que recibí. Se separó un poco de mí y puso una mano en mi mejilla y besó la otra. Cuando me miró de nuevo, nuestros rostros estaban a centímetros. Podría besarlo si quisiera.
— ¡Abby! - Llamaron mi atención y miré a los chicos. Ya había dos taxis allí. - Vamos.
Me separé de Justin. -.Adiós - le sonreí antes de dirigirme, sin caerme, al taxi. Víctor tenía la puerta del taxi abierta para mí. Me monté y él entró luego, cerrando la puerta. Fernando iba en la parte de delante y suspiré. No hablamos nada durante el camino, hasta que llegamos al piso.
— ¿Ibas a besarlo? - me preguntó Víctor.
Junté mis labios en una fina línea. - No.
— No parecía eso. - dijo Guille.
— ¿Sabéis qué chicos? - me quité los tacones mientras Diego intentaba abrir la puerta. - Es que necesito follar, y él estaba tan tan cerca.
Carcajadas sonaron por todo el pasillo y yo sonreí no sabiendo muy bien lo que estaba diciendo. - No os riais. No tiene gracia. - entré en casa y tiré los zapatos al suelo.
— ¿Necesitas que te ayude con la necesidad, Abby? - escuché la voz de Diego.
— Creo que puedo apañármelas, gracias. - abrí despacio la puerta de la habitación de las chicas y entré sin hacer ruido.
Me desnudé y me quedé en ropa interior. Me acosté y me tapé, sintiendo como todo daba vueltas.
Me tendí en el sofá sintiendo como el dolor de cabeza acababa conmigo. - Buenos días dormilona - dijo Fernando. - ¿Necesitas una pastilla? -.asentí.
— Hola Abby. - apareció Diego por el pasillo. - ¿Aún necesitas ser follada? - se sentó al lado de mis pies.
— ¿Qué?
— Ayer dijiste que necesitabas follar.
— Ah, ¿Sí? Señor, que vergüenza. - puse una mano en mi rostro. - ¿Dije algo más por lo que deba de estar avergonzada?
— Creo que no. - Víctor se sentó en el otro sofá y me incorporé cuando Fernando me trajo la pastilla.
Miré a Fernando y vi que tenía un pequeño moratón en su pómulo. Víctor tenía una tirita en la ceja y Diego su labio un poco hinchado, y a mí me dolía bastante el trasero. Recuerdos de la pasada noche se empezaron a agolpar en mi mente mientras intentaba ponerlos en orden.
— Oh, ¿Estáis bien? - dije mirando de cerca el labio de Diego. - Lo siento tanto.
— Ellos también se llevaron sus golpes - Diego se encogió de hombros. - No debería de haber reaccionado como lo hizo - apretó sus puños.
Mi teléfono sonó en la mesa y alargué mi mano para cogerlo. Número desconocido. Lo cogí y lo puse en mi oreja.
— ¿Sí?
— Vaya, estás despierta. Pensé que aún seguirías dormida.
Me levanté del sofá para ir a hablar a la habitación. - ¿Cómo tienes mi número?
— Siempre lo tengo. - Suspiré. - Me gustaría que quedáramos, para hablar sobre cómo nos va.
Lamí mis labios. - No puedo.
— ¿Acaso alguno de tus amantes te lo prohíbe? - soltó.
— Justin... - suspiré. - ¿No tienes a nadie para entretenerte hoy?
Justin rio. - Tengo todo el día libre.
Teresa y Tamara se habían ido a la playa por la mañana temprano. Los chicos planeaban quedarse todo el día en casa y yo me encontraba subiendo al yate de Justin con un sombrero para intentar que los fotógrafos que siempre había a lo lejos no me reconocieran.
Justin estaba sentado en uno de los grandes sofás que allí había y no tardó en levantarse y en venir a abrazarme. Correspondí su abrazo. - Pensé que no ibas a venir.
— Yo también.
Justin se sentó y palmeó el lado del sofá. Me senté y me quité el bolso dejándolo a un lado. También me quité el sombrero y las gafas cuando me di cuenta que estábamos en una parte del yate donde no se nos veía. O eso creía.
— Bien, ¿Y... qué tal? ¿Qué estás haciendo ahora? - me dio una taza de café y se lo agradecí.
— Vivo en Madrid. Estoy trabajando de traductora y dándole clases de inglés a niños.
Justin asintió. - ¿Y ese sueño de que querías vivir en Nueva York y ser profesora de Español?
Aún se acordaba. Me encogí de hombros. - Los sueños, sueños son. A veces hay que dejarlos atrás.
Justin dejó su taza de café en la mesa y me miró. Yo también lo miré. Su mirada se había endurecido pero seguía teniendo esa chispa que hacía que todas cayeran a sus pies. Su cuerpo había mejorado notablemente ya que él no se molestó en ponerse una camiseta.
— Vaya - lo miré a los ojos. - Sí que has cambiado. Ya no existe esa niña con grandes sueños y metas.
— No. - dejé la taza en la mesa y me di cuenta que nuestras rodillas estaban juntas. - Las cosas y las personas cambian. Veo que a ti te sigue yendo bien.
Justin sonrió de lado y asintió. - ¿Cómo están tus amigos? ¿Y tú trasero?
— Bien.
— ¿Con cuál de ellos te has acostado?
Alcé una ceja - No todo el mundo es como tú. Puedo tener amigos hombres y no haberme acostado con ninguno.
Justin rio. - Touché.
Me quedé mirándolo. - Piensas que no te conozco, pero lo hago. ¿Qué es lo que quieres?
Justin alzó sus cejas sorprendido. - Solo quería saber de ti. Antes de que lo dejáramos te dije que quería seguir siendo tu amigo.
— Cuando me dejaste - le corregí. - Y mi respuesta sigue siendo la misma.
— ¿Por qué no?
— ¿Por qué debería arrastrarme por ti?
— ¿Porque me quieres?
Lamí mis labios. - Intento tener un poco de amor propio, no lo estropees. - me crucé de brazos y Justin optó por reírse.
— De acuerdo. Pensé que... - negó con la cabeza. - Nada.
Cogió una caja de cigarrillos y me dio uno. Encendió el suyo y después me pasó un mechero. Lo encendí y dejé el mechero en la mesa para después mirarlo. Justin estaba apoyado en el respaldar del sofá, mirando a la nada mientras fumaba.
— ¿Te has dado cuenta que la vida siempre hace porque nos encontremos? Esa noche en Barcelona, en Los Ángeles, aquí...
Miré también a la nada. Era verdad. El destino quería que nos encontráramos, pero ¿Por qué?
— El destino nos quiere juntos - continuó. - Y nosotros solo nos hacemos daño y nos separamos.
— Vaya, te has vuelto muy profundo. - sonreí. Justin me miró serio y dejé de sonreír. - Quizás el destino solo quiere que aprendamos de algo - me encogí de hombros.
— ¿Has encontrado a alguien en estos años? ¿Alguna relación?
— No.
— Yo tampoco. Sé que te eché de mi vida y-
Levanté mis manos. - Para, no vayas por ese camino.
— Ni siquiera me has dejado terminar.
Me levanté y cogí mi bolso. - Sé lo que vas a decir y no.
Justin se levantó y se acercó a mí. - Así que tengo delante de mí a una vidente y yo sin saberlo - dijo en voz baja. Cogió un mechón de mi pelo y lo lió en uno de sus dedos. - Deberíamos de vernos más a menudo.
- ¿Para qué? - dije en voz baja. Como si pudiera estropear mi voz el momento. Estaba tan cerca... podía oler su perfume y oh, cuanto lo había echado de menos.
— Te engañé. - asentí. - Te mentí y no te amé debidamente.
— No quiero volver a lo mismo. No hay necesidad, para ninguno.
— Mírame a los--
Me puse de puntillas y lo besé para que no terminara la frase. Dejé caer el bolso al suelo y Justin no tardó en poner sus manos en mi cintura, apretándome a él. Rodeé su cuello con mis brazos y abrí la boca para dejar paso a su lengua. Me separé un poco de él, pensando en que se había acostado con Teresa, siendo mi amiga, y le había dado igual.
Justin volvió a besarme de nuevo y sus manos viajaron a mi trasero, subió el vestido y metió las manos por debajo. Me alzó y rodeé su cintura con mis piernas.
Justin dejó mis labios para besar mi cuello y yo eché la cabeza un poco para atrás para dejarle espacio. Sus labios volvieron a los míos y me agarré a él cuando empezó a caminar.
Entramos a una sala, donde había varios sofás y mesas, en tonos marrones y beige. No tardamos en entrar a una habitación y Justin me tiró a la cama. Reboté en el colchón y reí cuando me agarré a las sábanas. Justin no tardó en ponerse encima de mí para besarme. Abrí las piernas cuando lo sentí rozarse contra mí y moví mi cadera para sentirlo más mientras nuestras lenguas jugaban.
Justin se puso de rodillas en la cama y cogió mis caderas para acercarme a él. Me apretaba contra él y yo me movía para sentir la fricción. Justin me hizo una seña para que fuera con él y me agarré de sus brazos. Me levantó y me puso encima de él. Me agarré a su cuello y él, con sus manos en mis caderas, me ayudaba a moverme.
Estaba en fuego y Justin no tardó en dejarme de nuevo en la cama y lo vi salir de ella. Fruncí el ceño pero él cogió mis tobillos y tiró de mí hasta que mi trasero estuvo en el borde de la cama. Me senté y me quité el vestido. Volví a tumbarme y Justin empezó a besarme por dentro de mis muslos, haciendo que riera porque me hacía cosquilla.
Él paró y me miró. - ¿Estas cosquillas son nuevas?
— Nunca me has besado ahí.
— Mmm... Que error.
Su boca volvió a mi muslo y después al otro. Aguanté la respiración cuando su boca se posó en mi feminidad aún con las bragas puestas. - ¿Estás mojada, Abby? - Justin pasó sus dedos por encima y me mordí el labio.
Justin tiró de mis bragas y levanté mi trasero para que las pudiera bajar. No tardé en sentir su aliento en mi feminidad. - Vaya, has engordado un poco. - Alcé la cabeza y vi que me estaba mirando.
Volví a dejar la cabeza en la almohada. - Tu sí que sabes subirle el autoestima a una chi-- su lengua pasó por mi feminidad. - Oh.
Justin hizo su magia, también con sus dedos y me retorcí en la cama mientras agarra su cabeza con mis manos.
Me dejó al borde del orgasmo y se incorporó. Jadeé y lo vi levantarse y quitarse los pantalones y bóxer. Se puso de rodillas en la cama, encima de mí y me apoyé en mis codos para recibir su miembro en mi boca.
— Oh, sí Abby. Así. - puso su mano en mi cabeza, cogiendo mi pelo. - Ten cuidado con los dientes, nena. - Él empezó a mover sus caderas por lo que dejé de mover mi cabeza, ya que me estaba dando fatiga.
Justin echó su cabeza hacia atrás. La vena del cuello se le marcaba y la de los brazos también.
Justin sacó su miembro de mi boca. - Ponte más arriba. - Limpié mi boca con mi mano e hice lo que me pidió mientras él cogía un preservativo del cajón. Me quité el sujetador y no tardó en estar encima de mí, poniendo su pene en mi entrada y entrando poco a poco.
Me besó mientras lo hizo y me sentí llena cuando entró del todo. Puse mis manos en sus hombros y él empezó a moverse. Bajé mis manos hasta su pecho. - Sigues siendo igual de estrecha - jadeó entrando de nuevo.
Justin se separó de mí y me dio la vuelta. Levanté un poco mi trasero y abrí un poco mis piernas para que él entrara. Entró y con una mano se apoyó en la cama con otra tocaba mi cintura. Eché mi pelo a un lado y Justin se puso encima de mí, sin aplastarme, con su mano libre en uno de mis pechos y penetrándome.
Estaba encima de él y ambos estábamos a punto de llegar. - Más rápido, Abby. - me apoyé en su pecho y me moví de delante hacia atrás lo más rápido que pude. - Oh sí, nena. Voy a llegar.
Gemí, llegando a mi orgasmo y temblé encima suya, aminorando el ritmo, por lo que Justin no tardó en clavarme sus dedos en mis caderas y moverme al ritmo que el necesitaba para llegar. Gimió con los ojos cerrados y me moví lentamente aún con mis manos en su pecho.
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Omg. ¿Debería haber pasado? ¿Por qué Justin quiere seguir viendola? Ambos se siguen queriendo a pesar de todo pero ella no quiere dar el paso. ¿Quizás es mejor que esten separados? Si lo intentan... ¿Volverá a pasar lo mismo que hace unos años o Justin dejará de ser infiel?
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