Capítulo XVIII

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Un fuerte dolor en la parte trasera de mi cabeza fue lo que me despertó, comencé a abrir lentamente los ojos aún confundida, y entonces recordé el bosque, el lobo y mi caída. Miré a mi alrededor, estaba recostada en una pequeña cama, dentro de una cabaña de madera, solo había una mesa con dos sillas, abrigos y capas colgados de un perchero en la pared y hasta el fondo una chimenea que estaba prendida y algo se calentaba en ella y justo a lado de la chimenea mi vestido estaba colgado; fue entonces cuando me asusté, no sabía qué hacer, tal vez debía salir corriendo o gritar por ayuda pero antes de que pudiera hacer cualquiera de las dos escuché el rechinido de una puerta abriéndose y entró un hombre, era más alto que yo, un tanto fornido y su cabello despeinado era color café oscuro; volteó a verme.

-Vaya, al fin despertaste.- Dijo él

-¿Quién eres tú y que me has hecho?-

Él caminó hacia la chimenea dándome la espalda.

-Digamos que soy quien te salvó de una muerte terrible e inminente y te he hecho un poco de sopa caliente.- Volteó nuevamente a verme mientras sostenía entre sus manos un plato hondo, lo dejó sobre la mesa y se sentó mientras me miraba.

-¿Por qué no tengo puesto mi vestido?- Pregunté todavía asustada

-Estabas empapada, ibas a enfermarte y sobre todo no quería que mojaras mi cama.-

Lo mire con confusión, no sabía qué decirle.

-Ven debes comer algo, seguramente estás hambrienta.-

Seguí mirándolo aún sin decir palabra alguna.

-Es verdad.- dijo levantándose y tomó una capa que estaba colgada.- Ten, cúbrete con esto.- Me la dio y la puse alrededor de mi cuerpo, me levanté de la cama y tímidamente caminé hasta la mesa, me senté en la silla restante y lo mire.

-Es sopa de setas, se que te gustará.- Me sonrió amablemente.

No iba a mentir, la sopa olía delicioso, lleve una cucharada a mi boca y sabía tan bien como olía.

-Gracias.-Dije finalmente.- Y lamento haber sido descortés contigo.-

-No hay ningún problema. Ahora, una buena pregunta sería ¿quién eres tú y qué hacías sola en el bosque?-

No quería decirle quien era en realidad, tal vez eso me metería en problemas; me quedé callada pensando un momento.

-Vamos, yo respondí todas tus preguntas, es justo que ahora tú respondas las mías.-

-Soy empleada en el castillo del Rey Albert, tenía el día libre y decidí caminar por el bosque, pensé que era seguro hasta que me perdí y el lobo me atacó, de no haber sido por ti, tal vez ahora estaría muerta.-

-El bosque es seguro dependiendo en qué zona te encuentres, por desgracia tu te encontrabas en la zona donde los lobos suelen cazar.-

-¿Y tú qué hacías ahí?-

-Regresaba de un día largo de trabajo, vi al lobo entre los arbustos, pensé que acechaba a un ciervo, ya me iba hasta que te escuché gritar y estaba lo suficientemente cerca para salvarte.-

-Te lo agradezco mucho.-

-No hay de que.-

Nos quedamos en silencio unos instantes mientras seguíamos comiendo nuestra sopa, por un momento voltee a verlo, era muy guapo pero lo que llamó mucho mi atención fueron sus ojos, eran cafés fuerte que se difuminaban hasta llegar al color café claro en el centro, eran muy profundos y me provocaban la necesidad de verlos fijamente; recordé que no debía verlo tanto tiempo y llevé mi mirada a otro sitio.

Perdida en mi destino.Where stories live. Discover now