Capítulo LXVII

14.3K 918 123
                                    

Cuando atardeció fui en busca de Caden, sabía que no era el momento más prudente para ir a su encuentro, puesto que Daimmen conocía mi secreto y en cualquier arranque de enojo podría revelarlo, pero no podía mantenerme alejada de él, solo en él podría encontrar consuelo y un consejo, además nuestros días estaban contados, tarde o temprano me harían esposa de alguien y no lo volvería a ver.

Disfruté de mi caminata hasta su cabaña porque también serían las últimas veces en las que disfrutaría la libertad y tal vez de las últimas veces que disfrutaría caminar por mi nación, sea quien fuera con quien me casara me llevaría lejos y lo más seguro es que nunca volvería a Ilydford, ahora que lo pensaba esta sería una vida muy solitaria, no creía que Charlotte me acompañara a Francia, ahora ella tenía cosas más importantes por las que vivir y no para ir conmigo, su esposo y su hijo ahora eran más importantes para ella y no podía obligarla a ir conmigo. Clarice y Neridia sí me acompañarían y serían una buena compañía para mí, pero no sería lo mismo si Charlotte no estaba.

Tantos pensamientos surcaban mi mente; mi vida no era lo que pensaba hace años, ni siquiera era como la imaginaba hace un par de semanas, todo parecía complicarse cada vez más y yo, por cada minuto que pasaba perdía un poco de la esperanza que me quedaba.

Sin darlo cuenta mis pasos apresurados habían menguado, caminaba lentamente por el bosque hasta que sin notarlo llegue a la cabaña, Caden ya estaba ahí pues la tenue luz del fuego en la chimenea podía verse a traves de la ventana. Hoy tendría que darle a Caden demasiadas malas noticias, la última vez que nos vimos me dijo que todo mejoraría, que todo estaría bien, pero no lo estaba, nada estaba bien y no había solución para el mar de problemas que tenía encima.

Esta vez no toqué la puerta, simplemente abrí, lo tomé por sorpresa, pero en cuanto me vio caminó para situarse frente a mí; me dio un abrazo y sin debatir me dejé envolver en sus brazos.

- Elise, que bueno que viniste. –

- Es una lástima que haya venido a darte malas noticias. – Dije aun sin soltarlo.

- ¿Qué sucede? – Me preguntó y en su voz pude notar el implícito terror.

- Han pasado cosas terribles, estoy tan desesperada no sé qué hacer. –

- Dime ya Elise, me asustas. –

- Mi padre ha aceptado prometerme con el rey Frans. –

- No, ¡Elise no! – Dijo con desesperación llevándose las manos a la cabeza. – Debemos hacer algo, pero ¿qué? –

- Caden, eso no es todo, ese no es el verdadero problema. – Dije en voz baja.

- Entonces ¿Cuál es el problema? –

- Daimmen... Daimmen sabe que nos vemos. –

El silencio reinó, pude ver los ojos desorbitados de Caden, pude ver cómo su rostro pasó de la furia al terror, seguro temía por nuestra seguridad y nuestras vidas, seguramente ya sabía que lo peor estaba por venir.

- ¿Cómo lo supo? ¿cómo pudo enterarse? – Preguntó finalmente atreviéndose a hablar.

- Eleonor le dijo, y él me siguió la última vez que nos vimos... nos vio abrazados, lo sabe todo. –

- ¿Y qué haces aquí arriesgándote todavía más? – Dijo histérico, sus manos temblaban y el no dejaba de caminar de un lado a otro.

Tomé sus manos entre mis manos obligándolo a parar, lo vi, trataba de mantener la calma para hablar con él, aunque, a decir verdad, también yo estaba alterada.

- Daimmen dijo que podía seguir viéndote hasta antes de la boda, si lo ayudaba a deshacernos del rey Frans, pero de lo contrario le diría a todos, ahora mi padre ha decidido prometerme con el rey Frans, si no logro evitarlo lo dirá, todo mundo lo sabrá, mi padre podrá exiliarme o mandarme a un convento, a ti... -

Perdida en mi destino.Where stories live. Discover now