Capítulo XIX

29.7K 1.8K 531
                                    

La tarde siguiente estaba esperando que llegara el ocaso así podría salir nuevamente en busca de ese desconocido en quien no había dejado de pensar; todo el día había rememorado el camino que debía tomar para llegar a su cabaña aunque estaba un poco asustada de perderme y correr con mala suerte de encontrarme nuevamente a los lobos pero confiaba en que mi memoria no me traicionara.

Momentos atrás le había dicho a Charlotte que ese día dormiría más temprano y por lo tanto necesitaba que trajera mi cena más temprano de lo normal.

-Elise, ¿quieres algo en especial para la cena?-

-Sí, una perdiz, uvas y una botella de vino.-

-¿Piensas embriagarte esta noche?- Bromeó.

-Tal vez, una persona ebria muchas veces se muestra más feliz.-

-Elise, me preocupas mucho, se que no quieres hablar de eso pero, ¿tanto te ha afectado todo lo que sucedió?-

-He tratado de olvidar eso, lo que me afecta es pensar que a pesar de todo pasaré toda mi vida con él.-

-Pero debes vivir tus últimos meses en Ilydford con normalidad y así recordar con alegría la vida que tuviste aquí.-

-Estoy consciente de ello Charlotte, pero no puedo soportar ver a mi padre cuando él ha contribuido a mi infelicidad.-

-Respeto tu desición pero no la comparto.-

-No esperaba que nadie estuviera de acuerdo conmigo pero yo sé lo que me hace sentir mejor y en paz.-

-Muy bien. Traeré tu cena.-

-Gracias, después de eso, tienes la tarde para ti, te veré mañana en la mañana.-

-De acuerdo, en un momento más regreso.-

Mientras Charlotte no estaba, busqué algo donde llevar la comida que me traería, quería llevársela él pero no sabía dónde guardarla, pronto recordé un pequeño cesto donde días atrás Charlotte me había traído pan, estaba bajo mi cama y lo mantendría ahí hasta que ella volviera con la comida.

Charlotte regresó con una bandeja con la comida que le había pedido.

-Aquí está, Elise.-

-Gracias Charlotte, puedes retirarte.-

-¿En verdad debo regresar hasta mañana?-

-Sí, descuida, estaré bien.-

-Si eso quieres, entonces lo haré.-

Salió de mi habitación y entonces saqué el cesto de bajo de mi cama, acomodé la perdiz en su plato, la botella de vino y las uvas, todo lo cubrí con una manta; después de eso, me cambié de ropa, usé el vestido más sencillo que tenía y una gran capa, tomé el cesto y salí de mi habitación cuidando que nadie me viera y nuevamente tomé el camino que me llevaría de al bosque.

Era un poco más tarde que ayer, y comenzaba a oscurecer, me apresuré recordando el camino que habíamos tomado de regreso al castillo, caminé entre los árboles y por un momento pensé haberme perdido hasta que a lo lejos pude ver la pequeña cabaña de madera que una noche antes me había servido de refugio. Me acerqué a la puerta y toqué fuertemente, nadie contestó, volví a tocar pero al parecer no estaba, me senté en un tronco que había justo a lado de la cabaña y pocos minutos después escuché el galopar de un caballo, volteé a ver quien era, y pude reconocerlo, me vió con sorpresa y una vez que estuvo frente a su cabaña bajó del caballo y me dijo:

-Hola de nuevo, ¿qué haces aquí?-

-Hola, espero no importunarte, quería agradecerte debidamente lo que hiciste por mi ayer, te traje un pequeño obsequio.-

Perdida en mi destino.Where stories live. Discover now