Capítulo XX

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Habían pasado ya dos semanas desde que cada tarde iba al encuentro de Caden, nos habíamos convertido casi en los mejores amigos, me había enseñado muchas cosas nuevas, como cortar leña, encender el fuego en la chimenea, a preparar esa deliciosa sopa de setas que me había dado el día que nos conocimos y este día intentaba enseñarme a disparar con la ballesta.

-Intenta darle a aquel árbol.- Me dijo tratando de contener la risa pues después de horas intentando disparar lo único a lo que le había dado era al suelo y la situación cada vez se tornaba más cómica.

-Ya se, soy terrible, no voy a lograrlo; deberías rendirte.-Dije un tanto frustrada cruzandome de brazos.

-Vamos, inténtalo una vez más, yo te ayudaré.-Me tendió su mano.

-De acuerdo, pero sólo una vez más, si no lo logro dejaremos toda la lección ahí.-

-Trato hecho.-

Se colocó tras de mí y puso sus manos sobre las mías para guiar mis movimientos.

-Debes tomarla con fuerza, ese ha sido tu error, al disparar la poca fuerza con la que sostienes la ballesta hace que la flecha vaya directamente al suelo.-

Sus manos fuertes hacían la diferencia, y al tener su ayuda mis movimientos eran más precisos, apuntamos hacia un árbol y disparamos, la flecha se encajó en el tronco.

-Ahora tú sola, recuerda hacerlo con fuerza.-

Asentí, y volví a apuntar, seguí sus consejos, tomé la ballesta con toda la fuerza que mi cuerpo me permitía, y cuando hallé mi objetivo disparé, la flecha nuevamente se encajó en el tronco, al momento solté la ballesta, y voltee a verlo con incredulidad y emoción.

-¡Lo logré!- Grité emocionada al tiempo que reía alegremente.

-Yo sabía que lo lograrías.-

Corrí rumbo a su dirección y sin que lo esperara me lancé sobre él abrazándolo, al instante él me devolvió el gesto abrazándome fuertemente. No quería soltarlo, sus brazos me hacían sentir protegida, sentía como si perteneciera a ellos; aún abrazada a él volteé a verlo y él me vió a mí, esbozó una sonrisa que denotaba ternura y no pude evitar devolverla, una extraña sensación se apoderó de mí, sentía mil aves volando en mi interior y mi corazón latía muy rápido; supe entonces que no podía seguir tratando de engañarme, todas esas noches soñando con sus ojos, todos esos días pensando en su rostro y todas esas sensaciones al tenerlo cerca no podían ser ignoradas por más tiempo, podía engañar a mi mente pero no a mi corazón, me estaba enamorando de él y no podía hacer nada al respecto. Me sentía terrible ante ello pues él no sabía quién realmente era yo, quería decírselo, pero no sabía cómo y me daba miedo que después de que se enterara las cosas no fueran iguales, además no quería enamorarme de él porque inevitablemente terminaría con el corazón roto pues estaba obligada a casarme con Daimmen e irme a Francia para siempre y no podría soportar la idea de nunca más volverlo a ver. Pensando en todo eso mi sonrisa se desvaneció y al notarlo la sonrisa de Caden también desapareció.

-¿Qué ocurre Eli? cambiaste repentinamente ánimo.-Preguntó acariciando mi mejilla.

-No es nada, es sólo que tienes unos ojos hermosos.- ¿Qué estaba haciendo? eso era lo último que debía decir.

-¿Y eso te pone tan triste?-

-No estoy triste, me concentré tanto viéndolos que olvidé lo que estaba haciendo.-

-Dudo que hayas olvidado que sigues abrazándome.- Dijo sonriendo picaramente; sentí el calor subiendo a mis mejillas e inmediatamente me alejé.

-Lo siento.- Estaba apenada.

Perdida en mi destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora